viernes, 27 de marzo de 2009

Reiniciando la vida. Cap 10

Bueno, continuamos esta parte del fic, que ya llevamos algo avanzado, les dejo el capítulo 10 de este gran fic. Que los disfruten ^^

Capítulo 10: Recuerdos.
Estuve inconsciente unos diez minutos. Cuando desperté estaba de espalda en el piso, alzándose sobre mi cabeza el edificio donde vivía Eileen. Apenas abrí mi ojo noté que Eileen apretaba mi mano y me miraba con preocupación.
- ¿Cómo te sientes?- preguntó cuando me vio despertar.
- Me duele...- no conseguí decir nada más, la pierna me dolía mucho, sumándose ahora el dolor de la mano, pues al golpear a Carlos en la cabeza con el yeso, éste se había roto, dejando mi mano fracturada expuesta.
- Ya viene una ambulancia- dijo mientras retiraba un mechón de pelo de mi cara. Cerré los ojos fuertemente, tratando de desviar mi atención del dolor sin mucho éxito.
Afortunadamente, poco minutos después llegó la ambulancia, sin demora me pusieron en una camilla y me subieron al vehículo; Eileen subió a la ambulancia después que estuve arriba y durante todo el trayecto al hospital acarició mi frente con ternura, sin que yo me opusiera, más que nada porque no tenía fuerzas para hacerlo. Al llegar al hospital ella tuvo que quedarse en la sala de espera, dando datos para mi ficha, mientras los auxiliares de la ambulancia me llevaban a un cubículo donde me esperaban dos doctores; uno de ellos era el doctor que me había dado el alta esa misma mañana.
Sin decir nada los doctores se acercaron a mi, seguramente ya les habían informado de mis lesiones, pues comenzaron a examinar mi rodilla de inmediato.
- Está rota en la rótula- dijo uno de los doctores, luego me miró y añadió.-: debemos devolver los huesos a su posición.
- ¿Puedes doblar la pierna?- preguntó el doctor que me había atendido antes. Intenté moverla, pero me dolía horriblemente.
- No puedo- respondí con un gesto de dolor en el rostro.
- ¿Qué opinas?- preguntó mi doctor al otro.
- Deberíamos operar, creo que son nervios y meniscos cortados, además los huesos de la rótula lo que explicaría la falta de movimiento y el dolor.- opinó el otro doctor.
- También yo... pero no se si sea lo mejor,- dijo con un tono pesimista que no me agradó nada-: ya hemos operado una vez y una segunda lesión como esta, generalmente no se recuperan.
- Doctor...- interrumpí-: Ya se que mi pierna no volverá a ser como antes, pero al menos quíteme el dolor y si puedo volver a caminar se que estaré bien.
- Operemos entonces, el dolor se quitará en poco tiempo y podemos asegurar que podrás caminar al menos... no perfectamente, pero podrás hacerlo.
- Bien, eso es todo lo que quería.- dije, dejando clara mi posición sobre la operación.
- Enfermera, que preparen el pabellón.- dijo uno de los doctores a una enfermera que los asistía mientras me examinaban, la mujer salió de inmediato después de escuchar la indicación del doctor.
Media hora después ya estaba en el pabellón, la pierna anestesiada y rodeada de doctores y auxiliares.
Los pensamientos corrían por mi mente mientras los doctores operaban. Pensaba en que haría después de salir del hospital; después de lo sucedido había perdido toda confianza en Eileen, no tenía ganas de verla otra vez. De pronto pensé en una opción que me aterró: Regresar a Japón; claro que no quería, ya tenía todo aquí en España, amigos, casa, una carrera y tenía un amor, pero la decepción de ella era tan grande que estaba dispuesta a dejar todo lo demás para vivir en paz.
Salí del pabellón y me llevaron a una sala de recuperación para que se me quitara el efecto de la anestesia, allí permanecí acostada mirando el techo blanco del hospital una vez más, estaba madurando la idea de partir a Japón apenas me recuperara de la pierna lo suficiente como para caminar.
Y pensando en eso, recordé que no tenía donde vivir en Japón, mis padres no me aceptarían de regreso bajo su mismo techo y ya había vendido el departamento donde vivía antes de venir a España.
Ya era tarde, casi anochecía cuando un enfermero llego y me llevó a una habitación, una habitación sólo para mi, con una televisión y un baño propio. Cuando el enfermero estaba a punto de marcharse, le pregunté:
- ¿Por qué me han traído a esta habitación?
- No lo sé, a mi sólo me dan las órdenes...
Entonces alguien entró a la habitación interrumpiendo la conversación:
- Yo pedí que te trajeran aquí.
Miré hacia la puerta al reconocer la voz, era Eileen que entraba cautelosamente.
- No puedo pagar por esto,- dije cortante.
- No te preocupes por eso, yo pagaré tus gastos, no es ningún problema- dijo bajando la mirada al ver el reproche en la mía. Entonces el enfermero salió de la habitación, diciendo por lo bajo algo que no alcancé a entender.
- No quiero tus favores- respondí sin desviar la mirada, manteniendo el ceño fruncido.
- Katsumi... por favor- dijo acercándose a mi cama con pasos inseguros-: Escúchame.
- No vale la pena, ya me he dado cuenta que todo no era más que una gran mentira.- dije llena de rabia, con los dientes apretados para no echarme a llorar.
- ¡No!... no todo- exclamó angustiada.
- No puedo creerte, ya no.
- Katsumi... yo...- titubeó mientras lágrimas caían por su rostro.-: Yo me enamoré de ti.
- ...- Por un segundo estuve a punto de dejar que las lágrimas lavaran mis mejillas, pero luego, pensándolo mejor, dije-: Vuelvo a Japón, Eileen.
Entonces cayó sobre nosotras, por primera vez desde que nos conocimos, un silencio incómodo, cargado de tristeza. Eileen fue hasta un sillón que había en una esquina de la habitación y se sentó apoyando la cabeza entre sus manos. Dejé que pasaran varios minutos antes de decirle:
- Me iré apenas pueda caminar.- ella levantó la mirada con los ojos enrojecidos por las lágrimas.
- No te vayas, yo te amo, te necesito;- con manotazos torpes se quitó las lágrimas de los ojos-: Perdóname, yo nunca quise que esto sucediera.
- Ya no puedo estar contigo, me has traicionado dos veces... la primera pude perdonártela, el accidente no fue directamente tu culpa, pero esto... no puedes decir que me amas y después entregarme a mis enemigos.
- No lo hice, esto sucedió contra mi voluntad, de verdad me enamoré de ti... no hice esto, sólo... sólo...- no pudo seguir hablando, las lágrimas ahogaron sus palabras. Yo tampoco podía mantener más mi semblante imperturbable, cerré los ojos y dejé que un par de lágrimas escaparan mejilla abajo.

