lunes, 19 de octubre de 2009

Jibun no Unmei Cap. XLII

Buen día a todos nuestros visitantes, hoy simplemente les traigo el fanfic, puesto que necesito terminar de publicarlo :) Sé que a muchas les gusta el pasteleo y demás cosas, pero me gusta mucho la descripciónde otras cosas XDD Sin más les dejo el siguiente capítulo. Hasta pronto :)



Jibun no Unmei Cap XLII Nebulaciones

El desenfado habitual en su rostro. Un rostro lleno de felicidad que ocultaba una máscara ruin. Nao se sentía de esa manera, inclusive no sabía cómo había podido aceptar tantas cosas de manera tan simple. Esa fiesta había sido uno de los mayores errores de su vida, sobre todo por varios sucesos, y por el hecho de que la maldita ojiverde que no se había separado de Shizuru ninguna vez.


Bebió una vez apuradamente el trago que sostenía. Mientras se recostaba en aquella cama que no compartía con absolutamente nadie.


Recelo quizá de algo que no comprendía. Había escuchado la interpretación de piano de Shizuru la noche anterior. Ni siquiera sabía que ella tocaba el maldito piano!


-Es increíble! – musitaba la gente a su alrededor.

-Shizuru-sama… - esas eran las exclamaciones de aquellas personas que la veían como a un dios – genial!!!

-Por favor enséñeme, Shizuru-sama – otra maldita fan, pensaba.


Dio media vuelta hasta quedar boca abajo mientras su mente rememoraba aquellas notas que no sabía que significaban pero que sin embargo habían dado lugar a un terrible desencanto. Su mente se llenaba una vez más de imágenes que no sabía como controlar, la muerte de su padre bajo esa noche lluviosa. Si, esa era la imagen que venía a su mente una y otra vez con esa melodía que Shizuru interpretaba tan elegantemente en el piano.


Notó con increíble pesar que no sólo ella tenía el rostro tan ausente. Shin también tenía una expresión sepulcral. Era como si su mente estuviese rememorando terribles escenas de un pasado. Se retiró, de ese lugar, sin notar que Shin abandonó la sala detrás de ella. Fue entonces cuando Nao, pensó que sin duda algunas, el sonido de un ángel también puede matarte al escucharlo.


La noche era fría, seguro que era mejor salir y entrar a algún bar de los mucho que su organización controlaba. Sonrió la primera vez que entró a uno de ellos y el encargado iba a proceder a retirarlo. El pobre hombre suplicó por su vida diez minutos después.


En el mundo externo era una estudiante común y corriente de bachillerato. En los bajos mundos…simplemente era de cuidado, cuál animal ponzoñoso la gente que conocía ese mundo se apartaba ante su presencia. La única heredera de ese clan. Sin duda un botín jugoso que nadie se atrevía a robar.


Entró y escogió para sentarse como era costumbre el rincón más lejano de todo el lugar. Un trago de los que acostumbraba beber le fue servido un minuto apenas de haber tomado lugar. Sus rojizos ojos se encontraban ocultos tras esas gafas de color. Aún así, era capaz de ver cuanto ocurría a su alrededor.


-Tenías que entrar sólo por el dinero! – peleaban en la mesa de adelante.

-Maldita sea, si tanto lo deseabas hubieses entrado tú! – le contestaba el otro sujeto. Poco después se líaban a golpes y eran retirados del lugar de la misma manera.



Bebió, mientras dejaba el vino resbalar suavemente por su garganta, sorbiendo ese néctar cuál vampiro a la sangre humana. Sonrió. Si, ella también se robaba la sangre de distinta manera. Después de todo había muchas formas de obtenerla.


-Anciano dame una cerveza – exigía una persona que nunca había visto por aquel lugar mientras murmuraba por lo bajo a ese anciano para preguntarle sobre “negocios”.



Fue así como a sus oídos llegó el rumor de que alguien estaba reclutando para un trabajo especial. Un solo pago por un evento planeado de un solo día, silencio total y discreción absoluta, así como el boleto para dejar el país al menos cinco años y la promesa de vivir si mantenía cerrada la boca o desaparecer por siempre.


Nao agudizó los sentidos de forma total, esto podía ser una gran oportunidad para cualquiera de sus miembros que bien darían la vida por ella tras las sombras. Uno de ellos trató de saber, pero contra todo, al preguntar, sólo le dieron una pequeña tarjeta donde tenía una dirección y fecha. Si quería saber, tenía que escribir sus datos en esa tarjeta y depositarla donde habían dicho y una vez dentro hacer el trabajo y largarse de allí. Ni una vista más.


Nao meditó esa noche sobre lo que significaba. No sabía que hacer en aquellos momentos, si su persona de confianza iba, era seguro que no volvería a saber de él. Ni siquiera sabía que tendrían que hacer. Buscar en los barrios bajos, significaba que lo que prometían no era cierto. Todos los participantes morirían.


