La Rosa y el Picaflor - Cap IV

Buenas, buenas, el día empieza, el sol sale, el calor de la mañana....esperen, hace un frío de marras la verdad, así que me ilusiono por las puras ¬¬
Como lo prometí la semana pasada, aquí les traigo el cuarto cap de la rosa y el picaflor, espero les guste y se diviertan un poco con las andadas de estas chicas.
Espero sus comentarios

*comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta comenta* (mensaje subliminal cortesía y autoría de Blacky ^^)

En fin, debo irme a las sacromalditas clases de economía.

Ali Dagos




- Al final de todo…creo que la cita no fue muy buena.
- ¡Estás loca! me divertí como nunca – comencé a reír de su rostro. Su expresión valía oro en esos momentos. Con su cabeza ladeada hacia un costado mientras extendía sus brazos fuera de los barrotes – aunque estoy segura que no debiste golpear al policía.
- ¡Bahh! Él se lo buscó, por intolerante y pesado – Reí de nuevo ante el comentario.
- Ya pagué tu fianza, en un momento abrirán la celda
- ¡Que bueno! Aunque estos tramites tardan demasiado.

*Hace unas horas*


- ¡JAJAJA! ¿Es broma, verdad?
- No señorita, no es ninguna broma
- …Pero es ridículo…
- Señorita, mire, recibí muchas quejas y solo estoy cumpliendo con…
- ¡No me interesa!¡Tenemos tanto derecho como cualquier otro en este parque!
- ¡Baje la voz!
- Dana, cálmate ¿si?
- ¡No! – Contestó furiosa – lo único que este hombre cumple aquí, es el hecho de discriminar a quienes son diferentes.
- Solo es una llamada de atención señorita, no todos aquí son de mente abierta como usted.
- Pues si no les gusta, que no miren, me importa un carajo que no les agrade.
- Le voy a pedir que modere su conducta y su vocabulario – era un gran escándalo en la calle. Ya había curiosos alrededor nuestro y recuerdo solo jalar del saco de Dana, insistiendo en tan solo irnos y no hacer más problemas, aunque Dana estaba en su razón.
- No modero nada, porque no voy a aceptar que se me maltrate ni a mí, ni a mi novia – aún recuerdo el rubor subiendo a mi rostro al escuchar esa palabra.
- Dana…Vámonos, no importa…
- No Lauren, no lo voy a tolerar
- Señorita, temo que de seguir así tendré que arrestarla
¿Arresto? Supuse que ahí terminaría el embrollo, pero Dana es osada y temeraria, o simplemente actuó con un gran impulso de estupidez.
- ¿Ahora quiere arrestarme?
- Por escándalo en la vía pública – el policía tocó su hombro, decidido a ponerla de espaldas para ponerle las esposas, pero…
- ¡NO ME TOQUE! – fue uno de los derechazos más duros y certeros que he visto.
- ¡Dana!
Y así terminó Dana, camino a la comisaría, escándalo en vía pública y golpear a un policía, vaya chica que era, aunque no puedo negar que le puso mucho picante a la noche.






*Presente*

- Aún no puedo creer lo que hiciste – le dije mientras caminábamos fuera de la comisaría. Corría mucho viento y ya era tarde, las calles casi desiertas…¿a quién le importaba? En serio, solo quería estar con Dana en ese momento y no podía dejar de mirarla. Ella se encogió de hombros y respondió:
- Él se lo buscó, ya te lo dije… además, supongo que se acordará de la lesbiana que casi le saca los dientes…
- Al menos mientras le duela la mandíbula – Poco nos importó si alguien podía escuchar unas risotadas descaradas a los lejos…o a lo cerca.
- Y es que no puedo creer que la gente sea tan intolerante – bufó ella – solo fue un beso, ni que hubiéramos estado dando un espectáculo de alto calibre… - se que solo me puse roja y ella siguió riendo.
Después de que se apagaron las risas, solo había silencio entre las dos, pero no era incómodo, era apacible, tranquilo; me sentía segura a su lado, así que me pegué a ella y a pesar del miedo a ser rechazada, eso no sucedió. Dana pasó su brazo por mi hombro dándome un beso en la frente, mientras seguíamos caminando, atravesando el parque donde habíamos estado antes.





Me daba miedo tocarla con mis manos frías, ella siempre estaba tibiecita y eso era agradable. Sentí el perfume que emanaba de ella, mientras besaba su frente y pasaba mi brazo por su hombro. Sabía que me estaba dejando llevar, me juré, me hice prometer que esta vez no tendría miedo de amar a alguien, quería amarla de verdad.
Tenía el anillo de oro blanco dando vueltas en mi bolsillo, con nerviosismo, con timidez. Representaba tanto para mí y quería que así fuera también para ella.
Subimos al auto y saqué las llaves de mi bolsillo. Cuando iba a encender el auto, Lauren tomó mi mano.
- Dana…no, creo que debemos terminar la conversación del parque – traté de tranquilizar a mi corazón que empezaba a agitarse, tal vez porque ya escuchaba las palabras peligrosas que podían venir a continuación, pero yo estaba decidida.
- ¿Quieres preguntarme algo? – estaba segura de haber hecho mucho ruido al pasar saliva. Lauren solo me sostuvo la mirada un momento, luego giró la cabeza y miró por la ventana.
- No…llévame a mi casa, por favor…
- Lauren… disculpa, no entiendo que quieres que te diga
- …
- Lauren, por favor… - lo siguiente que supe fue tenerla casi sobre mí, mientras el freno de mano se me incrustaba en la espalda. Sentir esos apasionados besos en mis labios, era muy excitante – vamos…vamos a tu casa… - balbuceé antes de que sus labios me acallaran de nuevo.



Procuré que el auto quedará lo mejor estacionado posible y ni bien la puerta se abrió, la empujé hacia dentro lo más rápido que pude.

Las dos estábamos hechas un incontrolable mar de pasión, mientras nuestra ropa iba quedando regada camino a su habitación.
Los besos continuaron al borde de su cama, en el suelo. Me detuve por un momento, deseaba ver su expresión, ver su rostro sonrojado con una mirada llena de lujuria. Vi su piel que tomaba un bello color por la luz cálida de la pieza.
Me tomó por las mejillas y me llevó hasta sus labios. Besó mi frente tal y como yo había hecho antes. Luego posó sus ojos en los míos y sin vacilar preguntó:
- ¿Me amas?
Era una pregunta terrorífica y sentí como se me enchinó toda la piel, se que ella también pudo sentir mis escalofríos.
- ¿Dana…?
Aún no podía salir de mi ensimismamiento, quería responder. La miré de nuevo, quería recorrer y grabarme esa imagen para siempre. Vi en su rostro, una gota de agua, sobre su mejilla exactamente, pero ella no se inmutó. Acercó sus pulgares a mis ojos y secó mis lágrimas. Estallé.
- ¡Sí!¡Sí te amo!¡Y estoy segura de nunca haber amado a nadie así! – me abracé a ella como un niño mientras gimoteaba cual animal herido, protegida bajo el calor de su pecho.
- También te amo – me dijo al oído – también…tengo miedo…pero te amo…