Dentro de la tradición japonesa, las chicas regalan chocolates en San valentín a los chicos y a sus personas queridas. Y exactamente un mes después, el chico devuelve el regalo a las chicas en forma de algo blanco. Aunque si un chico pretende a una chica puede darle el regalo blanco sin haber recibido un chocolate ese día. En el fic aplicamos ésta forma un tanto diferente porque nuestras protagonistas son chicas ^^
XIII San White
Había pasado un largo mes desde que Natsuki se había arriesgado a hacer un chocolate, ser fotografiada sin darse cuenta. Que todo el mundo la envidiara por ser amiga de Shizuru y que ahora, la susodicha sólo le mandara mensajes subliminales sin un contenido seguro y cierto.
Como cada día la presidenta del Consejo Estudiantil hacía su rutina diaria sin decirle nada. Inclusive la veía hablando con Mai muchas más veces de las necesarias. No era por el hecho de que Reito ya no ocultase su visible amor por Mai y sólo estuviese esperando el San White para hacerlo oficial. A Natsuki le sacaba de quicio.
Llegó hasta el centro de Fuuka y recorrió todas las tiendas. Cuando reaccionó notó que había estado sólo en las de lencería.
- Cómo si a alguien le importase que llevo debajo… - murmuró.
Frustrada siguió caminando hasta que llegó a ese taller.
- Yamada – musitó Natsuki mientras entraba. El dependiente era una persona mayor. Tenía gafas redondas y una larga coleta cayendo por su espalda. Natsuki miraba las piezas de motos que se vendían.
Quién era la persona que había entrado a ese taller entonces en aquella ocasión? Shizuru le dijo que en dos ocasiones había escapado de esa forma. Pero alguien más iba por ella vestido de esa manera. Y la voz que escuchó en esa ocasión no fue la de Shizuru, inclusive iba en moto. Hasta ahora había verificado que la castaña tenía un auto pero no una moto.
- Buscabas algo en especial? – preguntó una voz a su espalda.
- Ah! Yo…sólo entré a ver…- dijo Natsuki al sentirse extrañamente observada.
- Tu rostro se me hace familiar… - continuó el hombre.
- Supongo que si…- dijo Natsuki.
- Mmm. Hace tiempo conocí a una mujer muy parecida a ti. Su nombre era Saeko.
Natsuki se paralizó en ese momento. El hombre aquel había mencionado a su madre. Volteó lentamente a verlo.
El dependiente la miraba de una forma fija. Antes de acercarse a Natsuki.
- Eso fue cuando yo tenía aproximadamente tu edad. También tenía un mejor amigo. Su nombre era Kuga Takashi.
Y ahora conocía a su padre. De qué iba todo esto?
- Y…qué pasa con ello? – preguntó Natsuki amenazadoramente.
- Kuga Takashi tenía tu mismo ceño en ese entonces – contestó el hombre.
- No entiendo…
- Bueno. Sólo pensé decirte algo como ello. – terminó mientras volvía a sus labores.
El hombre siguió limpiando unos escapes recién llegados. Natsuki se hipnotizó con ello y el dependiente lo notó.
- Te gustan? Son importados. Ah si. Lo olvidaba.
- El qué?
- A Kuga Takashi, le gustaban mucho también.
Ese era el sujeto más mentiroso que hubiese conocido. Su padre era un diseñador de autos y toda su vida había estado metido en ellos.
Sería tan fácil preguntar. Hablaba con sus padres cada semana. Pero por una vez no quiso hacerlo. Charló como siempre con ellos. Todo estaba tan bien que se sentía extraña. Inclusive en ese momento aquella plática con ese extraño sujeto se desvaneció.
Inclusive se olvidó de todo mientras el sueño le ganaba y dormitaba un rato esperando a Mai. Últimamente ella era la primera en llegar y Mai….llegaba más tarde.
Mañana…se repitió mentalmente. Mañana la espera terminaría y Shizuru le daría una respuesta. Con ese pensamiento sus sentidos se nublaron. Despertó horas después mientas contemplaba los edificios a través de su ventana.
Mai entró en ese momento visiblemente agotada. Suponía que había salido con Reito, pero había un olor que era característico de Shizuru. No quiso preguntarle nada. No desconfiaba de ella en esa forma, pero le comía la curiosidad sobre que cosas pudiera estar hablando con Shizuru.
