lunes, 24 de febrero de 2014

Extraños en la noche - Capítulo 6

Hola yurifans,

Y por acá seguimos, el mundo no se acaba... aún (bueno, mal chiste). Como me han dado el día libre porque mi jefe teme que infecte la oficina con mi virus gripal, paso a darle calor al Baulito y les dejo la continuación de este fanfiction cortesía de Isles.

¡Que lo disfruten!

Extraños en la noche
Autora: Isles
Capítulo 6


N/A: Perdonen por la demora para este capítulo. Como había dicho, he tenido una semana bien ajetreada aparte de otras cosas. Mucha cabeza para escribir no tenía.


Este capítulo me ha gustado escribirlo :) espero que a vosotras también. Gracias por la paciencia y la espera <3




Maura tiró de su brazo con fuerza librándose del agarre de Jane y siguió caminando hacia su auto. Jane la siguió sin darse por vencida.
–¡Maura! 
–Déjeme en paz, detective. –Abrió la puerta del auto pero Jane la detuvo y  cerró la puerta, atrapando el brazo de la rubia nuevamente para que no intentara abrirla otra vez–. Está colmando mi paciencia –dijo entre dientes.
–¿Qué fue eso? ¿Por qué te has ido de esa forma?
Los labios de Maura se separaron y sus ojos se abrieron incrédula. ¿Cómo era posible que esta mujer, una detective, fuera tan ignorante? ¿Acaso era tan ciega que en verdad no veía los motivos para que reaccionara de esa forma?
–Maura… ¿Acaso crees que fue un juego? –preguntó intentando ocultar la inseguridad que sintió al hacer esa simple pregunta, pero falló miserablemente; su tono la delató.
–¿A qué te refieres?
–Vamos Maur… tú lo dijiste. –Soltó el brazo de la mujer, devolviéndole su espacio personal.
Maura cruzó los brazos sobre su pecho, mirando seriamente a la morena. La lluvia se hizo más fuerte y Jane se acercó un poco más para mirarla a los ojos. Al diablo el espacio personal. Necesitaba estar cerca de la mujer, necesitaba ver sus ojos y su expresión. Necesitaba hacer de sus inseguridades y dudas a un lado… Y Maura era la única que podía ayudarla.
–Esa noche… Esa noche no fue un juego.
–¿Estás segura de eso? ¿Qué tipo de persona se march… –Se mordió la lengua antes de continuar; no podía permitirse mostrarle vulnerable. No a los ojos de Jane Rizzoli.
–No entiendo por qué me tratas de este modo –dijo en un tono derrotado con toda la sinceridad del mundo. A veces sentía, no, estaba segura que no estaban en la misma página. Algunas veces, por instantes, pensaba que había llegado a un mutuo acuerdo con la forense; un trato amigable, poder hablar sin necesidad de comentarios de más o con tratos de indiferencia.
Maura permaneció en silencio por unos instantes. No sabía qué decir. Sí, tenía miles de pensamientos dando vueltas en su cabeza, pero sus labios estaban sellados. La pregunta era ¿Por qué no tratarla de ese modo? Se lo merecía.
–No pretendas que lo que ocurrió tuvo alguna importancia para ti. –Las palabras salieron de sus labios por sí solas y cuando llegaron a sus oídos se sorprendió de sí misma. Y entonces sintió la necesidad de escapar. Ella nunca soltaba sus pensamientos de esa forma, sin pensar antes de hablar. Es no era ella. Pero eso era el efecto que tenía Jane sobre ella. Desde que la conoció sintió una sensación de libertad con la morena. No era la doctora Isles, la antisocial y la inepta cuando se trataba de socializar con las personas. Era simplemente Maura. Con Jane hablar había sido fácil, hasta se atrevía a decir que agradable. Muy agradable. Jane se había reído siempre que agregaba pedazos de información irrelevante a la conversación. Nunca nadie le había parecido gracioso esa parte de ella, todo lo contrario, le habían llamado “rara” y de más cosas.
            Había pensado que estaba lista para esta confrontación, pero se había equivocado. Nada la podía haber preparado para esto. Ni siquiera el tiempo.
Intentó abrir la puerta una vez más pero, otra vez, fue detenida por el agarre firme de Jane. La paciencia de Maura se esfumó.
–Eso no es cierto. Sí importó.
–¡No! –gritó.
