viernes, 13 de marzo de 2009

Reiniciando la vida - Capítulo 7

Buenos días/tardes/noches, dependiendo de la ubicación geográfica/astral ^^

Hoy es viernes, mi día preferido de la semana, aunque también me gustan los sábados porque puedes despertar tarde y acostarte tarde... Pero, me toca postear los viernes y no los sábados :P

Finalizada mi divagación (yo sabía que desayunar cosas dulces no era buena idea), les cuento que hoy tenemos Puzzle (Rompecabezas) nuevo l@s invito a tod@s a competir dejando constancia de su record en el puzzle. Bien sea en los comentarios o en el cbox.

A continuación, el siguiente capítulo de esta emocionante historia, ya notamos que las amenazas de la misteriosa mujer no eran en vano, averiguemos qué le depara el destino a Katsumi, después de sufrir ese "accidente".


Autora: Eli
Capítulo 7: La verdad.

Mientras dormía, por acción de los calmantes, fui operada del ojo, repararon mi brazo que estaba fracturado en el antebrazo, lo enyesaron y volvieron a unir los ligamentos de mi rodilla. Además me pusieron una botella de sangre, pues había sangrado mucho, luego de todo esto me trasladaron a una habitación con otros tres accidentados. Allí me despertaron, abrí mi ojo izquierdo y miré a quien me hablaba:

- Señorita, ¿ya está despierta?- me preguntó un hombre joven vestido de celeste.
- Si, creo que si- respondí con dificultad.
- Bien, necesito que me diga su nombre y me de el teléfono de algún familiar o alguien a quien avisar de su accidente.
- Katsumi Takashi, ese es mi nombre.- dije ahora ya más despierta.
- ¿A quien debo contactar?- preguntó el joven.
- A Eileen Jonson- dije sin siquiera pensarlo, le di el número telefónico y pregunté-: ¿cuánto tiempo llevo aquí?
- Llegaste el viernes por la noche, casi sábado en la madrugada y hoy es... martes.

Dicho esto se marchó, dejándome pensando en que todo el tiempo que había pasado en el hospital hasta ese momento, se había reducido a unos pocos segundos mientras dormía.
Con mi único ojo observé a mi alrededor, a mi derecha había una joven mujer, casi una niña, que tenía una pierna llena de fierros, dormía a pesar del ruido que había por todas partes, seguro estaba sedada. Al frente de mi cama distinguí a un hombre de unos cuarenta años con un vendaje en la cabeza y con uno de sus brazos enyesados. Al ver que lo miraba me saludó con su mano disponible. Al lado de este hombre había otro, ya anciano, al que no pude ver ningún vendaje que delatara una lesión, el viejo dormía; más tarde supe que tenía la cadera rota.
La habitación era blanca, no había mucho que mirar, pues además, la puerta permanecía cerrada todo el tiempo; estuve mirando a mi alrededor al menos una hora, luego de este tiempo me sentí en extremo cansada, así es que me acomodé para dormir.

Creo que dormí toda la tarde, pero no podía saberlo con exactitud, pues no había reloj en ninguna parte.

Durante la tarde vino Eileen a verme, venía acompañada de una de sus amigas, pero yo no pude verla porque sentía la vista muy cansada, abrir mi ojo significaba un gran esfuerzo. Al verme, Eileen creyó que yo dormía, así es que sólo se sentó al lado de mi cama y tomó mi mano.

