miércoles, 11 de marzo de 2009

La rosa y el picaflor - cap I

Hola bloggermaniac@s. Hoy les traigo uno de mis trabajos mas recientes (el cual comenzó como un oneshot y salió mucho mas largo). Sin más tiempo para departir con ustedes, xq me gana la hora para la universidad, les dejo. Espero sus comentarios.
Besos
Ali Dagos







Siempre fui muy desordenada, como ahora, que escribo en una hoja al azar de mi cuaderno, la primera hoja en blanco al abrirlo, pues siendo así, nunca pude llevar un diario, no es mi estilo, no me cuento mis propias cosas, no quiero ser testigo en tercera persona de mis actos.
Tal vez deba dedicar estas líneas y dejar que los libres pensamientos fluyan desde mi cabeza hasta mi mano derecha, pero así me dejaría vencer por la fuerza de mi mente, de la razón y no lo quiero.



Nunca he tenido una relación de lo que se llama formal. Suelo ser la chica “choque y fuga”
Siendo así, como soy, soy incapaz de aferrarme a una sola persona y siendo sinceros, no creo en la monogamia; creo en la libertad del alma y de los cuerpos; en todo lo que, por juventud, me falta conocer y la verdad que no he pensando en compartir esos momentos con nadie.


Me gusta la soledad y el arrullo en la canción del viento, pues es siempre esta canción la que me acompaña en mi vuelo, en mi fuga, en mi incapacidad.
Me gusta ir de rama en rama, de hoja en hoja y de flor en flor. No puedo llevarme nada del lugar donde me poso, solo irme. Debo dejar todo para poder seguir.
Pero sí, me creí invencible y me equivoqué.
Encontré una flor en particular, me gusta mucho, es tan sublime, tan hermosa, tan frágil entre mis brazos, no lo puedo evitar; su dulce aroma, su suave piel, su tierno corazón casi sin defensas, sus espinas no pueden herirme, no me alcanzan.
La he observado, es inevitable que vuelva. ¿Por qué de entre tantos otros picaflores, fui yo el escogido?¿Por qué?


- ¿Te vas? – inmutable en la noche, sus ojos lívidos e impasibles, ya acostumbrados a la partida, miraban un punto inmóvil en la mesita de noche.
- Si – respondí, casaca en mano y las llaves del auto en el bolsillo – siento haberte despertado – me excusé.
- ¿No pensabas despedirte esta vez?
- Pensé que me replicarías de nuevo, como antes – Que caradura y sin vergüenza llegué a ser. Ja ¿cómo fue que pasó?
- No estoy para rogarte, Dana…¿A dónde vas?
- No lo sé
- Entonces… - el murmullo del movimiento de las sábanas. Volví y me encontré con el dolor en mi corazón, aquel del que tanto intentaba escapar. Cuanto daño le había hecho toparse con alguien como yo.
Cada día más hermosa y más bella, pero estaba triste y yo la dejaba sola de nuevo.
- ¿Entonces? – apuré impaciente por largarme de aquel lugar.
- Entonces…¿Me darás un beso para despedirte? La última vez te fuiste sin… - Atrapé su aliento y sostuve sus labios con los míos en mezcla de dulzura y desolación en mi corazón.
Tal vez fuera su completa belleza lo que me hiciera volver, lo que hiciera que en ese momento no me contuviese, tal vez fuera el dolor, tal vez fuera…
- Ya puedes irte si así lo deseas – ¡Ohhh Rosa! Te he deshojado tantas veces que he perdido la cuenta, te he causado mucho daño. Sobre tu piel han quedado las marcas no físicas de mis crueles pecados contigo. Invisibles al hacerte el amor, al poseerte, al hacerte mía en furtivas noches manejadas por el deseo, la pasión y la necesidad de tu sexo, la necesidad de control sobre otro. Pero las veo, veo esas marcas, esas cicatrices cada vez que veo tus ojos, cada ves que me pierdo en ellos.

Mis manos tocaban su espalda desnuda mientras ella apoyaba su cabeza en mi pecho. Veía la caída de su cabello sobre mi camiseta y la abrazaba aún más. Pero no estoy segura del por que.

- Tus manos están frías…¿aún llevas el anillo que te di?
- Siempre. Siempre lo llevo conmigo – sonreí.
- Me gusta tanto que sonrías – fue un instante de una sonrisa mutua y cómplice entre las dos.

No pude irme esa vez. No pude dejarla esa noche. Le hacía daño, pero mi egoísmo era mayor. Podía aún protegerle y fue por eso que no me fui del lado de Lauren…esa vez.


