Seguimos con Reiniciando la vida, empieza el drama con la llegada de la tercera advertencia, la cosa se pondrá fea para Katsumi, veremos en qué parará todo esto.
Autor: Eli
Capítulo 6: Esa noche...
Ya a las 11:30 estábamos sentadas, Eileen y yo, en su sala de estar con una cerveza ella y yo con un zumo de naranja (si no me equivoco, he mencionado que ya no bebía alcohol).
- Tengo una pregunta.- me dijo.
- Dímela.
- ¿Sabes quien te está amenazando?- miré su rostro, lucía preocupada.
- No... si lo supiera la encararía para que me dejara en paz.
- Debe ser angustiante- comentó para luego empinar su botella y tomar un largo trago.
Se hizo un silencio entre nosotras por primera vez en la noche. El ambiente era intenso, no incómodo, sólo cargado de algo especial... Suspiré entonces, dejé el vaso en la mesita de centro y me puse de pie para ir a la ventana. Eileen me siguió. Estaba por mirar hacia fuera cuando ella me dijo:
- Katsumi...- me volví hacia ella y la interrogué con la mirada.-: Tu... digo ¿es verdad lo que me dijeron?
- ¿Qué te dijeron?- pregunté dando un paso hacia ella.
- Que tu eres lesbiana, no se si es verdad... por eso te lo pregunto.- me quedé en silencio antes de contestar.
- ...Es verdad.- dije con toda sinceridad-: ¿qué piensas sobre eso?
- No lo sé, digo, es una opción de vida.- dijo, parecía que le costaba un poco hablar del tema o simplemente estaba nerviosa, en ese momento no supe cual de las dos.-: Creo... creo que me... me gustas.
En un primer momento no supe como reaccionar, no comprendía sus palabras, no lograban entrar en mi mente.
- ¿Te... te gusto?- pregunté insegura de lo que acababa de escuchar.
- ...Lo dije, wow- lucía muy sorprendida de sus palabras.
- No puedo creer esto.- estaba absolutamente fuera de mi yo normal., era realmente increíble lo que estaba ocurriendo-: yo creía que tu eras... bueno, normal.
La verdad es que reaccioné bastante mal frente a una noticia tan buena como esa.
- ¿Yo?...- entonces ella negó con la cabeza. Me dejó absolutamente claro que lo que sucedía no era tan inverosímil-: me gustaría saber si yo te gusto...
Se me fue todo el aire de los pulmones, me sonrojé hasta las orejas, como nunca me había sucedido, la situación me tenía muy incómoda, siempre imaginé una escena distinta, ella y yo conversando frente a frente, hablando de todo un poco, algo como lo que había sucedido en la cena; me imaginé tomando su mano, tomando la iniciativa en hablarle de mi condición sexual, confesándole que me gustaba, que me gustaba desde que había llegado a la universidad directo desde Estados Unidos. Pero no lo había hecho yo, ella había hablado del tema primero. En cierto modo me avergonzaba no haber tenido valor suficiente para sacar el tema a flote.
- Si... Eileen- respondí-: me gustas.
- Lo sabía- dijo triunfal, echándome los brazos alrededor del cuello. Por un segundo no reaccioné, pero luego recobré mi sentido de conquistadora y la abracé de la cintura, levantándola un poco del suelo. Luego la bajé y sin soltarle la cintura le dije:
- Me gustas...- allí abandoné la timidez y me acerqué aún más, hasta que nuestras narices se toparon, no quería besarla todavía; usé las pocas fuerzas que me quedaban para resistirme a besarla, resistir su cercanía, pues sabía que eso causaba un efecto atrayente.
Y así fue, ella se acercó a mi hasta que nuestros labios se juntaron. Sus labios suaves y tibios, dulces como la miel, me hicieron arrepentirme de todas las mujeres que había besado antes, pues llegar a besarla a ella era lo mejor que me había pasado, me hubiera encantado besar por primera vez en mi vida a la mujer que tenía al frente.
Cuando me separé de ella, una lágrima solitaria corría por mi mejilla, era una mezcla de felicidad y arrepentimiento por todas las bocas que había besado antes, que no sabía explicar muy bien.