- No entiendo porque me hiciste venir.- dijo su amiga. Al escuchar esa voz, mi corazón dio un vuelco, comenzó a latir muy rápido; había reconocido esa voz.
- Te hice venir, porque creo que tu pequeña broma ha ido demasiado lejos.- respondió Eileen con un ligero temblor en la voz.
- Oh... vamos, tu estuviste de acuerdo con llevarla a cabo.- dijo su amiga con sorna.
De pronto comencé a atar cabos, comprendí de golpe porque había sido tan fácil acercarme a Eileen en tan poco tiempo, porque ella se puso nerviosa cuando le mencioné la carta de amenaza. Todo era parte de un chiste.
Sentí una horrible sensación, entre desesperación, odio y desprecio por las dos personas a mi lado; quise retirar mi mano de entre las de Eileen, pero si lo hacía ella notaría que yo estaba despierta, además quería escuchar que más decían:
- Quiero que confieses que fue tu idea, que lo hiciste a propósito, por una simple rivalidad entre grupos.
La voz de Eileen estaba llena de rabia, y se notaba que fulminaba a su amiga con la mirada tratando de intimidarla.
- No lo haré- dijo y acto seguido escuché pasos que se alejaban. Apenas se dejaron de escuchar los pasos, Eileen bajó la cabeza y la apoyó en mi cama, sobre mi mano que aún sostenía entre las suyas. Sentía como se estremecía su cuerpo mientras húmedas lágrimas caían en mi mano, que a pesar del odio que sentía me conmovieron profundamente.
Luego de un rato en que ya no pudo llorar más, Eileen me besó la frente vendada y se fue.

Pensando en ella fue que me dormí, para no despertar sino hasta las ocho, cuando un doctor me despertó:
- Buenas Tardes, señorita Takashi- me dijo cuando me vio abrir mi ojo.-: ¿Cómo se siente?
- Bien...- dije-: ¿Qué pasó a mi ojo?
- A eso he venido, yo la recibí el viernes por la noche; apenas ingresó, la sedamos y operamos su ojo para tratar de salvarlo, el problema fue que el pedazo de metal que le golpeó reventó el globo ocular, perforando el cristalino y dañando seriamente la retina. Tuvimos que quitar todo resto del metal, lamentablemente no pudimos reparar el cristalino ni la retina, aunque si pudimos reconstruir el globo ocular; ya no podrá volver a utilizarlo, ya no tiene el aspecto normal de un ojo, aunque se mantiene dentro de la cuenca del cráneo; mañana por la mañana quitaremos los vendajes de la cabeza, en ese momento podrá ver usted lo que digo.
- ¿No podré ver por mi ojo nunca más?
- Así es, lo siento- dijo el médico con un tono absolutamente profesional.-: Tu brazo derecho estaba roto, prácticamente deshecho en el antebrazo así que lo operamos también y la enyesamos, le quitaremos el yeso en un par de meses; además tuviste un corte de ligamento en la rodilla izquierda, pero lo reparamos y está todo bien, te costará caminar al principio, pero eso se arregla con el uso de un bastón.
- ¿Para cuando me darán de alta?- pregunté ansiosa de poder confrontar a la amiga de Eileen que había tenido toda la idea de amenazarme.
- Tenemos que observar como evolucionan las lesiones de tu cara, pero creo que a más tardar te dejaremos ir el jueves.
- Está bien- respondí aunque no hubiera necesidad de decir nada.
- Ahora me voy, me encargaré de que todo salga bien, para que pueda regresar a su casa- dijo el doctor, y luego se retiró.
Intenté imaginar como sería de aburrido estar en esa sala común, tan blanca, tan callada, hasta el jueves de esa semana. Llegué a la conclusión que más valía no pensarlo mucho. Y en eso llegó una enfermera y nos entregó a todos los pacientes una cena con una pastilla para dormir. Miré la comida con desagrado, arroz blanco y un trozo de algo que parecía algo como un guiso, comí el arroz y la pastilla, pero el guiso ni siquiera lo toqué.
Poco rato después ya me había dormido.

