Jibun no Unmei Cap. XXV Recuerdo y reencuentro

Continuo hoy con Jibun no Unmei, aunque recuerdo la idea con la que inicié este fic, el desarrollo de personajes la ha hecho alargarse...nunca imaginé que ya llegara a tantos capítulos. Gracias por leer.

Jibun no Unmei Cap. XXV Recuerdo y reencuentro.

- Las flores son hermosas en el verano, pero muestran su valor en el invierno, no es así?

- Si, así es. Tienen que vencer el rudo frío para florecer en primavera.

- Eso es correcto, Sakomizu. Definitivamente es la mejor de las maneras de sobreponerse a todo – siguió de nuevo la voz.

- Sei-dono…

- Vamos, Sakomizu…estás preocupado? Jamás esperé notar esto en tu voz…

- Sei-dono…por qué ahora?

El aludido sonrió mientras entrecerraba los ojos y llenaba de aire sus pulmones. Dejó escapar un suspiro largo y visiblemente fingido de pesar.

- La cabeza de la familia Fujino ha sido designada. No es interesante verle? Tiene una belleza encantadora. Pero carece de muchas verdades. Tendrá su iniciación este año entrante…a juzgar por ello, no te parece, Sakomizu, que yo sería un buen candidato para ese puesto?

- Para que querría Sei-dono algo como ello? Ha obtenido todo lo que ha deseado…

- Precisamente por ello, Sakomizu…Es algo que ahora deseo.

Sei-dono se había acomodado en ese sillón rojo, mientras mantenía las piernas cruzadas y tomaba una copa de vino. Sakomizu lo miró detenidamente; rondaba los treinta años y era del tipo que enajenaba a cuanta mujer conocía. Era del tipo atlético que desde luego, no quedaba con alguien como él.

A pesar de ello, nunca sabía que pensaba. Mayormente callaba. Inclusive dentro de su círculo le temían. Una persona voraz en los negocios, un instinto cazador. Pensó en su objetivo. Fujino Shizuru. Se rumoraba que existía alguien antes que ella pero nadie sabía en realidad que había pasado con esa persona.

Miró nuevamente a Sei-dono, quién parecía ligeramente pensativo. Una persona que años atrás empezó su reinado en ese tipo de negocios con una escasa fortuna aparentemente heredada. Tenía un don de Midas y una virtud especial en adivinar situaciones financieras redituables. Sus irritantes ojos eran capaces de envolverle en el mayor de los terrores cuando se hallaba de mal humor. Últimamente había disminuido mucho, pero en general lo mantenía desde que lo conoció.

Sonrió, había elegido ese camino y debía seguir, aún si ignoraba las cosas que su señor planeaba.




Odio, odio y resignación le envolvía. Aunque dentro de sí una chispa se encendió al mirarle. Y recordó. Recordó el calor de esos tan rojos como el interior de las llamas. Recordó el sentir de hace tiempo atrás. Justo cuando le vió huir.

Estaba segura de recordar su cara. Ojos como los de Shizuru-sama sin ser los de ella. Una persona que estaba practicando algunos golpes mientras la lluvia corría torrencialmente ladera abajo. En ese entonces no sabía quién era, ahora si. Su nombre era Okuzaki Akira.

Asediado por infinidad de chicas de la secundaria inferior. Okuzaki constantemente escapaba. Hasta que dio con ella. Se le hizo conocida. No sabía realmente que era. Pero continuó su camino mientras escapaba de la jauría de chicas que habían aumentado después de verle derrotar a Takeda en kendo.

Shizuru-sama le había llamado. Había algo que tenía que hacer por ella. Camino despacio hasta el consejo estudiantil y encontró una Shizuru tras el escritorio leyendo algunos papeles mientras bebía una taza de té.

-Shizuru-sama…

-Akira – sonrió – espero no importunarte.

-No, de toda forma no tenía nada que hacer…



Akira continuó hablando con Shizuru, sin imaginar que Nao los miraba detenidamente. Frunció el cejo mientras no los perdía de vista. Akira tenía ese tipo de mirada, el de una persona fiel a su amo.

-Como un perro… - musitó quedamente mientras se marchaba de allí.

Recorrió los jardines lentamente mientras en su memoria se evocaba sangre y muerte. Detuvo un momento su recorrido. Su mente había retrocedido años atrás, mientras la imagen de Shin-sama sosteniendo un arma y disparando sobre su padre ocupaba ese momento. “Te prometo que les dejaré escapar”. Si, eso había dicho en ese momento. Y posteriormente ante el abatimiento de su propio padre disparó.

Contrajo los puños un momento. Si. Shizuru era tan parecida a Shin en ese entonces. Pero se suponía que él estaba muerto…cómo apareció de la nada? Shin-sama había muerto hace diez años en un accidente de motociclismo…por qué había aparecido hace poco tan sólo para asesinar a su padre?

