Jibun no Unmei Cap XXIV

Continuo hoy con el fic y aunque este sea mi primer fic, me gusta como va quedando...y es un poco difícil el ir hilando ideas :) y modificando otras :( Gracias por leer.

Cap XXIV Yakusoku suru


Interminables, demasiadas. Recorrió todas y cada una de ellas, hasta desfallecer. Una voz le llamaba y se vió a sí misma cinco años atrás. Su cabello se hallaba recogido en un ligero tocado mientras su cuerpo se mantenía cubierto por un kimono de flores. En sus manos tenía un medallón. Esa imagen se desvaneció sin aviso y se vió cayendo en un vacío sin poderse detener.


Silencio, oscuridad. Y de nuevo, interminables escaleras. No quería subir, pero no había nada fuera de esa oscuridad.


-Shizuru.


Esa voz. Otra vez esa voz. La conocía, estaba segura, pero no recordaba de quién era.


- Shizuru… Dime, Shizuru; me has olvidado?


La voz parecía venir a sus espaldas, inconscientemente volteó y no había más que oscuridad.


- Shizuru? – preguntó de nuevo esa voz – me has olvidado? – Shizuru recordaba a cada momento ese sueño.


- Shizuru-san?


Una voz conocida y recordable. Alzó la mirada en ese instante para encontrar los ojos color violeta de Reito. Se notaba preocupado.


- Lo siento, Reito-kun. Tengo una serie de altercados con mi padre y no logro concentrarme en este momento.

- Vaya, Shinji-sama a veces es complicado.

- Aún sigues diciéndole así – rió Shizuru mientras dejaba de fijar su mirada en la pantalla de su ordenador.

- No puedo evitarlo – contestó Reito mientras compartía esa mirada cómplice de Shizuru – por cierto, que planes tienes para el verano? – preguntó.

- Planes para el verano – Sonrió lentamente mientras su mente le recordaba a Natsuki – en realidad no sé que hacer, puede ser que me vaya a Kyoto o…me quede aquí – terminó.

- Ya veo – guiñó Reito – las ocupaciones también me mantendrán ocupado. El congreso en Tokio está cerca – dijo.

- Tokyo? – interrumpió una voz – Maldición! Se irán a Tokyo y me abandonarán aquí?!


Reito y Shizuru bebieron tranquilamente su té mientras Nagi sacudía frenéticamente las hojas en sus manos.


- Moo! Shizuru, a veces opino que eres bastante cruel con esas cosas, dejarme aquí.

- Bueno, pensé que regresarías a casa, Nagi.

- Tenía planeado regresar…pero no puedo! – una llama se encendió ferozmente en su mirada mientras era observado con la mirada sorprendida y expectante de Reito.

- Nagi…que te ocurre?

- Es imperdonable, Reito. Simplemente no puedo tolerarlo!

- Y ahora que ocurre? - preguntó Shizuru mientras bebía el último trago de su té.

- Puedes creerlo. Ese maldito Tokiha. – seguía Nagi enajenado del mundo – ahora ha invitado a Mashiro-chan a las competencias de verano!

- Ara, Nagi. Tienes un contrincante.

- Contrincante? Es un canalla, ha aprovechado mi asistencia al congreso de sucesos extraños para adueñarse de mi Mashiro!

- Y ahora dice “su Mashiro”? – Reito se encogió de hombros mientras imaginaba que esa charla les llevaría unos cuantos minutos más.


Y tal como habían previsto, Nagi realizó un discurso de media hora mientras Shizuru se mesaba las sienes y Reito ahogaba un bostezo.


- Lo sabía! – interrumpió nuevamente el peliblanco – Mi problemas les importa un negi! Pero claro, soy la única persona aquí que resulta afectada – seguía Nagi mientras Shizuru imaginaba una escena con telón y sonido de violines a un lado – y deja de imaginarte esos violines!

- Violines? Qué violines? – preguntó inocentemente mientras en sus labios aparecía una sonrisa burlona.

- A veces eres muy cruel, Shizuru – remató Nagi mientras se sentaba y sus rodillas tocaban su pecho.

- Ya, ya – animaba Reito- el problema no es tan grande o si, Nagi?