Antes que Eileen me viera con la lágrima en mi cara, la abracé posando mi cabeza sobre su hombro, aprovechando el momento para limpiarme la humedad de la mejilla.
- Nunca hubiera imaginado esto- le dije, estaba muy inquieta, aún había algo que no me gustaba, así que me puse en plan de conversar con ella para poder descubrir exactamente lo que no me gustaba.
- Yo creo que si lo imaginabas, sólo que no creías que sucedería realmente.- me corrigió ella especificando un poco más lo que yo había querido decir con mi frase anterior.
- ¿Lo dices por mi forma descarada de observarte todos los días?
- Desde que llegué a España no me has quitado los ojos de encima- me dijo dirigiéndome una gran sonrisa.
- ¡Lo sabía! Era lógico que notaras que yo te miraba- exclamé emocionada, pues que ella supiera que yo la miraba desde que había llegado significaba para mi un gran alivio, me ahorraba muchas explicaciones.
En ese momento no pude retener un bostezo, me tapé la boca con la mano mientras bostezaba; comencé a sentir el cansancio de haberme levantado temprano y no haberme detenido en todo el día a descansar.
- Creo que debo irme- dije tomándole la mano. Después de todo si me quedaba algo de iniciativa propia.
- Oh no...- dijo, estaba apenada de decir adiós -: no te vayas todavía, quedate un poco más, mañana es sábado.
- Se que mañana es sábado, pero debo llegar a mi casa- y a modo de explicación le dije-: Todos los sábados en la madrugada mis hermanos llaman desde Japón y debo estar en casa para cuando llamen, es un gran esfuerzo para ellos.
- ¿A qué hora llaman?- preguntó mientras me conducía de la mano a su sillón, donde nos sentamos. Pasé mi brazo sobre su hombro y le contesté:
- A eso de las 5.
- Quédate, te vas a las 4 y así podemos seguir conversando un poco más.
- Suena tentador, pero creo que lo mejor es que yo me vaya ahora.- dije tratando de no parecer descortés.
- ¡No te vayas!- exclamó tomando mi brazo fuertemente cuando intenté retirarlo de sus hombros para marcharme.
- Dame tres buenas razones para no irme.- le dije desafiándola con una expresión picaresca en el rostro; aunque me pareció extraño que Eileen no quisiera que me marchara, de todas formas le seguí el juego un poco más.
- Una: porque quiero besarte otra vez,- era una excelente razón para mi-: dos: porque sé que aunque tienes que irte, de verdad no quieres hacerlo. Y tres: sólo porque si... porque yo quiero que te quedes.
La ultima razón me sonó a la forma de hablar de una niña caprichosa y malcriada. Pero tomando en cuenta la primera y la segunda razón, eran un argumento casi demoledor, pero de todas formas sabía que tenía que irme.
Acerqué mi boca a su oreja, le besé suavemente el lóbulo, donde tenía puestos unos aros muy lindos y le dije:
- Son tres excelentes razones, pero tengo que irme, en serio debo hacerlo.
Ella Suspiró, apretó mi brazo un poco y lo soltó
- Está bien... ¿cuándo te veré de nuevo?
- En cualquier momento que quieras, después de las 5 de la mañana.- Le acaricié la mejilla con una mano, deposité un suave beso en sus labios y me fui hacia la puerta. Antes de salir la miré, le lancé un beso con la mano y guiñándole un ojo salí cerrando suavemente la puerta.
Ahí en el pasillo del edificio solté un suspiro y me dije a mi misma: “Katsumi Takashi está enamorada.”
Bajé las escaleras lentamente, no podía dejar de pensar en el beso con Eileen. Pensé que todo estaba ocurriendo demasiado rápido para ser tan bueno, lo cual significaba para mi una gran inseguridad respecto a la relación que estaba comenzando.
Y así, vagando por mis pensamientos llegué a mi motocicleta, seguía estando donde yo la había dejado, pero desde la puerta del edificio (por donde yo salía) se veía una mancha blanca en la pintura, al lado de la tapa del tanque de gasolina. Al acercarme noté que la mancha era un papel pegado con cinta adhesiva. Lo saqué de un tirón, sabía perfectamente que era otra nota de la mujer que me quería lejos de Eileen.