- Mai…
- Oh Natsuki! – contestó Mai – me duele la cabeza…
- Y eso por qué?
- Estuve haciendo tantas diligencias con Kaichou-san que no entiendo como no he enloquecido.
- Shizuru ha estado contigo toda la tarde.
- Ella y Reito-san! – contestó Mai a la defensiva.
- No lo decía de esa forma – contestó Natsuki a su vez. Shizuru había estado tan ocupada que no había respondido sus mensajes. Ni siquiera le había devuelto la llamada para la cita que le sugirió un domingo.
- Bueno. Ya cenaste?
- No…no tengo hambre.
Mai se extrañó de la respuesta de Natsuki. La ojiverde tenía un buen comer. Debería estar sumamente estresada, pensó. Y ella contribuyendo de esa manera. Pero qué más podía hacer si Reito se lo había pedido especialmente.
Cocinó algo de ramen instantáneo y le sirvió a Natsuki uno también con una ración suficiente de mayonesa. Natsuki no respondió.
- Sabes algo? Mañana será un día muy activo – comenzó – será mejor si comes algo.
- En realidad no tengo apetito…
- Bueno, si no comes mañana no escaparás de Takeda-sempai. Escuché que estaba haciendo planes de perseguirte mañana.
- Takeda??? – Natsuki no mentalizaba.
- Bambú…
- Ugh! – Natsuki se incorporó de un salto de la cama – ese idiota!! – se acercó a la mesa – dame esos palillos! – gritó mientras le arrebataba los palillos a Mai y comenzaba a comer como loca.
- Lo que tengo que hacer por ti…
- Fue mentira? – dijo Natsuki mientras soltaba el bocado.
- Me refiero a que tengo que hacerla de informante.
- Ah…
- Natsuki??
- Si?
- Todo saldrá bien.
Mai sonrió en ese instante y Natsuki le creyó. La pelinaranja nunca le había mentido. Era momento de confiar. Shizuru daría una respuesta. Natsuki sólo quería saberla. San White era el día especial para las chicas. Pero ella le había regalado algo a shizuru en San Valentin…Y si también le daba lo que había comprado esta vez? Sería mucho acaso?
Natsuki se duchó pensando y durmió esa noche de manera tranquila. La sonrisa de Mai la había animado.
Había conmoción en los salones. La multitud de chicas esperaba ver si la persona a la que había regalado algo le regresaba algo blanco.
Muchas lloraban y otras sonreían. Mai llevaba consigo un gran ramo de rosas blancas y un pequeño colgante que Reito le había regalado. A partir de ese momento eran una pareja oficial. Inclusive el molestoso de Tate Yuuichi había regalado algo a su pareja. Mukanta? Mutakana? No recordaba el nombre.
- Oi. Harada. Cómo se llama la novia de Tate?
- Oh! Munakata Shiho. Descendiente de los guardianes del templo…
- Sólo quería el nombre.
Natsuki miró a esa pareja. La chica llevaba un enorme oso de color blanco que Tate le había regalado.
Inclusive Mikoto pasaba junto a ella con algo blanco, imaginaba que Reito se lo había regalado. Y Shizuru? Las respuestas no se hacían esperar. Demasiados chicos a su alrededor, queriendo darle regalos y cartas de nueva cuenta. Natsuki entendía el acoso. Ella había logrado escapar milagrosamente de Takeda. Quién llevaba un gran ramo de rosas y la invitación para uno de los mejores restaurantes que ese día estaría de mantles blancos.
Una llamada telefónica le interrumpió en ese momento.
- Kuga. – contestó.
- Natsuki-chan? – la voz era de Homura Nagi – puedes venir un momento a la cafetería por favor?
- Nagi? Qué ocurre?
- Bueno, si te apresuras te enteraras. Te conviene venir y a mí el no marcharme.
Nagi colgó la llamada y Natsuki se dirigió lentamente a la cafetería. De sólo entrar se dio cuenta que inclusive Nagi tenía admiradoras. Maldita sea!
- Ara? Natsuki-chan parece estar enfadada hoy – dijo mientras le servían un café.
- Déjate de juegos Nagi. Qué es lo que quieres?
- Yo no quiero nada – Natsuki hizo ademán de levantarse en ese momento – pero Shin-sama me pidió que te diera esto.