- Tu no quieres irte- me dijo Eileen mirándome con tristeza desde el sillón donde estaba sentada-: Tu me amas, no quieres irte.
- ...- me quedé en silencio, sin responder por unos segundos, sosteniendo su triste mirada con mi único ojo. Luego respondí-: Tienes razón, no quiero irme... pero no puedo quedarme, no después de todo lo que me ha pasado en este país.
Miré hacia el techo de mi habitación suspirando; a pesar de haber comenzado a conocerme hacía muy poco, Eileen sabía perfectamente que yo la amaba muchísimo y que si llegaba a marcharme sería a costa de un gran dolor. Era verdad.
Nos quedamos en silencio otra vez; luego de un rato y supongo que de tanto llorar, Eileen se durmió sentada en el sillón con la cabeza apoyada en su mano; sólo entonces dejé salir las lágrimas que aún guardaba y que no me había permitido derramar por miedo, simplemente miedo a que ella me viera, sería una demostración de flaqueza en mi decisión de volver a Japón.
Mientras lloraba, pensaba en todo lo que arriesgaba regresando a Japón; un recuerdo en especial vino a mi mente entonces, la razón por la que mis padres me desheredaron y me culparon por manchar la honra familiar...

*Flashback*
Una noche de viernes, varios años antes yo había salido a una fiesta con unos amigos, en esta fiesta y como era ya una costumbre, me di el tiempo de conquistar a una mujer que me había gustado. Tuve éxito en mi cometido, así es que me la llevé conmigo a mi casa, a la casa donde vivía con mis padres. Por supuesto que nos acostamos, no me preocupé por mis padres ni por mis hermanos, era muy tarde y ellos dormían muy profundamente, sólo debía asegurarme de salir temprano por la mañana con mi amante de turno y evitaría cualquier problema.
Esa noche fue una muy agitada, la mujer que me acompañaba era una excelente amante... exhausta me dormí al amanecer. Fue sólo cosa de tiempo para que se iniciara la actividad en mi familia, mis padres se levantaron y comenzaron a asear la casa.
De pronto, sin previo aviso mi madre abrió la puerta de mi habitación, el ruido nos despertó. Mi madre estaba de pie en el dintel de la puerta, mirándome atónita, yo estaba segura que notaba que bajo la sábana había dos cuerpos desnudos.
A partir de ahí se desencadenó la furia de mis padres, no les importó nada, ni siquiera mi amante se salvó del tornado. Me trataron como la peor basura y me echaron a patadas de la que alguna vez fue mi hogar.
************

Con un suspiro regresé a la realidad, había sido muy duro cuando tuve que comenzar a valerme por mi misma. Fruncí el ceño pensando en aquel primer día fuera de mi casa, durante el día estuve buscando un lugar donde quedarme, fui con todos mis amigos, pero ninguno quiso recibirme. A partir de ahí me di cuenta que no tenía verdaderos amigos. Esa noche la pasé vagando por Tokio, completamente sola.
Miré a Eileen. Mientras la observaba dormir mi expresión se suavizó, “se ve realmente hermosa”; entonces dudé una vez más de mi viaje a Japón, ¿Tendría el valor de dejar lo que había conseguido en España?

2 comentarios:

  1. Una vez más, gracias KT por hacerme la segunda.

    Esta es una historia muy interesante, pobre Katsumi la verdad que le ha tocado pasar de todo.

    Saluditos!

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