miércoles, 13 de mayo de 2009

La Rosa y El Picaflor - Cap III

Hoy les traigo el tercer cap de este fic (q se supone era pequeño y esta mas largo de lo q pensé, es q no sé "callarme la boca" jejee) y bueno, ya por ahí me lo estaba pidiendo, así que espero tener este miércoles satisfecho. jejeje.
Por cierto, un saludo a mis compañeras del staff, de tanto estudio ni hablo con ellas, un besote mis nenas.
Bueno en fin, ahora con las manos entumidas me voy a la universidad y ójala no me castiguen (ya pasó ¬¬)
Un besos a todo@s
Ali Dagos



Era impresionante como una cucharilla revolviéndose en una taza de té, podría llegar a ser objeto de fascinación durante largos diez minutos, tal vez más, en realidad… nunca supe.
Mientras revolvía el té con la cucharilla, veía también el remolino que se formaba en ese líquido caliente de suave sabor. Di un sorbo pequeño, pero aún así pausado por el miedo a quemarme los labios y la lengua y por querer degustar con un poco de detenimiento su sabor.
- …Amaretto… - dije mientras el calor se sentía aún en mi garganta y seguí viendo por la ventana, pensando que a ella le hubiera gustado también.
Todo quedó en silencio, pero ya estaba acostumbrada a ello. Solo la luz cálida del atardecer parecía darle color y algo de vida a mi casa.
Llevé el té conmigo, a mi habitación.
¿De qué tenías tanto miedo?¿Yo te pedía que sacrificases tu libertad? Solo quería saber si mi amor podía ser correspondido. Pero tal vez la palabra amor, amar, sea algo más fuerte de lo que tu puedas expresar con palabras. Traté de entenderte mientras tu llanto empapaba tus manos, con las cuales intentabas cubrir tu humanidad y tu capacidad de llorar, como todos.
Sonó el teléfono, pero no fui a contestarlo. No me interesaba ninguna llamada que no fuera tuya, además, para eso existía el contestador automático. Me eché boca arriba, mirando el “interesante” techo de mi pieza y sentí (otra vez) que la cama era muy grande, la verdad inmensa para que mi cuerpo junto a mi magra alma pudiésemos ocuparla.
Bip…hola, ahora no puedo atenderle. Deje su mensaje después del tono…bip: Buenas tardes señorita Ascolli. Soy el gerente de la compañía inmobiliaria. Quería saber si usted puede encontrarse conmigo el sábado en la cafetería turca de la calle…… para discutir sobre sus diseños. A eso de las 5.00 p.m. si usted gusta. Espero me devuelva la llamada, buenas tardes……
No quería saber nada de eso ¿a quién diablos le importaban unos miserables logotipos de una compañía inmobiliaria?
Rodé sobre mí misma hasta quedar boca abajo en el centro de la cama, con la cara hundida en la almohada.
Aún no puedo creer que lograrás irte de nuevo. Eran tres miserables días, pero sentí que te había perdido.

- …Dana…
Y otra vez el maldito teléfono… debería desconectarlo.
Bip…hola, ahora no puedo atenderle. Deje su mensaje después del tono…bip: …Este…¿Lauren? - ¡No! - ¿estás ahí? – Corrí frenética por el teléfono y como por arte de magia, mi ropa, mis libros y demás porquerías aparecieron en mi camino. Me caí enredándome con un pantalón, aún así, seguí corriendo con el pantalón enredado en las piernas. Pero me detuve antes de tomar el auricular, con la mano estirada y dubitativa – creo que no…ehhh…yo…quería que supieras…que no salí de la ciudad……y si tú querías a salir a tomar un café o algo…este no sé…yo…te veré…espero (¡ayy!¡Que idiota!)…bueno…chau................¡ah sí! – Di un brinco del susto – ¿Paso por ti mañana a eso de las 4.00 p.m.? o sea, claro si tu quieres…llámame a mi celular para confirmar y bueno…si no quieres, también está bien…o sea lo entiendo…eh jejeje …este…llámame…¿sí?...
Supongo que lo esencial de la información quedó intacto ¿no?...