A la sola mención del nombre Natsuki se sentó nuevamente y miró lo que Nagi tenía en la mano. Era una tarjeta con una hora y lugar marcados.
- Shi…Shin te dio esto? – preguntó Natsuki sabiendo que muchas personas habían escuchado.
- Eso lo sabrás tú con leerlo, no es así?
Natsuki odiaba esa parte burlona de Nagi. Miró detenidamente la tarjeta y sonrió. Era la clara y perfecta caligrafía de Shizuru.
- Gracias. Nagi.
- Natsuki-chan no tiene que darme las gracias – contestó – es mi deber cumplir con la petición de…Shin-sama.
Mientras tanto en el colegió había ocurrido de repente que Shizuru-san había sido llamada de emergencia por lo que se había retirado inmediatamente del lugar. Okuzaki Akira tampoco estaba porque se sentía muy presionado por las chicas que le regalaron cartas y chocolates. Inclusive Nagi no apareció después.
Faltaba una hora. Natsuki esperó pacientemente a la entrada del colegio. No sabía porqué pero tenía la impresión de que era seguida.
No se equivocaba. Okuzaki Akira estaba observando cada uno de sus movimientos. Una vibración le hizo contestar el telefono.
- Moshi-moshi? Si. Estoy en posición. Cómo usted ordene…Shizuru-sama.
Salió de entre las ramas de los árboles mientras la cargaba y corría a toda velocidad. Chie y el club de periodismo salieron de sus extraños escondites mientras un motociclista se acercaba hacia donde Okuzaki se había detenido.
- Se lo encargo, por favor – dijo Akira en ese momento.
- Okuzaki Akira? – preguntó Natsuki sin obtener respuesta. La persona había desaparecido de nueva cuenta entre los árboles.
- Sólo espera un momento – dijo la voz del motociclista en ese instante. Natsuki la reconoció al instante.
- Quién eres?
- No tengo permitido dar esa información. Sujétese por favor, Natsuki-sama.
Natsuki se pegó al cuerpo de esa persona y en ese momento se dio cuenta de que era una chica. El motociclista era una chica. Entonces Shizuru no fue la persona que miró la primera ocasión en ese atardecer en el Fuuka Gakuen.
El camino fue transitado de forma rápida y llegaron hacia una construcción privada que tenía la forma de una casa tradicional japonesa. Elaborada en madera. La moto se estacionó frente a la entrada y una sonriente Shizuru salió al encuentro.
Ataviada con un elegante kimono y un peinado que permitía verle las orejas, Natsuki pensó en ese instante que era la mujer más hermosa que hubiese visto.
- Muchas gracias, Miyu-san.
- Por nada, Shizuru-sama – respondió la voz antes de irse en la motocicleta a toda velocidad.
- Quién es ella? – preguntó Natsuki en ese momento.
- Miyu-san? Es la persona que me ayuda en algunas ocasiones –contestó Shizuru de forma casual.
- Ella es…ella es…
- Dices que es la persona que cayó encima de ti en esa ocasión? – preguntó la ojirubi – si, lo sé.
- Entonces? ¿Sobre qué persona caíste tú? – preguntó Natsuki.
- Sobre Kikukawa-san. Pero pensé que lo habías visto.
- Ya. Esa chica tiene los ojos parecidos a ti.
- Son pupilentes – contestó Shizuru – podemos dejar a Miyu en paz y pasar dentro? –preguntó mientras sonreía.
- Si. Por supuesto. Te ves genial Shizuru.
- Si Natsuki lo ve de esa manera me siento feliz.
El interior era lo que Natsuki recordaba de su estancia en Kyoto cuando era pequeña. Shizuru había ordenado todo para que fuese una comida espléndida y realmente lo fue. Una comida que a Natsuki se le hizo eterna. Al finalizar Shizuru sirvió té y la tensión de Natsuki desapareció.
- Gracias por asistir, Natsuki – dijo por fin Shizuru. El sonido de su voz era tan cálido que Natsuki sintió su corazón acelerarse.
- Gracias a ti por invitarme, Shizuru. – contestó mientras se sonrojaba.
- He decidido darte mi respuesta. Creo que te he hecho esperar demasiado – el latido se hacía mucho mayor.
- No crees que es un poco indebido en este lugar? –preguntó Natsuki.