Desdoblé el papel, reconocí de inmediato la letra, era igual a la de la nota anterior. Decía:
“ Ultima advertencia... Conduce con cuidado.”
Un escalofrío recorrió mi espalda, quizás esta mujer había cortado los frenos o desinflado mis neumáticos. Antes de arrancar el motor me aseguré que no hubiera nada extraño en la motocicleta y alrededor de ella; no había nada.
Monté la motocicleta y me puse el casco, miré a todos lados tratando de descubrir por ahí a alguien observándome, pero como era de noche sólo vi las luces de un automóvil entrando a un estacionamiento, pero nada más; así que puse el motor en marcha y partí camino a mi casa.
Iba por la mitad del camino cuando noté que se acercaba un auto por detrás de mi. Me acerqué a la orilla de la acera para dejarle el paso libre, pues vi que venía a gran velocidad, lo que para mi eran intenciones de adelantarme. Éramos los únicos vehículos en la calle, así que esperaba que el auto me adelantara y desapareciera en una curva que había más adelante, pero eso no sucedió.
El auto se situó a mi lado, íbamos con la misma velocidad, intenté ver quien lo conducía, pero el camino era bastante accidentado en esa parte, con bastantes agujeros así es que no podía quitar la vista de lo que sucedía frente a mi.
Intenté disminuir la velocidad para situarme detrás del auto y dejarle todo el camino libre, pero apenas el conductor notó que yo diminuía mi marcha, disminuyó también la suya quedándose a mi lado.
“Conduce con cuidado”
Recordé la nota pegada en mi motocicleta, al hacerlo pensé en ella como una sentencia de muerte. Esa mujer estaba dispuesta a matarme. Entonces comprendí que el conductor del auto no podía ser nadie más que la mujer... en ese momento la odié con todo mi corazón; con la ira no noté que había acelerado, ya iba a casi 200 Km/H, una velocidad que me gustaba evitar los viernes por la noche, pues las calles estaban llenas de jóvenes borrachos que se lanzaban al camino para llegar al otro lado con algún amigo. Pero en esas circunstancias con una mujer loca siguiéndome, no me importó subir la velocidad un poco más.
Más adelante, a unos 300 metros, se acercaba el fin de la calle por la que corríamos mi perseguidora y yo. De pronto el auto se me vino encima, di un golpe de volante y logré esquivarlo hacia la derecha. 200 metros, era muy poca distancia para lograr detenerme, de todas formas bajé bruscamente la velocidad a lo que el automóvil respondió bajando también su velocidad y lanzándose de nuevo contra mi. 100 metros, la calle por la que íbamos desembocaba en otra a la derecha, mi ultima esperanza era lograr doblar a la derecha.
El auto comenzó a virar a la derecha, encerrándome contra la esquina. De pronto, mis ruedas empezaron a topar con la orilla de la acera, si no lograba salir de ahí iba a perder el equilibrio y me caería. Ya no me quedaba espacio, apenas unos escasos 10 metros me separaban del fin de la calle. Aún iba a 100 Km/H, no había logrado disminuir más mi velocidad. Entonces el auto me cerró totalmente el paso por un segundo, dobló en la esquina a la derecha haciendo rechinar los neumáticos y aceleró perdiéndose calle abajo. Ya no debía preocuparme por ser arrollada por un auto. Sólo debía evitar estrellarme.
Entonces perdí el control, mis ruedas derraparon de lado, mi pierna izquierda casi tocaba el piso. Me quedaban sólo 3 metros, grité mientras trataba de sacar la pierna de debajo de la motocicleta; me acercaba cada vez más a un poste del alumbrado público.
La motocicleta comenzó a deslizarse sobre un costado, sacando chispas producto del desprendimiento de trozos de carrocería. Una de estas chispas cayó en mi ojo derecho, sentí un dolor terrible, cerré ambos ojos con fuerza. Ya no me quedaba nada más que hacer.
Pocos segundos después, hubo un sonido metálico muy fuerte, acto seguido me vi expulsada hacia delante, sentí un terrible tirón en la pierna izquierda que permanecía bajo la motocicleta antes de salir volando por el aire. Entonces mi cuerpo chocó contra el poste. Luego al caer escuché como algo se rompía, ya en el suelo, quedé sin aliento de cara al suelo, sorprendida de estar aún conciente después de semejante golpe. No podía moverme, sentía un gran dolor en la parte superior del cuerpo, especialmente en la espalda donde había golpeado contra el poste y en el brazo derecho que se torcía extrañamente bajo mi cuerpo.
