jueves, 5 de febrero de 2009

Jibun no Unmei Cap XXVIII

Cap XXVIII Yakimochi.

Ansiedad, deseo y sobre todo intriga. Sus manos temblaban ante el regocijo de su mirada. Ansiedad y tortura mezclada. Tal vez sus métodos servirían a su final.

Eso pensaba mientras leía la noticia de Shizuru y un chico que había mandado inclusive su limousina. Nao tenía una expresión de triunfo mientras contestaba el teléfono y rechazaba a otro pretendiente más.

Al final de todo, ellos eran un asco. Sonrió nuevamente mientras recordaba haber charlado con Aoi dos días antes y como esperaba, Harad Chie se presentó al día siguiente a su puerta. Era tan común. Una noticia de ese tipo no se podía dejar pasar tan fríamente y más tratándose de Fujino, la brillante presidenta del Consejo Estudiantil y un hombre de negocios venido a mas. Eso era algo que la fuente informativa del Fuuka Gakuen no dejaría escapar aunque su vida dependiese de ello.

Dejó el periódico escolar a un lado y se dirigió a los jardines mientras hacía algo de tiempo. Las clases eran aburridas, los chicos también. Sólo había uno que era diferente y ella no entendía el porqué.

Sei-dono. Le había visto en una ocasión. Pudo ver ese brillo que ella conocía tan bien en su mirada. Ambición, cruda y sin límites. De cierta forma tenía cierto encanto. La había mirado durante mucho tiempo cuando se enteró que era la sucesora de su clan. No había dado crédito a sus ojos durante un tiempo, pero después sus mentes parecieron entrar en sintonía. Ella fue quién le habló de Shizuru dos años atrás.



Shizuru caminaba decidida a enfrentar a la multitud que se avecinaba frente a ella. Su club de fans preguntaban si el periódico decía la verdad, aunque ella se estaba enterando apenas por lo que las chicas le decían. Rumores iban y venían desde que la semana anterior se le había visto recibir una carta.

Harada Chie había logrado encontrar a una persona que conocía al responsable de ese envío y lo había hecho público en el periódico escolar.

- Fujimoto S. – murmuró Natsuki lentamente mientras trataba de entender que rayos significaba eso – quién demonios es ese tipo?

- Ah? – murmuró Mai – no sabes quién es?

- Acaso tú si? – preguntó Natsuki visiblemente sorprendida.

- La verdad es que no – contestó Mai mientras Natsuki aprisionaba el periódico deseando que este fuese el cuello de la pelinaranja.

- Entonces no te expreses así… - murmuró con la vena palpitando en su sien.

- Bueno, es que…parece que es muy famoso según Chie.

- Y no nada más famoso, Mai-kun – expreso Chie – este hombre es alguien muy respetado entre los negocios de Japón. Un analista de la situación que le hizo construir su imperio poco a poco. Compraba empresas en quiebra y luego vendía las acciones en partes separadas hasta hacerse con un capital enorme.


Chie siguió hablando mientras Natsuki se mantenía callada y mirando las cosas que realmente no entendía. Deseaba que Shizuru explicase un poco de ellas. Pero la susodicha no daba señales de nada en absoluto.

Miró la hora y se excusó brevemente mientras salía del lugar. Iría a la sala del Consejo.

En ese lugar mientras tanto una estresada Shizuru enfrentaba las preguntas del resto del equipo. Aparentemente ya no había nada que ocultar y era verdad. Fujimoto Sei había solicitado un compromiso. Estaba dispuesto a adoptar el apellido Fujino y hacerse con el apellido de tan respetable familia.

Lo explicó lo mejor que pudo. Sei-dono había charlado con su padre acerca de las condiciones que ello suponía. Para ello debía casarse antes de que Shizuru cumpliese la mayoría de edad. De otra forma sería imposible.

A pesar de ello, Sei-dono explicó que apoyaba la idea de esperar un año más. Y ella no podía decir nada hasta dentro de dos años. Casi estaba pensando en fugarse.

Se mesó las sienes lentamente mientras pensaba mil maneras de huir antes de que terminase su año escolar en diciembre. El 19 de aquel mes era su cumpleaños número 18 y no podía pasar más.

La puerta se abrió lentamente mientras todos los presentes dirigían su mirada hacia ese lugar. Natsuki asomó lentamente y los demás siguieron platicando acerca del festival de verano como si ese fuese el tema principal.