- En este lugar sólo estamos tú y yo – sonrió la chica de ojos carmesí mientras se acercaba a ella y se sentaba – sólo estamos tú y yo, Natsuki – repitió nuevamente antes de besarla.
Natsuki se dejó llevar por el cálido beso de Shizuru. Sintió sus manos depositarse suavemente en su rostro y luego acariciar su cabello. Por primera vez Natsuki se abrazó a ella y sintió los labios de Shizuru profundizar el beso. Natsuki le dio total libertad a Shizuru para explorarle. Y Shizuru no perdió tiempo.
Le soltó rato después para darle un pequeño beso en el cuello y Natsuki dejó escapar un pequeño gemido. Abrió los ojos lentamente y observó la tierna sonrisa de Shizuru mientras le miraba de la misma forma.
- Creo que es hora de darte tu regalo, Natsuki.
- Ya me lo has dado Shizuru…muchas gracias.
- Creí que el regalo era blanco. Ven conmigo, te está esperando.
- Me está esperando? – Natsuki no sabía que decirle a Shizuru, ya que ella le había tomado de la mano y la guiaba por los pasillos hacia el piso superior. Acaso esperaba qué…?
Natsuki enmudeció y se sonrojó hasta ponerse como un tomate. Quiso negarse en ese momento, decirle que no estaba lista, qué era muy repentino, cualquier cosa, pero las palabras no podían salir de su boca, se negaban. Justo cuando su corazón estaba a punto de estallar Shizuru se detuvo junto a una pequeña cesta y se inclinó.
- Mira Natsuki – dijo mientras metía sus manos dentro de la cesta y sacaba una pequeña bola blanca.
La cara de Natsuki ahora era de estupefacción. Qué era esa cosa?
- Hablé con Mai-san y me dijo que no estaban prohibidos.
Natsuki puso más atención ahora a lo que Shizuru sostenía. Unos ojos oscuros aparecieron entonces y ella supo que era.
- Su nombre es Dhuran – siguió Shizuru - y es especialmente para ti.
Era un cachorrito de Schnauzer y extrañamente blanco. Pareció agradarle Natsuki puesto que cuando Shizuru lo acercó le lamió la cara.
- Feliz San White, Natsuki.
Shizuru sonrió. Una de las sonrisas que Natsuki sabía que era para ella y para nadie más. Una sonrisa que ahora sabía era de amor y afecto por ella. Su persona querida.
El cachorro era algo personal, algo vivo, algo que crecería como lo que ahora sentía. Entendió que quiso decirle Shizuru con ese mensaje tan propio de la chica de Kyoto.
- Muchas gracias, Shizuru - contestó Natsuki mientras lo tomaba. No pesaba nada y era extremadamente cálido.
Shizuru le dio un abrazo y otro beso mientras el cachorro se acomodaba en las manos de Natsuki.
- Mañana compraremos lo que te haga falta para él - le dijo la chica de Kyoto.
Natsuki miró a ese cachorro mientras pensaba que no importaba mucho esperar hasta mañana. Shizuru le había dado un regalo, un regalo especial a ella. Que siempre había deseado un cachorro y nunca lo tuvo.
Esa noche llegó pasadas las diez de la noche al departamento y colocó la cesta de Dhuran junto a su cama. Trato de no despertar a Mai mientras le daba leche al cachorro. Lo que no sabía era que Mai continuaba despierta y esbozaba una sonrisa al verla tan feliz. Si Natsuki sonreía, ella se daba por satisfecha. Le gustaba ver a su amiga sonreir.
Natsuki se durmió placenteramente ese día, mientras los besos y las suaves caricias de Shizuru se presentaban a cada instante al mirar a Dhuran dormir en su cesta.
- Gracias a ti también, Mai…y tú igual…Dhuran…
lunes, 1 de diciembre de 2008
3 comentarios:
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oooh q tiernas!!! Me encanta este fic :) Un besoo(K)
ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarque padre woooooooooooooooooooow mas de lo que esperaba la verdad jaja pero estuvo muy bueno jajaja gracias por no tardar tanto espero asi singan jajaja gracias estuvo increible
Cuando shizuru dijo "te esta esperando", yo pense "nooo jodeme, seguro es un perro, seguro es un perroo" y al fimal adivine x'D
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