Desperté a la mañana siguiente, no serían más de las nueve, cuando logré abrir mi ojo y noté que había alguien sentado a mi lado. Era Eileen.
- Hola- dije tratando de sonar con normalidad.
- Hola- Respondió ella mirándome con una expresión mezcla de tristeza y cansancio.
- ¿Qué haces aquí tan temprano?
- Vine a ver como estabas- respondió, y podría jurar que reprimió una lágrima al decir esto.
- Bien.- dije, creo que de manera cortante.
En ese momento llegó el doctor del día anterior con una enfermera. Con la misma voz profesional de la noche anterior, saludó a Eileen que se puso de pie rápidamente para devolver el saludo y luego a mi.
- ¿Cómo pasó la noche señorita Takashi?
- Bien, dormí toda la noche.
- Excelente, vamos a quitar los vendajes del ojo para revisar las lesiones. ¿Está bien?- yo asentí con la cabeza lentamente.

La enfermera me ayudó a sentarme en la cama para que no forzara mi brazo ni mi rodilla, luego cortó con una tijera un trozo de venda de mi cabeza, comenzó a desenrollar lentamente, con lo cual se aseguraba que al momento de llegar a la herida no ocasionaría ningún daño.
Y salió toda la venda. Tenía el ojo aún cubierto por una gasa. La enfermera se retiró a un lado y el doctor se acercó. Encendió una linterna frente a mi ojo derecho y examinó alrededor de la gasa. Luego la removió con cuidado. Cuando la hubo quitado, Eileen reprimió un sollozo, lo había notado claramente.

- Trate de abrir el ojo.- me dijo el doctor iluminando mi ojo aún. Apenas logré mover el párpado, pues me dolía bastante.-: Aún no está totalmente recuperado, pero lo dejaremos sin el parche para que así cicatrice más rápido.
- Doctor- dije de pronto, percatándome de un detalle que hasta entonces había pasado por alto-: veo con el ojo derecho el destello de su linterna.
- Es natural, tus células fotorreceptoras permanecen casi intactas.- dijo el doctor con naturalidad, como diciendo lo obvio-: poco a poco podrás darte cuenta que tu ojo captará los cambios de luz, aunque es posible que a largo plazo las células dejen de cumplir su función. Ahora debo irme, si necesita cualquier cosa llame a la enfermería.
Luego el doctor se marchó, dejando a la enfermera desinfectando mis heridas. Eileen se había sentado a mi lado escondiendo la cara entre sus manos. Cuando la enfermera se fue, miré a mi amada; al verla recordé lo que había escuchado el día anterior, pensé en pedirle que se marchara, pero el amor pudo más; sólo permanecí allí mirándola largo rato.
Pasaron largos minutos en los que Eileen sollozaba en la misma posición, con la cara entre las manos. Yo la miraba, pero no se me ocurría que decirle; Eileen estaba bastante arrepentida de haber participado de la “broma” de su amiga, lo notaba, no podía pedirle que se marchara, porque si lo hacía me quedaría sola en el peor lugar para estar sola de todos los lugares, ya había experimentado esa soledad de un hospital y no estaba dispuesta a vivirla de nuevo.

Entonces dije:
- Ayer también viniste ¿no es cierto?
Ella levantó los ojos llorosos hacia mi, evitando mirarme directamente y pareció extremadamente sorprendida de que yo lo supiera.
- Si, estuve aquí un rato después de clases.- respondió quitándose las lágrimas de los ojos a manotones torpes, que me hicieron recordar que la culpable de esto era su amiga, no ella; miré sus ojos y logré distinguir a pesar de mi ceguera parcial que ella si me amaba, que lo vivido juntas era cierto.
- Al parecer yo dormía- dije casual, dejé pasar unos segundos y le pregunté-: ¿por qué lloras?
Creo que algo en el tono en el que hablé la hizo sentir más culpable por lo que me sucedía, porque sus sollozos se hicieron más insistentes.
- Por favor no llores.- rogué extendiendo mi mano sana hacia ella, ya comenzaba a partirme el corazón verla así.-: estoy bien, sobreviviré, me recuperaré de mis lesiones y todo volverá a ser como antes.
- Pero tu ojo no...- dijo con la voz tomada por las lágrimas.
- Estoy viva, es todo lo que importa, puedo seguir viviendo.
Lo único que quería en ese momento era decirle a Eileen que ya lo sabía todo, que sabía que nuestros encuentros y las amenazas eran parte de un plan, quería decirle que la perdonaba, quería expresarle cuanto la amaba, pero aquel no era el momento; ya había pensado en que hacer, Eileen pronto se sentiría tan culpable (si es que no lo sentía ya) que me confesaría todo el plan de su amiga, me diría las razones que tuvieron para hacerlo y luego yo le diría que todo lo que quería decirle en ese momento en el hospital, también tenía un plan para conseguir que su amiga confesara lo que hizo y así lograr cerrar el capitulo tan desagradable que me estaba tocando vivir.