. . .


Vi ese auto de nuevo ¿Sería ella?


Habían pasado meses desde la última vez que vi a Dana, el travieso “picaflor”.
Desde que se marchó, puedo asegurar que ya ha picado muchas flores y agregado a muchas a su ya larga lista de conquistas, su colección. No podía equivocarme, estaba segura.

Pagué el café que había pedido y fui al bar de enfrente, ella debía estar ahí, era su lugar de caza, ahí conocí a la escurridiza ave.
Entré en la penumbra del bar ¿Por qué la buscaba? Ella me había dejado después de todo y yo tras de ella, debería darme por vencida, jamás me amaría, jamás lo dijo.

Revisé todo el lugar lleno de grupos de personas, amigos, parejas, pero a ella no la veía.
De repente, en la barra, esa chaqueta tan bonita que le gustaba tanto usar, sus vaqueros de fino acabado que solía llevar a rastras tras sus pies. Tomaba una cerveza de malta, le parecía mas dulce…¿Cómo sabía tanto de ella?
Un hombre me abordó.

- ¿Qué hace una chica como tú en un bar como este? – me dijo uno de los hombres con su aliento a alcohol concentrado y casi escupiéndome en el rostro – acompáñame un rato, preciosa… - No hice caso, solo intenté ver de nuevo hacía la barra, pero mi corta estatura no me lo permitía – vamos linda – dijo tomándome de un brazo.
- ¡EY! No hagas eso… te ruego lo disculpes – un amigo (supongo) del hombre vino a sacármelo de encima.
- No hay problema, solo llévatelo.
- Este infeliz…te está molestando – miré sobre mi cabeza, Dana estaba detrás de mí. Se veía molesta.
- Tranquila, ya nos íbamos… - los hombres se fueron y me volteé para ver a Dana. Su cabello había crecido un poco. Me miró como si yo fuera algo incómodo para ella.
- No debiste venir a un lugar…como este – entonces lo noté. Nunca la había visto así. Estaba borracha. Recién pude sentir el olor a cerveza, tabaco y su propio perfume, o sería el perfume de algún trofeo más. La vi caminar hacia la puerta con las llaves de su auto en la mano.
- No…Dana, no puedes irte así…- traté de detenerla.
- ¿Qué quieres?
- Yo… - cruel, cruel ¿por qué dejaré que juegues conmigo?
Sus cálidos besos tenían el sabor dulce de la cerveza de malta. Siempre me callaba cuando ya me había quedado sin palabras o ¿acaso presentías que te diría algo comprometedor?



- “Soy muy débil” – me dije al verme en sus brazos de nuevo – “¿por qué te dejo hacerme esto?”
- Lauren…siempre…siempre amé el olor de tu cama – me dijo dentro de su borrachera y yo no sabía que pensar ya – te deseo, extrañaba tu cuerpo ¿Sabes? Y el sabor de tu piel…¡Ohhh Lauren!
Su cuerpo presionaba sobre el mío, así como antes y al sentir su aroma tan particular, me di lástima, pero nunca pude escapar de esos ojos de animalito perdido.
Ya era una con ella de nuevo y me poseía por completo, de nuevo. Estaba totalmente embriagada por ella y me entregaba en bandeja de plata. Odiaba tanto que ella escapara, pero estaba resignada. Aquella vez recuerdo haberla abrazado fuertemente contra mi mientras sentía esa lengua juguetear con la mía ¿Me aferraba a su “pasión” momentánea y distorsionada por el alcohol?
Su lengua recorría mi cuerpo, me hacía vibrar. Su forma de amar siempre fue así, nunca cambió un ápice…
Pero solo eres un travieso picaflor, no eres mía; no eres de nadie; no eres, aunque lo deseara con mi alma y mi corazón, no eres Mi travieso picaflor, avecilla fugaz…


5 comentarios:

  1. Me transmite mucho este escrito, gracias por compartirlo y esperaremos la continuación. Deseo de corazón que el final sea feliz, aunque no esté escrito nada aún.

    Un beso!

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  2. mmmm no está mal no está mal, primera impresión buena... jajaja está muy bien gracias por publicarlo :) Un besito!

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  3. muchas gracias por sus comentarios. Me alegra que les haya gustado.un beso

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  4. pero chiquilla no tienes suficiente q sigues buscandote tareas??
    jajajja buen trabajo, gracias
    :)

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  5. muchas gracias arena. Jajaja si tienes razón, teniendo suficientes cosas, me hago de más, jajajajajaja.

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