- ¡¡AAHH!! – Llamé la atención de una anciana con mi fuerte suspiro – Eso fue tan idiota, Dana – me dije en voz alta.
Intenté encender un cigarrillo, aún me temblaban las manos que pensé que le prendería fuego a mi cabello antes que al tabaco. Aspiré el humo de mi vicio, mientras veía el sol desapareciendo en el horizonte, a Lauren le gustaban mucho esas cursilerías de ver los atardeceres, le parecían románticos. No mentiré… a mí también.
La última vez que me fui, habían pasado meses hasta volvernos a encontrar en ese bar.
Desde que escuché esas palabras, estas no habían dejado mi cabeza en tres días, y su voz no hacía más que acrecentarse en mi cabeza, produciendo un dolor de cabeza perenne y de más está decir, que era molesto.
Me habías dejado intranquila.
- Esa cosa mató a mi esposo – luego supuse que se refería al cigarro.
- ¿Ah? – la anciana me hablaba - ¿necesita algo?
- Ve y habla con él…
- ¿Disculpe?
- Sufres de amor, niña. Habla con él, es mi mejor consejo – ¿Era tan obvio?
- Señora…ejem – me aclaré la garganta – no quiero ser maleducada, pero…
- Conozco sus modales, niña. ¿No es usted la hija de Pietro Cavernaghi?
¿Qué? No era posible que esta anciana me conociera de algún sitio. Solo traté de ver su rostro.
- ¡Que fortuita es la manera en la que venimos a encontrarnos! ¿verdad?
- …¿Leti?
- Pensé que no me reconocería, niña… - la anciana volteó y me sonrió. Ahí, en ese momento estuve completamente segura. Ella tenía razón, encontrarme en un parque con mi antigua nana es un hecho sumamente fortuito.
- ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Wow! Cuántos años sin verte.
- Me mudé aquí, niña…usted no ha cambiado mucho en este tiempo.
- Es la juventud, Leti……Tal vez ocho años…si, ocho o nueve ¿no es así?
- La última vez que la vi, usted tenía diecisiete años…me enteré que se fue de casa unos meses después.
- Y sí, por la universidad.
- ¿Y el trabajo?
- Va muy bien…aunque los clientes…me veo obligada a viajar bastante, pero me gusta…
- Y ¿Quién es el afortunado?
- ¿Qué? – Sé que no pude disimular mi nerviosismo. Tiré el cigarro al suelo y lo apagué pisándolo con fuerza innecesaria para la frágil colilla – Y… ¿Por qué piensas eso?
- Ese suspiro fue de amor…todo estará bien niña – me sonrió de nuevo. La sonrisa de esa mujer me reconfortaba, siempre lo hizo – Tome esto – tomó mi mano, justo como cuando yo era una niña, y puso un objeto metálico en ella – Esto le dará suerte, me pidió que se lo guarde, pero que ya usted puede tenerlo. Debo irme, ya anochece. Cuídese – le di mi teléfono por si alguna vez quisiera comunicarse conmigo.
Abrí mi mano. Puedo jurar que sentí los ojos calientes en ese momento ¿cómo lo había olvidado? Ese precioso anillo de oro blanco…


. . . . . . . . .


- Oficialmente…¡Esto es estúpido! – me dije al ver toma mi ropa esparcida por la habitación. El maldito dilema de ¿qué me pongo? De todas maneras, era una cita importante ¿no?...Principalmente…¿era una cita?
. . . . . . . . . .

El atardecer estaba de nuevo ahí, podíamos verlo desde el café sin que nadie nos molestase. Nunca habíamos estado así ¿quién lo diría? Después de intimar en la manera en que lo hacíamos, era difícil no querer que Dana fuese mi novia, fuese mía.
Mientras ella veía el ocaso, yo la veía a ella, era hermosa. En sus ojos grises se reflejaba la luz del sol moribundo, que renacería al día siguiente; pero se hacía de noche, aunque a mi no me gustase, era el tiempo de Dana.
- ¿Te preocupa algo?
- ¿Qué?...ehhh no, nada… - Esa mueca que hiciste fue muy graciosa.
- Eh…Bueno ¿te gustaría ir a dar un paseo por el parque?
- Claro
- Vamos entonces – Se negó a que pagase siquiera un centavo y mientras ella se acercaba a la caja, pude darme realmente cuenta de lo alta que era ella o de lo bajita que era yo.

No había casi nadie en el parque, más que unas pocas parejas pues se estaba haciendo oscuro y las madres ya habían llamado a sus niños para que regresasen al calor de sus casas (pues hacía un frío de las remil….)
Traté de tantearla un poco, Dana se había mostrado muy pensativa y tranquila durante todo el encuentro. No me disgustaba en lo absoluto, pero era posible que algo le incomodase.
- Y…¿tenías alguna cuenta aquí por la que tuviste que quedarte?
- … No, en realidad no. Todos mis clientes, ya me reuní con todos, así que mis cuentas están satisfechas.
- Ya veo…
- La verdad…me quedé algo intranquila por lo que pasó la última vez, no quería hacerte daño…
- Está bien, lo entiendo perfectamente Dana, yo solo quería…
- No he terminado Lauren. Me quedé por ti. Tenía muchos deseos de verte – tomó mis manos y nuevamente sus ojos me cautivaron. Vi sus labios acercarse amenazantes, dispuestos. Apreté la rosa que me había dado, como si me aferrara a ella.
- Dana…Nos van a ver…
- No me importa…

3 comentarios:

  1. Oh dios!!! Me encanta esta historia!! co...como...como lo haces?? Como lo hacess??? jajajaj perdon me ha venido peter griffin cuando toma extasis, asi me siento yo ahora xDDD Ay Dana Dana q te han pescao y ya no te sueltas eh?? Xro xq le da tanto miedo enamorarse? mmmm hasta me siento identificada con ella jajaja

    Gracias por compartirlo artista!! jajaja ;P Un besito!

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  2. maestra*hace reverencia*

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  3. guao me quito el sombrero la ropa lo que sea estubo genial el capi. la anciedad me mata. y lo dejas de una manera quiero seguir leyendo.... Bueno gracias por compartirla

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