Permanecí inmóvil, sin abrir los ojos. Podía sentir mi rostro húmedo, un líquido cálido corría por mis mejillas. Entonces alguien se acercó, volteó mi cuerpo maltrecho y me preguntó:
- Señorita ¿Puede usted escucharme?-
Hice un esfuerzo entonces por abrir los ojos, sólo pude abrir el izquierdo un poco, para darme cuenta que el líquido que corría por mi cara no era otra cosa que sangre.
- ¿Me escucha?- el hombre que me hablaba se hallaba inclinado sobre mi. Hice lo que pude para responder un débil “si”-: Ya viene una ambulancia.
Sentí que me desmayaría, me dolía todo, creo que lo único que no dolía tanto, eran las piernas, poco a poco las probé, recordaba perfectamente como era no poder mover las piernas así es que lo intenté de inmediato. Poco a poco sentí como se movían mis pies, todo estaba bien, a pesar del dolor
Después de unos minutos se escuchó el sonido de una sirena, entonces ya no pude más, mi fuerza se desvaneció y me desmayé.
Desperté un rato después, estaba dentro de la ambulancia, había un paramédico sentado a mi lado y al ver que me despertaba me dijo:
- Quédate quieta, ya vamos a llegar al hospital.
No le contesté, lo miré mientras hablaba, con mi ojo izquierdo y luego lo cerré cayendo en la inconciencia otra vez.
Desperté luego con un pinchazo en el brazo, una mujer vestida de blanco clavaba una aguja en mi vena, luego de lo cual no sentí más dolor ni en mi ojo ni el brazo, deduje que me habían anestesiado, dejándome en un sueño profundo, alejado del dolor.
Capítulo 6: Esa noche...
Ya a las 11:30 estábamos sentadas, Eileen y yo, en su sala de estar con una cerveza ella y yo con un zumo de naranja (si no me equivoco, he mencionado que ya no bebía alcohol).
- Tengo una pregunta.- me dijo.
- Dímela.
- ¿Sabes quien te está amenazando?- miré su rostro, lucía preocupada.
- No... si lo supiera la encararía para que me dejara en paz.
- Debe ser angustiante- comentó para luego empinar su botella y tomar un largo trago.
Se hizo un silencio entre nosotras por primera vez en la noche. El ambiente era intenso, no incómodo, sólo cargado de algo especial... Suspiré entonces, dejé el vaso en la mesita de centro y me puse de pie para ir a la ventana. Eileen me siguió. Estaba por mirar hacia fuera cuando ella me dijo:
- Katsumi...- me volví hacia ella y la interrogué con la mirada.-: Tu... digo ¿es verdad lo que me dijeron?
- ¿Qué te dijeron?- pregunté dando un paso hacia ella.
- Que tu eres lesbiana, no se si es verdad... por eso te lo pregunto.- me quedé en silencio antes de contestar.
- ...Es verdad.- dije con toda sinceridad-: ¿qué piensas sobre eso?
- No lo sé, digo, es una opción de vida.- dijo, parecía que le costaba un poco hablar del tema o simplemente estaba nerviosa, en ese momento no supe cual de las dos.-: Creo... creo que me... me gustas.
En un primer momento no supe como reaccionar, no comprendía sus palabras, no lograban entrar en mi mente.
- ¿Te... te gusto?- pregunté insegura de lo que acababa de escuchar.
- ...Lo dije, wow- lucía muy sorprendida de sus palabras.
- No puedo creer esto.- estaba absolutamente fuera de mi yo normal., era realmente increíble lo que estaba ocurriendo-: yo creía que tu eras... bueno, normal.
La verdad es que reaccioné bastante mal frente a una noticia tan buena como esa.
- ¿Yo?...- entonces ella negó con la cabeza. Me dejó absolutamente claro que lo que sucedía no era tan inverosímil-: me gustaría saber si yo te gusto...