Jane soltó su brazo, sorprendida ante la reacción inesperada de la mujer que siempre había mantenido un porte sereno.  
–Sí me importó. Me importa. –El espacio entre ellas se hizo más estrecho. La mirada de Maura se clavó en sus ojos, y en ese momento se sintió tan pequeña.
–¿Cómo puedes decir algo así? –Espetó. Ya no podía contenerse un segundo más, estaba a punto de explotar.
–No puedes hablar por mí como si supieras lo que pienso o siento. –Intentaba mantener su tono neutral para no empeorar la situación, algo que se estaba haciendo más difícil con cada segundo que pasaba.
–Tus acciones hablaron por ti. –Inhaló con fuerza, apartando un mechón de pelo mojado de su rostro; se sentía helado sobre su mejilla ardiente–. Me dejaste con una nota. Después de… –Se tragó las palabras. La herida se sentía tan fresca que era inconcebible que casi cinco meses habían pasado desde entonces–. “Feliz año nuevo” –citó en un tono sarcástico.
Jane se mantuvo indiferente al escuchar las palabras. Sí, eso decía la nota, ¿qué tenía? Era Nochevieja.
Los labios de Maura se separaron varias veces antes de ladear la cabeza.
–¿Feliz año nuevo? –Explotó hablando rápido y articulando con sus manos en frustración–. ¿Cómo crees que me sentí? Me… Me entregué a ti como nunca lo había hecho con alguien. Sentí. Fui muy ingenua al pensar que tu sentiste lo mismo. Fui muy ingenua al pensar que para ti esa noche no fue más que eso: una noche–. De repente se calló y Jane la miró confundida por el cambio inesperado otra vez.
 Maura se apoyó en la puerta de su auto y cerró los ojos por un instante, sintiendo las gotas de agua golpear su rostro.
–Maura… –susurró, notando lo abatida que se veía la rubia.
–Me sentí como una cualquiera –dijo en un susurro, pero Jane estaba lo suficientemente cerca para escucharla. Estuvo a punto de contradecirla pero Maura continuó–. Me entregué a ti y a la mañana siguiente te largaste deseándome un feliz año en una nota… –Abrió sus ojos lentamente hasta que su visión se aclaró sobre el rostro estupefacto de Jane.  
Jane había quedado boquiabierta. Las palabras de Maura resonaban en su cabeza una y otra vez. Un sonido desconocido para ella escapó de sus labios al caer en cuenta de su error. ¿Cómo pudo…?
–Maura, yo no… –No estaba segura si la humedad que corría por el rostro de la mujer era la lluvia o sus lágrimas.
–No diga nada. Ya fue suficiente –Abrió la puerta del auto y entró en él lo más rápido posible, aprovechando que Jane no pudo siquiera moverse por lo atónita que había quedado.
Jane no pudo hacer más que seguir con la mirada el auto de la mujer. Alzó lentamente su mano hasta cubrir sus labios. Las palabras de Maura se sintieron como un golpe que la dejó sin aliento. Sus piernas tomaron vida propia y dieron unos pasos hacia atrás hasta que su espalda colisionó con un auto.
“Maura” –pensó y cerró los ojos con fuerzas.
No estaba segura de cómo o cuándo había subido a su auto, encendido el motor y puesto en marcha. Cuando por fin se detuvo, apagó  el motor, y su cabeza golpeó el volante, soltando un suspiro seguido de un gruñido. Había llegado hasta aquí… Y necesitaba hablar.
Cuando tocó la puerta sintió una punzada de arrepentimiento en lo más profundo de su estómago. Giró sobre sus talones decidida a marcharse, pero el sonido de la puerta al abrirse la detuvo. Ya era demasiado tarde para dar marcha atrás.
–¿!Jane!?
Jane se encogió de los hombros al escuchar su nombre y se giró lentamente.
–Ma.
            –¿!Qué haces en la lluvia!? Entra. ¡Por Dios, vas a enfermar!
            Jane entró en la casa, mirando alrededor para evitar tener que mirar a su madre a los ojos. Sus manos las había cruzado sobre su pecho, protegiéndose del frío y para que no le temblaran por los nervios que sentía.
            –Necesito hablar contigo, Ma –dijo después que su madre la había estado mirando por varios segundos esperando a que dijera algo.
            –Primero sube al baño y báñate. En tu habitación debe haber algo que aún te sirva.