Detuvo su lento andar mientras se apoyaba en un árbol. Su mente daba vueltas constantemente mientras buscaba una salida. Su madre le dijo que tenían que huir, ignorando que ella sabía el verdadero motivo. Y en el momento de escapar, alguien había colocado una bomba en el estacionamiento. El auto de su padre voló en pedazos mientras su madre quedaba malherida. Y así, Nao había llegado a quedarse como la cabeza de familia. La única que quedaba de su clan.

Se incorporó lentamente del apoyo que le daba el árbol mientras se erguía decidida y fríamente. Había sobrevivido en el exilio. A su edad tuvo que enterarse que el mundo era un camino lleno de bestias disputándose porciones de dinero y posición. Y entonces, Yuuki hizo honor a su nombre. Se volvió fría y calculadora y sobre todo capaz de maniatar a cuanta gente pasara frente a ella. Sólo una persona llegó a convertirse en su amiga de nueva cuenta. Higurashi Akane… Esa chica tonta que amaba de forma incondicional.

-El amor es una estupidez… sólo existimos para sobrevivir… y aplastar a todo aquel que se interponga a nuestro deseo…

Caminó rápidamente mientras pensaba como aprovechar a la pandilla de inútiles que la seguían esperando lograr algo con ella. Pobres y estúpidos corderos, jamás se enteraban de que lo único que importaba era su participación monetaria.

Pasos. Escuchó pasos a su espalda y su mirada fue hacia ese lugar. Alguno de esos había logrado seguirle? A veces eran tan insistentes. Y cuando planeaba que decir, Okuzaki apareció ante ella. Nao dejó su postura inicial para mirarle con mayor detenimiento. Debía tener la misma edad que ella, si acaso un año menos. Aunque iba en un curso inferior. El chico prodigio de la pintura.

-Jamás imaginé encontrarme con Okuzaki-sama en este lugar – dijo Nao usando el mismo tono que su club de fans en un tono absolutamente burlón.

Okuzaki no se había inmutado mientras la miraba detenidamente. Dio pasos seguros hasta ella mientras quedaba frente a frente y contestó.

-Tu rostro y facciones son hermosos, ojalá tu interior fuese así – y continuó su camino dejando a Nao atrás.

-Quién? – gritó – Quién te has creído que eres?

-Yo soy yo – contestó Akira – pero eso es algo que a ti no debe importarte.

Nao le miró detenidamente. Sus ojos eran fríos. Tan fríos que no entendía como habían sido tan cálidos anteriormente mientras había estado hablando con Shizuru. En ese momento, se sentía hablando con una estatua y dos rubíes. No le gustaba esa sensación, aunque no podía dejar de verlos. Lo mismo había ocurrido años atrás, mientras se dejaba llevar por la calidez de los ojos de Shizuru y sus palabras.

Shizuru había mentido, pero estaba segura de que Okuzaki decía lo que pensaba con total plenitud. Su pose erguida y serena la estaba confundiendo. Sabía que algo no cuadraba allí. Okuzaki no era familiar de Shizuru, pero sabía que le había visto antes…

Sostuvo su cabeza lentamente mientras esbozaba su sonrisa cínica nuevamente.

-Eso es saber contestar, niño.

-Okuzaki Akira.
- Qué?

-Para ti soy Okuzaki Akira – dijo mientras empezaba a irse de nueva cuenta – Y una cosa más.

-Todavía falta?

-Aléjate de Shizuru-sama, por tu propio bien.

-Maldito! – Nao trató de golpearlo en ese momento para encontrarse sujetada y con las muñecas en su espalda –Ugh!

-No me gusta advertir las cosas muchas veces…Aléjate de Shizuru-sama…Nao Yuuki…

-Cómo…?

-Te he estado vigilando, sé que momentos usas para mirarle, pero no permitiré que obstruyas los planes de Shizuru-sama…o debiera decir más, Yuki-san…

La voz de Akira fue sutil un momento y Nao recordó plenamente. Si, junto a Shizuru en ese entonces, había una serie de guardaespaldas de la familia Fujino. Pero sólo una vez había visto unos ojos semejantes. La persona tenía cubierto el rostro y la cara cuando se presentaba por primera vez ante ellos. Una persona pequeña llegó en ese instante. Y los ojos de Nao se expandieron.

-Eras tú! Quién llegó en ese momento eras tú!

-Si… te conozco de ese entonces, Nao Yuuki. Y por lo mismo, conozco esa parte del pasado de Shizuru-sama, que desde luego, debe de quedarse allí.

-No tengo nada de intenciones de volver a ese pasado! –exclamó Nao.

Akira dejo escapar las manos de Nao mientras la miraba.

-Eso sería bueno.

Y continuó su camino mientras Nao le miraba marcharse. Sonrió de cierta forma. Al menos sabía ya el nombre. Okuzaki Akira. La persona que hace mucho tiempo atrás le ayudó a salir de tan intrincado laberinto de jardín para dejarla a salvo en casa después de huir de ese lugar donde había visto morir a su padre. “Aquí está bien, Yuuki-san”.

Nao pensó que en ese momento, Aquel pequeño ninja se había vuelto un héroe.

-Okuzaki Akira…