Se me fue todo el aire de los pulmones, me sonrojé hasta las orejas, como nunca me había sucedido, la situación me tenía muy incómoda, siempre imaginé una escena distinta, ella y yo conversando frente a frente, hablando de todo un poco, algo como lo que había sucedido en la cena; me imaginé tomando su mano, tomando la iniciativa en hablarle de mi condición sexual, confesándole que me gustaba, que me gustaba desde que había llegado a la universidad directo desde Estados Unidos. Pero no lo había hecho yo, ella había hablado del tema primero. En cierto modo me avergonzaba no haber tenido valor suficiente para sacar el tema a flote.
- Si... Eileen- respondí-: me gustas.
- Lo sabía- dijo triunfal, echándome los brazos alrededor del cuello. Por un segundo no reaccioné, pero luego recobré mi sentido de conquistadora y la abracé de la cintura, levantándola un poco del suelo. Luego la bajé y sin soltarle la cintura le dije:
- Me gustas...- allí abandoné la timidez y me acerqué aún más, hasta que nuestras narices se toparon, no quería besarla todavía; usé las pocas fuerzas que me quedaban para resistirme a besarla, resistir su cercanía, pues sabía que eso causaba un efecto atrayente.
Y así fue, ella se acercó a mi hasta que nuestros labios se juntaron. Sus labios suaves y tibios, dulces como la miel, me hicieron arrepentirme de todas las mujeres que había besado antes, pues llegar a besarla a ella era lo mejor que me había pasado, me hubiera encantado besar por primera vez en mi vida a la mujer que tenía al frente.
Cuando me separé de ella, una lágrima solitaria corría por mi mejilla, era una mezcla de felicidad y arrepentimiento por todas las bocas que había besado antes, que no sabía explicar muy bien.
Antes que Eileen me viera con la lágrima en mi cara, la abracé posando mi cabeza sobre su hombro, aprovechando el momento para limpiarme la humedad de la mejilla.
- Nunca hubiera imaginado esto- le dije, estaba muy inquieta, aún había algo que no me gustaba, así que me puse en plan de conversar con ella para poder descubrir exactamente lo que no me gustaba.
- Yo creo que si lo imaginabas, sólo que no creías que sucedería realmente.- me corrigió ella especificando un poco más lo que yo había querido decir con mi frase anterior.
- ¿Lo dices por mi forma descarada de observarte todos los días?
- Desde que llegué a España no me has quitado los ojos de encima- me dijo dirigiéndome una gran sonrisa.
- ¡Lo sabía! Era lógico que notaras que yo te miraba- exclamé emocionada, pues que ella supiera que yo la miraba desde que había llegado significaba para mi un gran alivio, me ahorraba muchas explicaciones.
En ese momento no pude retener un bostezo, me tapé la boca con la mano mientras bostezaba; comencé a sentir el cansancio de haberme levantado temprano y no haberme detenido en todo el día a descansar.
- Creo que debo irme- dije tomándole la mano. Después de todo si me quedaba algo de iniciativa propia.
- Oh no...- dijo, estaba apenada de decir adiós -: no te vayas todavía, quedate un poco más, mañana es sábado.
- Se que mañana es sábado, pero debo llegar a mi casa- y a modo de explicación le dije-: Todos los sábados en la madrugada mis hermanos llaman desde Japón y debo estar en casa para cuando llamen, es un gran esfuerzo para ellos.
- ¿A qué hora llaman?- preguntó mientras me conducía de la mano a su sillón, donde nos sentamos. Pasé mi brazo sobre su hombro y le contesté:
- A eso de las 5.
- Quédate, te vas a las 4 y así podemos seguir conversando un poco más.
- Suena tentador, pero creo que lo mejor es que yo me vaya ahora.- dije tratando de no parecer descortés.
- ¡No te vayas!- exclamó tomando mi brazo fuertemente cuando intenté retirarlo de sus hombros para marcharme.
- Dame tres buenas razones para no irme.- le dije desafiándola con una expresión picaresca en el rostro; aunque me pareció extraño que Eileen no quisiera que me marchara, de todas formas le seguí el juego un poco más.
- Una: porque quiero besarte otra vez,- era una excelente razón para mi-: dos: porque sé que aunque tienes que irte, de verdad no quieres hacerlo. Y tres: sólo porque si... porque yo quiero que te quedes.