Ya estaba cerca de la hora del almuerzo (según el horario de la universidad), Eileen se marchó, prometiéndome sus apuntes de la única clase que compartíamos los miércoles, en la cual, una semana completa atrás, nos hablamos por primera vez.

Un par de horas después, ese mismo día, entraron en la habitación un hombre y una mujer vestidos formalmente, que venían a verme. Eran detectives de la policía que querían hacerme algunas preguntas sobre el accidente. Se presentaron como los agentes Rodríguez y Gózales.
- Es usted Katsumi Takashi- preguntó la mujer, pero preguntó a la mujer de la cama al lado de la mía, así es que alcé la voz y dije:
- Soy yo- la mujer y su acompañante vinieron hacia mi, ella dijo:
- Soy Mariana Rodríguez, el es mi compañero el agente González, somos detectives de la policía de Madrid.
- Necesitamos hacerle algunas preguntas- complementó Gonzáles.
- Claro, ustedes dirán- dije tratando de controlar mi acento extranjero que comenzaba a notarse más de la cuenta en ese momento.
- Usted fue protagonista de un accidente el viernes recién pasado ¿no es cierto?- dijo Rodríguez.
- Si, por eso estoy aquí..
- Tenemos testigos que afirman haber visto un auto y una motocicleta corriendo a gran velocidad por la calle.
- Yo conducía la motocicleta.- dije ahorrando la pregunta a la agente Rodríguez.
- ¿Era eso una suerte de carrera urbana no autorizada?, ¿tal vez una apuesta?- preguntó González.
- Oh no, claro que no- respondí de inmediato.
- Entonces ¿por qué iba un auto y una motocicleta (conducida por usted) corriendo a tan alta velocidad?- siguió interrogándome Gonzáles.
- Quien quiera que fuese conduciendo el auto quería sacarme del camino, me perseguía e incluso llegó a lanzarme a un lado.- respondí.
- Y usted ¿por qué siguió corriendo y no detuvo la motocicleta?- preguntó Rodríguez.
- Pues... porque estaba asustada.
- ¿Asustada de que?, ¿Cómo sabía usted que el conductor del automóvil quería sacarla del camino?.
- Porque esta carrera como la están llamando ustedes, es la parte culmine de una serie de amenazas que había estado recibiendo de parte de una mujer anónima.

En esa parte de la conversación, ambos agentes ya estaban bastante más interesados en lo que yo tenía que decir que cuando llegaron. Comenzaron a preguntarme cosas sobre las amenazas, ¿quién me amenazaba?, ¿Por qué?, ¿desde cuándo? Y así estuvimos un par de horas jugando a las preguntas y respuestas. Entonces cuando el agente González me preguntaba si yo podría identificar a la mujer que casi me mata, entró mi doctor y les pidió a los detectives que se marcharan, porque yo necesitaba descansar.

El se quedó conmigo para revisar mi ojo otra vez, me pidió que tratara de abrir el párpado; esta vez logré abrirlo bastante más que esa mañana, lo cual alegró al doctor:
- Bien, muy bien.- dijo alegre, manteniendo la seriedad en su voz-: lo más probable es que pase por aquí mañana por la mañana y te daré el alta.

Esta noticia alegró mi día, pues odiaba estar en una cama sin nada que hacer, era lo peor que me podía pasar (aunque ya me había pasado una vez anteriormente, lo cual sumaba dos veces y ambas habían sido insoportables). Así que contenta, con una gran sonrisa terminé por dormirme después de almorzar la desabrida comida del hospital.