            Jane asintió sin decir una palabra; no confiaba en su voz, aún no. Ángela siguió con la mirada a su hija hasta que había desaparecido al subir las escaleras, caminó hasta la cocina y comenzó a preparar una sopa de pollo con vegetales.
            Ya había pasado alrededor de cuarenta minutos y Jane aún no bajaba. Ángela la esperaba sentada en la mesa, mordiendo su dedo pulgar inquieta por saber qué era lo que ocurría con su hija. Nunca antes la había visto tan… decaída. Al escuchar unos pasos miró a su lado, observando a Jane bajar por las escaleras. La mujer se sentó enfrente de ella.
            –¿Quieres comer sopa?  
            –No tengo hambre.
            –Entonces… ¿Qué pasa, hija?
            Jane permaneció en silencio varios minutos y Ángela esperó pacientemente.
            –Es Maura… Lo he arruinado.
            –Pensé que ya estabas bien con la doctora.
            –Creo que nunca lo estuvimos… Ma tengo que decirte algo.
            Ángela asintió, alentándola a que continuara.
            No podía decirlo. Siempre que lo intentaba se quedaba a mudas y sus labios solo se movían. Así que pensó que era más fácil mostrarle. Jane sacó su celular y buscó en sus fotos hasta que encontrar lo que buscaba, lo colocó sobre la mesa y lo deslizó hasta su madre. La mujer agarró el celular, estudiando la imagen que brillaba en la pantalla, sus ojos se fueron abriendo poco a poco a la vez que caía en cuenta.
            –Esta foto es de Nochevieja… –Era idéntica a la que le había entregado cuando Jane regresó de Nueva York, pero esta foto tenía una pequeña diferencia: al lado de Jane estaba otra mujer.
            –Maura… –Alzó su mirada para mirar a su hija antes de volver a observar la imagen solamente para confirmar que era cierto lo que sus ojos habían visto–. …Conocías a Maura… –No sabía si reprimir la emoción que sintió en ese momento. Era obvio que algo estaba fuera de lugar con las dos mujeres, lo supo desde el primer instante que las vio a las dos juntas. Pero no estaba segura de qué era, además de que Jane le había negado que se conocían…
            –¿Por qué me negaste que se habían conocido?
            –Porque es muy complicado.
            –Es complicado si así lo haces. –Deslizó el celular de vuelta hacia su hija y cruzó los brazos, esperando una explicación.  
            –No solo la conocí esa noche. –Tragó en seco. El haber conocido a Maura antes de que empezara a trabajar para Boston no era la única confesión que tenía que hacer. Pero si quería hablar con su madre para que la aconsejara, entonces era necesaria toda la verdad–. Estuve con ella esa noche.
            –Eso lo pude ver en la foto.
            –No… O sea sí, estuve con ella... pero me refiero a estar… con ella. –Apretó los puños por debajo de la mesa al escuchar lo nerviosa que se escuchaba.  
            El rostro de Ángela cambió a una expresión confusa.
            –No entiendo lo que me estás diciendo, Janie –dijo entonces.       
            Jane exhaló con fuerza.
            –Tuvimos relaciones sexuales esa noche–soltó con tal rapidez que apenas se le entendió, pero el rostro de su madre fue suficiente para dejarle saber que sí había entendido a la perfección.
            Jane se preocupó por su madre al ver que no decía nada, apenas se movía y hasta llegó a pensar que no podía respirar. Ángela se levantó de un respingó que hizo que Jane saltara sorprendida en su silla. Esto era lo que más temía: la reacción de su madre.
            Los segundos se sintieron como horas. Ángela caminaba de un lado a otro y Jane no hacía más que observarla en silencio.
            –¿Desde cuándo eres lesbiana?
            Jane hizo una mueca al escuchar esa pregunta. No se había puesto a pensar en etiquetas ni siquiera se había cuestionado su sexualidad. Lo que tuvo con Maura se sintió tan natural que ninguna de esas cosas fue necesaria.  
            –Maura ha sido la primera mujer con la que he estado –confesó.