La ultima razón me sonó a la forma de hablar de una niña caprichosa y malcriada. Pero tomando en cuenta la primera y la segunda razón, eran un argumento casi demoledor, pero de todas formas sabía que tenía que irme.
Acerqué mi boca a su oreja, le besé suavemente el lóbulo, donde tenía puestos unos aros muy lindos y le dije:
- Son tres excelentes razones, pero tengo que irme, en serio debo hacerlo.
Ella Suspiró, apretó mi brazo un poco y lo soltó
- Está bien... ¿cuándo te veré de nuevo?
- En cualquier momento que quieras, después de las 5 de la mañana.- Le acaricié la mejilla con una mano, deposité un suave beso en sus labios y me fui hacia la puerta. Antes de salir la miré, le lancé un beso con la mano y guiñándole un ojo salí cerrando suavemente la puerta.
Ahí en el pasillo del edificio solté un suspiro y me dije a mi misma: “Katsumi Takashi está enamorada.”
Bajé las escaleras lentamente, no podía dejar de pensar en el beso con Eileen. Pensé que todo estaba ocurriendo demasiado rápido para ser tan bueno, lo cual significaba para mi una gran inseguridad respecto a la relación que estaba comenzando.
Y así, vagando por mis pensamientos llegué a mi motocicleta, seguía estando donde yo la había dejado, pero desde la puerta del edificio (por donde yo salía) se veía una mancha blanca en la pintura, al lado de la tapa del tanque de gasolina. Al acercarme noté que la mancha era un papel pegado con cinta adhesiva. Lo saqué de un tirón, sabía perfectamente que era otra nota de la mujer que me quería lejos de Eileen.
Desdoblé el papel, reconocí de inmediato la letra, era igual a la de la nota anterior. Decía:
“ Ultima advertencia... Conduce con cuidado.”
Un escalofrío recorrió mi espalda, quizás esta mujer había cortado los frenos o desinflado mis neumáticos. Antes de arrancar el motor me aseguré que no hubiera nada extraño en la motocicleta y alrededor de ella; no había nada.
Monté la motocicleta y me puse el casco, miré a todos lados tratando de descubrir por ahí a alguien observándome, pero como era de noche sólo vi las luces de un automóvil entrando a un estacionamiento, pero nada más; así que puse el motor en marcha y partí camino a mi casa.
Iba por la mitad del camino cuando noté que se acercaba un auto por detrás de mi. Me acerqué a la orilla de la acera para dejarle el paso libre, pues vi que venía a gran velocidad, lo que para mi eran intenciones de adelantarme. Éramos los únicos vehículos en la calle, así que esperaba que el auto me adelantara y desapareciera en una curva que había más adelante, pero eso no sucedió.
El auto se situó a mi lado, íbamos con la misma velocidad, intenté ver quien lo conducía, pero el camino era bastante accidentado en esa parte, con bastantes agujeros así es que no podía quitar la vista de lo que sucedía frente a mi.
Intenté disminuir la velocidad para situarme detrás del auto y dejarle todo el camino libre, pero apenas el conductor notó que yo diminuía mi marcha, disminuyó también la suya quedándose a mi lado.
“Conduce con cuidado”
Recordé la nota pegada en mi motocicleta, al hacerlo pensé en ella como una sentencia de muerte. Esa mujer estaba dispuesta a matarme. Entonces comprendí que el conductor del auto no podía ser nadie más que la mujer... en ese momento la odié con todo mi corazón; con la ira no noté que había acelerado, ya iba a casi 200 Km/H, una velocidad que me gustaba evitar los viernes por la noche, pues las calles estaban llenas de jóvenes borrachos que se lanzaban al camino para llegar al otro lado con algún amigo. Pero en esas circunstancias con una mujer loca siguiéndome, no me importó subir la velocidad un poco más.
Más adelante, a unos 300 metros, se acercaba el fin de la calle por la que corríamos mi perseguidora y yo. De pronto el auto se me vino encima, di un golpe de volante y logré esquivarlo hacia la derecha. 200 metros, era muy poca distancia para lograr detenerme, de todas formas bajé bruscamente la velocidad a lo que el automóvil respondió bajando también su velocidad y lanzándose de nuevo contra mi. 100 metros, la calle por la que íbamos desembocaba en otra a la derecha, mi ultima esperanza era lograr doblar a la derecha.