Miró la pequeña tarjeta una vez más. La había mandado inspeccionar, pero no había nada más que revelar.




Natsuki contemplaba aquel rostro lleno de serenidad plácidamente dormido. Pensaba que ayer había estado sorprendente en aquella pequeña presentación. Había visto un piano en algunas fotos, pero nunca se le pasó por la cabeza que ella hiciera esas interpretaciones.


Dio un largo suspiro mientras seguía contemplando aquel rostro. Lo mejor era dormir. Cerró los ojos lentamente y una sonrisa se formó en sus labios al sentir un cálido abrazo. Shizuru se abrazaba a su cuerpo cada noche y para Natsuki, no existía nada mejor que ello.


Natsuki no pudo pensar nada en ese momento, mientras veía y escuchaba la interpretación, pero sabía que el piano y Shizuru habían llorado aquella noche. Su corazón se había desgarrado al escuchar aquellos sonidos. Miró el rostro de Shizuru una vez mientras le preguntaba.


-En qué estabas pensando, Shizuru…?

-No pensaba en nada, Natsuki - sonó una voz de Shizuru en ese momento.

-Shizuru! Cuando tú…?

-A veces no necesitas hablar para que te escuche, no sé como es pero me agrada- sonrió Shizuru – esta comunicación sin palabras – se estiró.

-Entonces?

-Es sólo que era la única pieza que recordaba en ese momento – contestó Shizuru pícaramente mientras sonreía.

-Shizuru no baka - contestó Natsuki mientras le devolvía la sonrísa.

-Hace un rato no decías eso – respondió la otra mientras sus acciones remplazaban sus palabras y la otra se quejaba sin mucha convicción.




Caminos largos y pendientes. El rumbo a Fuuka era así todo su trayecto. Tras las montañas. Caminos largos y sinuosos. Nao veía cada uno de ellos como algo que podría salvarse fácilmente con mudarse de lugar. Miraba la inquietante tarjeta una vez más. Había una persona que podría indagar más cosas de las que ella deseaba en ocasiones.


-Pero es que no puedo concentrarme con ese estúpido rostro frente mío! – se quejaba Nagi una vez más – por qué en todos los eventos tiene que estar? Y encima con Okuzaki! Pareciera que es cierto ese extraño doujunshi que anda circulando por a…ough! – se vió prontamente con un puñetazo en la cara de parte de Akira.

-Cierra la boca!

-Vaya, vaya – dijo Nagi – pero si es Akira-sama – son de burla – ahora por qué diantres me golpeas?!

-Por qué las cosas que dices no tienen sentido – musitó Akira mientras miraba a Takumi irse con Mashiro – O es que acaso lo que te molesta es que Mashiro-chan – decía en canturresco tono – haya corrido a ver a Takumi?

-Moo, basta! Cómo si ello me importara – Nagi se cruzó de brazos mientras le daba la espalda a la escena que Akira miraba – Ah… Nao.

Akira dio un carraspeo al escuchar el nombre y volteó el rostro. Nao baja de aquel auto que la traía cada noche. Y Nagi se mostraba un poco extrañado al notar que Nao llevaba por primera vez su portafolio de clases.

-Muy extraño – musitó mientras se acariciaba la barbilla y los ojos de Akira se tornaban en pequeñas rendijas de desaprobación.

-No entiendo porqué – dijo al fin mientras miraba a Nagi fijamente.

-En ocasiones es mejor no entenderlas sonrió el ojirubí mientras miraba fijamente a Nao otra vez. Dejó de sonreír en ese momento. Mientras miraba que Nao hacía una conocida seña con la mano derecha – a veces es mejor no entenderlas – repitió cansadamente.



-Y bien? – preguntó Nagi – me has hecho venir a esta hora de la tarde, qué tienes para mí, Nao-chan?

-En realidad – sonrió felinamente- quiero que me digas algo, Nagi.

-Yo? – se sorprendió – y qué debiera decirte? – preguntó una vez más.

-Qué sabes de esto? – preguntó Nao a su vez mientras le mostraba la pequeña tarjeta.

-En realidad no – contestó Nagi mientras se encogía de hombros – si es todo me retiro – siguió hay algunas cosas que tengo que hacer.

-Entonces no quieres saber de qué se trata – atacó Nao mientras le daba vueltas a la pequeña tarjeta.


El tono de voz surtió el efecto deseado. Nagi miró otra vez la tarjeta dando vueltas en la mano de Nao. Algo planeaba. Algo peligroso. Qué diablos, por unas veces estaba bien. Regresó frente a ella y corrió la silla mientras se sentaba.

-Bien contestó – entonces dime…

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