            Su madre tomó asiento y respiró profundamente varias veces.
            –¿Te habías sentido atraída por mujeres antes? –preguntó en un tono tranquilo, lo cual desconcertó mucho a Jane.
            –Emm… Sí, pero Maura es diferente.
            –Diferente cómo. –Ladeó la cabeza con curiosidad.
            Jane frunció los labios.
            –¿Eso es todo? ¿No gritos ni reproches? –Ahora la atónita era ella.
            –Jane… No puedo negarte que. –Movía las manos en el aire, intentando buscar la palabra adecuada–…tu confesión ha sido una gran sorpresa para mí. Habías estado con Dean y estabas muy feliz con él y ahora… –Suspiró–. Lo único que me importa es que tú estés feliz. Si eres feliz con Maura o cualquier otra mujer, entonces yo estaré feliz por ti. Además, es tu vida y creo que ya estás bastante grandecita para tomar tus propias decisiones sobre cómo y con quién vivir tu vida.
            –Ma… –Los ojos le brillaron con las lágrimas que estaba intentando retener.
            –¡Ahora! –Exclamó y Jane sonrió ante el cambio de tono de su madre–. Es obvio que no estás feliz ahora, así que dime qué pasó que dices que lo arruinaste.
            –¿Recuerdas que ese día tuve que regresar en el primer vuelo?
            –Sí
            –No me despedí de Maura… simplemente dejé una nota deseándole un feliz año. Después de eso no volví a verla hasta que comenzó a trabajar como nuestra forense.
            –Espera, espera. ¿Le deseaste un feliz año en una nota y te fuiste… después de haber estado juntas? –preguntó incrédula.
            –Ya sé… –Escondió su rostro entre sus manos, intentando no gritar en frustración–. Estaba tan apurada que no pensé. Llevo casi un mes preguntándome todos los días por qué Maura me trata con tanta frialdad. He sido tan ciega, Ma.
            –¿Ciega? Si yo fuera Maura ni siquiera te dirigiría la palabra.
            –Eso ayuda mucho, Ma…
            –Tengo derecho a decirlo. Eres una detective pero cuando se trata de tus asuntos personales eres más ciega que un topo.
            Jane soltó un quejido, consciente de que las palabras de su madre eran ciertas.
            –¿Por qué no la contactaste después de esa noche? Aún tienes esa foto en tu celular.
            –Varias veces lo quise hacer… pero la distancia… las diferencias. Somos dos mundos diferentes, tú lo has visto; has visto cómo es.
            –Dos mundos que se atraen. Eso es lo que he visto.
            –Ma… eso no es lo que…
            –Lo que sé es que te gusta. –La interrumpió.
            Jane quedó boquiabierta.
            –Está arruinado, Ma.
            –Lo puedes arreglar… ¿Por eso me estás hablando, no es así?
            –Sí. Es lo que más deseo… aunque no estoy muy segura de que Maura quiera lo mismo.

            –Habla con ella entonces. –Sonrió para sus adentros. La forma con la que Maura miraba a su hija cuando esta no era consciente le hacía pensar que tal vez, solo tal vez… Jane estaba equivocada. 

Continuará...

5 comentarios:

  1. Oh! Genial ... quiero mas..! c: gracias por este capitulo (ahora quiero lemon )

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  2. Muy bueno el capítulo :) esperando el próximo. Gracias por compartir.

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  3. Me esperaba algo asi como un beso bajo la lluvia jajajaja pintaba una escena asi en mi cabezita pero muy bien, Angela que linda como apoya a Jane :3

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  4. Ooh si
    Me pregunto cómo Jane logrará cambiarle la actitud a Maura, y es que eso no se hace :<

    Ando medio triste xq sé cuántos capitulos tiene en total y aunque apenas voy aquí sé que será difícil aceptar que no habrá más T^T
    (Por cierto, además de mi no he visto comentarios de hombres... y me he dado cuenta que suponen que sólo las chicas leen Yuri ¿Acaso soy el único? díganme que no!)

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