El auto comenzó a virar a la derecha, encerrándome contra la esquina. De pronto, mis ruedas empezaron a topar con la orilla de la acera, si no lograba salir de ahí iba a perder el equilibrio y me caería. Ya no me quedaba espacio, apenas unos escasos 10 metros me separaban del fin de la calle. Aún iba a 100 Km/H, no había logrado disminuir más mi velocidad. Entonces el auto me cerró totalmente el paso por un segundo, dobló en la esquina a la derecha haciendo rechinar los neumáticos y aceleró perdiéndose calle abajo. Ya no debía preocuparme por ser arrollada por un auto. Sólo debía evitar estrellarme.
Entonces perdí el control, mis ruedas derraparon de lado, mi pierna izquierda casi tocaba el piso. Me quedaban sólo 3 metros, grité mientras trataba de sacar la pierna de debajo de la motocicleta; me acercaba cada vez más a un poste del alumbrado público.
La motocicleta comenzó a deslizarse sobre un costado, sacando chispas producto del desprendimiento de trozos de carrocería. Una de estas chispas cayó en mi ojo derecho, sentí un dolor terrible, cerré ambos ojos con fuerza. Ya no me quedaba nada más que hacer.
Pocos segundos después, hubo un sonido metálico muy fuerte, acto seguido me vi expulsada hacia delante, sentí un terrible tirón en la pierna izquierda que permanecía bajo la motocicleta antes de salir volando por el aire. Entonces mi cuerpo chocó contra el poste. Luego al caer escuché como algo se rompía, ya en el suelo, quedé sin aliento de cara al suelo, sorprendida de estar aún conciente después de semejante golpe. No podía moverme, sentía un gran dolor en la parte superior del cuerpo, especialmente en la espalda donde había golpeado contra el poste y en el brazo derecho que se torcía extrañamente bajo mi cuerpo.
Permanecí inmóvil, sin abrir los ojos. Podía sentir mi rostro húmedo, un líquido cálido corría por mis mejillas. Entonces alguien se acercó, volteó mi cuerpo maltrecho y me preguntó:
- Señorita ¿Puede usted escucharme?-
Hice un esfuerzo entonces por abrir los ojos, sólo pude abrir el izquierdo un poco, para darme cuenta que el líquido que corría por mi cara no era otra cosa que sangre.
- ¿Me escucha?- el hombre que me hablaba se hallaba inclinado sobre mi. Hice lo que pude para responder un débil “si”-: Ya viene una ambulancia.
Sentí que me desmayaría, me dolía todo, creo que lo único que no dolía tanto, eran las piernas, poco a poco las probé, recordaba perfectamente como era no poder mover las piernas así es que lo intenté de inmediato. Poco a poco sentí como se movían mis pies, todo estaba bien, a pesar del dolor
Después de unos minutos se escuchó el sonido de una sirena, entonces ya no pude más, mi fuerza se desvaneció y me desmayé.
Desperté un rato después, estaba dentro de la ambulancia, había un paramédico sentado a mi lado y al ver que me despertaba me dijo:
- Quédate quieta, ya vamos a llegar al hospital.
No le contesté, lo miré mientras hablaba, con mi ojo izquierdo y luego lo cerré cayendo en la inconciencia otra vez.
Desperté luego con un pinchazo en el brazo, una mujer vestida de blanco clavaba una aguja en mi vena, luego de lo cual no sentí más dolor ni en mi ojo ni el brazo, deduje que me habían anestesiado, dejándome en un sueño profundo, alejado del dolor.
aaaaaaa que buen capitulo no inventen apenas que empesaba el amor y asi jajaja como dice ya lo habian aceptado hay que feo que le hayan hecho esto jajaja bueno me quede muy emosionada por ver lo que pasa espero pronot la continuacion XDDDDDDDD
ResponderEliminarGenial Eli. Sigue así!!!
ResponderEliminaraisss si ya lo decian "los payasos de la tele": "precaucion amigo conductor, la senda es peligrosa...."
ResponderEliminarbuen trabajo Ánimo!!!