- Natsuki – dijo Shizuru mientras sonreía. Todos, menos la interpretada sabían cuanto le había costado a Shizuru sonreír de esa manera mientras su cabeza era un sudoku mental.

- Ah…Shizuru…podemos hablar?

El tono en la voz de natsuki alertó sus sentidos. Si era como imaginaba, ya sabría algo. No sabía que tanto era pero su deber primordial era no preocupar a Natsuki, ya vería después como se las arreglaría.

-Por supuesto…chicos… - se asombró un poco mientras todos la miraban y asentían y se formaban como una línea de borreguitos para salir.

Natsuki y Shizuru les vieron salir en orden y cuando la puerta se cerró, las carcajadas no se hicieron esperar.

Un rato después las carcajadas se habían detenido para hacerse un silencio que fue roto por la voz de la chica de Kyoto.

-Ocurre algo, Natsuki?

-Dímelo tú, Shizuru…


Shizuru dejó escapar un suspiro lentamente para incorporarse y situarse frente a ella.


-Es por ese periódico, verdad?

-Esa carta era de él?

-No me respondas con otra pregunta, Natsuki.

-Entonces no trates de ganar tiempo, Shizuru.

-No lo hago, Natsuki – contestó mientras le tomaba del rostro y le daba un beso – Te prometo que lo solucionaré.

-Que vas a solucionar? – preguntó Natsuki mientras sentía su sangre hervir.

-Este malentendido – le contestó Shizuru mientras le tocaba la nariz.


Natsuki sonrió. Si Shizuru le decía aquello mirándola de esa forma, sería imposible no creerle. La sensación de algo oprimiendo su pecho se desvanecía ante aquella mirada. Espero a Shizuru quién tomaba sus cosas lentamente y salieron de allí, sin percatarse de la mirada de Nao que no les había perdido de vista desde que Natsuki pusiera un pie en ese edificio.


Su mirada contemplaba la felicidad de esos rostros. Shizuru sonriendo en la compañía de Kuga Natsuki. Un temblor recorrió su cuerpo. Shizuru era feliz. Cómo podía serlo si ella sufría tanto?


Acaso ello era justo? Qué era todo esto? Una comedia de mala calidad? Nao soltó una risa histérica mientras se alejaba de allí.

Después de todo aquello, qué era eso que sentía? Qué era aquello que atenazaba su corazón y no le dejaba respirar?

-Maldita sea!

Su mano fue a parar contra el tronco de un árbol mientras sangraba ligeramente tras un quejido de dolor. Miro la herida. Sangre. Tan roja como sus ojos, esos ojos que una vez le dedicaban esas miradas a ella.

Sonrió mordazmente mientras lamía la sangre de su mano. El sabor de la sangre…qué sabor tan especial. Metálico y dulce…no, quizá…sólo dulce…
-No lo hagas de nuevo – sonó una voz detrás suyo – sólo conseguirás lastimarte.

Nao volteó lentamente. Sabía de quién era esa voz. Lo sabía perfectamente.

-Qué no se supone que debes seguir tras ella como un perro faldero…Okuzaki-kun?

-No tengo nada de que preocuparme y no soy ningún perro. Toma – contestó Akira mientras le tendía un pañuelo.

-Eh? Y ahora que te hace ser tan educado?

-No malinterpretes mis acciones – cortó Akira – Es sólo que puede infectarse. Aparte, lo que tus celos causen no es algo que me interese. Sólo le evito problemas a Shizuru-sama.

-No tengo celos de esa maldita de Fujino!

-Entonces deja de mirarle como lo haces – musitó Akira antes de irse.


Celos? Okuzaki pensaba que eran celos? Acaso era estúpido? Por qué habría de tenerlos?

-Celos…-repitió vagamente – qué broma es esta?


Nao caminó lentamente mientras pensaba las palabras de Akira. Ciertamente era confuso pero no era idiota.

-Después de todo…qué son los celos? Puede ser el amor resentido con la envidia?
O simplemente ser algo pasajero de nuestra perversa humanidad…

3 comentarios:

  1. malvada t hiciste esperar... gran trabajo!!!

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  2. cada semana me quedo con ganas de leer mas xD
    y la verdad estoy intrigada de como va a acabar todo esto (con procedimiento incluido ^^)

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