- No, para nada - Nagi miró a Reito mientras sentía hundirse en la dimensión desconocida – sólo que Tokiha Takumi es un atleta y yo apenas un nerd.


Reito se acarició la barbilla mientras miraba a ese chico. Parecía tan desesperado. Sus ojos se dirigieron a Shizuru, quién contemplaba al mismo sujeto. Si no se equivocaba, la chica estaba planeando algo. Su mirada era así, pensativa pero sin dejar que nadie supiese que tramaba. Sus acciones eran tajantes y decididas. Una persona con un carisma al mundo pero mil demonios dentro.


- El tipo de persona que no te gusta de enemigo – murmuró.


Shizuru rememoró. Kazahana Mashiro. Nagi le conoció cuando tenía once años y usaba una silla de ruedas por un accidente. A pesar de que la unión se había concertado a la usanza antigua tenía un peso importante. Y contra todo lo esperado, Nagi había sucumbido. Aún así, se mostraba cortante y le hacía cuanta maldad tenía a su alcance. La típica actitud del “me gustas pero te trato mal porque no quiero que lo sepas”. A esa edad era muy común.


Suspiró. El asunto sería complicado mientras ninguno de los dos aceptara de forma saludable esa “relación”. Por otra parte, nadie sabía que pensaba Mashiro de ella. Nunca decía nada y aunque pasaba su tiempo libre con Nagi, sólo hablaban de cosas sin importancia. Sería bueno que se arriesgara su primo de aquella forma?

- Nagi.

-Qué?! Er…digo…si?

- Esa chica – sonrió Shizuru al notar el pánico en la voz de Nagi por haber contestado de esa manera – no sabe lo que sientes, verdad?

- Bromeas verdad? Por supuesto que no!

- Mmm…

- Me aterra esa expresión – contestó Nagi después de escuchar el murmullo mientras Reito asentía afirmativamente con la cabeza.


Shizuru sacó lentamente su teléfono celular mientras realizaba una pequeña llamada. Reito y Nagi se estaban arrepintiendo de los posibles sucesos del berrinche Nagiano.

- Bueno – dijo tras terminar su llamada telefónica – por hoy no hay mucho que hacer, pero Nagi, mañana tendrás que seguir mis instrucciones al pie de la letra, quedó claro?

- Si! – contestó apresuradamente el susodicho mientras inclinaba la cabeza.

Reito exhaló un suspiro al darse cuenta que él no figuraba en los planes de la ojirubí. Sirvió dos tazas de té mandarín y un café para Nagi. El asunto se había solucionado.

Cuando todos se fueron. Shizuru contemplaba el atardecer. Ese atardecer reflejado en la montaña de Fuuka que le hacía recordar otros atardeceres, cuando era niña.

Caminaba de la mano con alguien. Lo recordaba. Si. Miró el rostro del medallón que siempre llevaba consigo. Un rostro sorprendentemente parecido al suyo.

- Shin-onii-sama…

“Me has olvidado, Shizuru?”

Levantó rápidamente la cabeza para darse cuenta de que la voz que escuchaba era la de su propio hermano. Había olvidado como era ese timbre, lleno de una calidez que nadie había podido compensar. Shin, quien era originalmente la cabeza de la familia Fujino.

Una pena embargó momentáneamente su mirada. Mientas el recuerdo de su propio hermano llenaba sus pensamientos.

Sonrió momentáneamente mientras recordaba la promesa que había hecho años atrás.

- Shizuru…- recordaba – tal vez no te he dicho nunca esto, pero tu hermano te quiere.

- Lo sé, aniki…

- Entonces, Shizuru; quiero que me prometas algo.

- Onii-sama quiere que prometa algo?

- Si. Por favor, Shizuru, prométeme que pase lo que pase, no vas a olvidarme.

La Shizuru de entonces se mantuvo pensativa en esos momentos para al final esbozar una sonrisa. La misma sonrisa que la Shizuru actual tenía en ese instante.

- Prometo que no voy a olvidarte nunca…onii-sama…

Acomodó sus cosas lentamente en su portafolio. Aseguró la puerta de la Sala del Consejo Estudiantil y salió con la mejor de sus sonrisas hacia donde una chica ojiverde esperaba pacientemente.