Dormí un buen rato, hasta que durante la tarde llegó Eileen acompañada de Antonia (mi mejor amiga, por si no lo recuerdan). Eileen me despertó cariñosamente, tomó mi mano y me besó en el rostro. Abrí mi ojo sano dirigiendo una gran sonrisa a mi amada.
- Hola- dijo Antonia, creo que estaba un poco incómoda por la cercanía entre Eileen y yo.
- ¡Antonia!- exclamé yo-: que bueno verte.
- Eileen me contó que habías tenido un accidente, así es que decidí venir a verte; pero sólo unos minutos, tengo clases en un rato.
Miré a Antonia con atención, no se veía bien, parecía preocupada por algo.
- ¿Pasa algo malo Antonia?- le pregunté son ganas de adivinar lo que sucedía. Eileen y ella se miraron nerviosas, algo ocurría pero no querían decírmelo.
- Eh... bueno, más o menos- Antonia se veía más incómoda que cuando había llegado.
- Katsumi- interrumpió Eileen-: en la universidad han pasado varias cosas desde que estás aquí...
- Ya habla...- urgió Antonia a Eileen.
- Bueno, bueno...- respondió ella-: Ya todo el mundo sabe que tu y yo estábamos saliendo, tu amigas están furiosas porque has salido con alguien del grupo enemigo.
- Sabía que algo así pasaría, ¿qué más ha pasado?- por las expresiones de mis acompañantes supuse que había algo más.
- Hay un rumor que ha corrido como pólvora en estos días, ya nadie sabe que creer.- dijo Antonia-: Alguien ha difundido el cuento de que tu accidente fue provocado por el grupo al que Eileen pertenece... cuando escuché esto hablé con ella, pero nuestro grupo me vio hablándole; se han enfurecido, tanto conmigo como contigo, dicen que nosotras hemos pasado información al “enemigo”.
- La rivalidad es demasiado, nadie de tu grupo o el mío puede caminar solo, a menos no sin que alguien le de una golpiza.- dijo Eileen terminando el relato de Antonia.
- Eso es mucho- dije pensativa... si ya casi me habían matado por un simple juego, si regresaba a la universidad, entre ambos grupos nos lincharían a Eileen, a Antonia y a mi.
- Deduzco que hay gente dispuesta a matarme apenas ponga un pie en la diversidad- dije tratando de pensar a toda velocidad alguna forma que me permitiera entrar a la universidad para poder probar a mis amigas que todo lo que yo hacía era por amor y que yo no era más que la pobre victima de una broma planeada para diversión de quien la planeó-: ¿Qué hay de cierto en el rumor?
- Pues, yo no lo se.- respondió Antonia sentándose en la silla a mi lado.
- Es cierto...- dijo Eileen bajando la cabeza tratando de evitar mi mirada. También Antonia lucía sorprendida, por lo visto Eileen le había dicho que no sabía nada.-: una de mis amigas del grupo notó que tu me mirabas constantemente desde que había llegado. Me lo dijo, yo no quise hacerle caso, me daba lo mismo que alguien me mirara... además en Estados Unidos había terminado una relación tormentosa hacía poco, no quería saber nada de eso. Entonces un día ella me dijo que podía hacer que tu dejaras de mirarme, pero que para eso era necesario que nos conociéramos, incluso que saliéramos juntas. Yo sentía absoluta indiferencia respecto a la idea, pero decidí llevarlo a cabo, porque ella me molestaba mucho respecto al asunto. Katsumi por favor perdóname.

1 comentario:

  1. Uuuhhh!!! Ahora se pone interesante. Qué pasará con la amiga de Eileen?? Podrán Antonia, Eileen Y Katsumi regresar sin problemas a la universidad?? Eli, por favor, continualo. Gracias por esta historia y a Akari por publicarla.

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