domingo, 9 de febrero de 2014

Extraños en la noche - Capítulo 4

Hola Yurifans,

Espero hayan disfrutado del fin de semana que rápido que pasó T_T, así que para cerrarlo con broche de oro, les dejo la continuación de esta historia que cada vez se pone mejor. Sobretodo porque cada vez falta menos para el estreno de la nueva temporada de Rizzoli & Isles, que confieso es de mis series preferidas, y los fanfictions siempre son una buena manera para hacer la espera menos estresante ;)

Enjoy!

Extraños en la noche
Autora: Isles
Capítulo 4

N/A: El nombre de “Milo” lo pronuncio como “Mailo” pero ustedes véanlo como se les haga más lindo xD. Este capítulo es más corto de lo normal, pero pronto tendré la otra actualización. 
            El lenguaje corporal de Maura cambió por completo. El niño la miraba con grandes ojos, sosteniendo una pequeña manta entre sus brazos.
            –¿Por qué has despertado, Milo? –Hizo un mechón de cabello dorado a un lado, sonriendo al notar el pucherito que hizo el niño.
            Milo apretujó la manta con más fuerza y Maura se agachó para cargarlo, sosteniendo aún la bolsa de Jane.

La morena observaba el intercambio, sintiéndose un poco incomoda. El niño era muy parecido la mujer. ¿Era su hijo? ¿Acaso el padre aparecería en cualquier momento y exigiría alguna explicación de su presencia? ¿Sabría de lo ocurrido entre ellas dos? Dios, estaba pensando de más. Cuando sacudió su cabeza y miró a la rubia, se encontró con dos pares de ojos mirándola de una forma que se sintió como si la estuvieran estudiando, y el nerviosismo se apoderó de su cuerpo.
Corre, corre pensó, incapaz de mover sus piernas.
El niño se acercó a Maura y susurró algo a su oído. Maura sonrió y dijo:
–Ella es la detective Rizzoli, trabaja conmigo.
Milo miró a Jane con una pequeña sonrisa, sus ojos parecían brillar. Su sonrisa se contagió y Jane sintió sus labios dibujar una sonrisa.
–Montos –habló por primera vez y Jane sintió que se derretía.
–¿He?
–¿También luchas con montos?
Maura esbozó su sonrisa, mirando al niño con adoración. Jane miró a Maura con una expresión confundida.
–Monstruos, no sabe pronunciarla aún.  
–Sí, lucho con ellos todos los días; algunos son muy fuertes. –Hizo un gesto con su brazo para mostrar sus músculos, cambiando su tono de voz.
Milo miró a Maura con una sonrisa de oreja a oreja. La rubia regresó al niño al suelo y este corrió con la manta entre sus manos.
–¿Quieres pasar?
Los labios de Jane se separaron, sorprendida por la proposición. Su mirada se dirigió a su carro aparcado en la calle y luego hacia Maura. Había conducido hasta aquí para entregarle la blusa, pero en el fondo, simplemente quería verla y si ella se lo permitía, hablar. Hablar sobre aquella noche. Esta era su oportunidad y la tomaría, aunque todos sus sentidos le gritaban que corriera.
Maura se hizo a un lado al ver que la morena asintió levemente. Jane caminó hasta el salón, esperando a que Maura la guiara. La casa no se comparaba con su pequeño apartamento que tenía en la ciudad. La forense vivía con comodidades que ella tan solo podía soñar tener.
–Milo, no bebas mucha agua antes de dormir –le dijo y el niño dejó su vasito entrenador sobre la mesa de centro,  poniéndole ojitos.
Maura caminó hacia él, dejó la bolsa de Jane sobre el sofá y volvió a tomar al niño entre sus brazos. Jane observaba el lenguaje corporal de Maura sin poder evitar el sonreír, aunque el fondo de su estómago sintió una punzada de celos. Maura trataba a todos con amabilidad en el trabajo, incluso a aquellos que hablaban mal de ella. Verla sonreírle al niño de ese modo le recordaba que una vez esa sonrisa era dirigida a ella, pero también recordaba que fue ella quien hizo que desapareciera.
–Es muy lindo tu hijo –susurró al notar que Milo la miraba por encima del hombro de Maura. La rubia la escuchó y se giró hacia ella.
–No es mi hijo –aclaró, atrapando la manta de Milo, que casi cae al suelo–. Es mi hermano.
Jane abrió sus ojos sorprendidas y aliviada. Al menos ya la posibilidad de que apareciera el padre desapareció.
–Mis padres decidieron adoptar otra vez, soy hija adoptada también.
–Oh… –Eso aclaraba varias cosas; ya estaba calculando las edades en su cabeza porque Maura tenía que tener poco más de treinta y entonces su madre no estaría en la edad de tener un hijo biológico.
–Mau –susurró el niño restregándose los ojos–. ¡Monstos!
–Los monstruos no existen, Milo. Ha sido comprobado por científicos ¿Por qué no le preguntas a la detective que asegure tu habitación? –Le dijo al niño–. ¿Detective?
Jane estaba boquiabierta, mirando entre el niño y la mujer.
–Creo que los poderes están fallando –decía el niño, mirando la manta que estaba repleta del logo de Batman.
–Milo, los poderes tampoco exis–
–¡Sabes qué, pequeño! –Exclamó Jane, recriminado a Maura con la mirada ¿cómo iba a decirle eso?, entonces se acercó a ellos, tocando la manta con sus dedos–.  Oh…guau…esta manta tiene mucho poder.
–¿En serio? –Preguntaron los dos a la vez; los ojos de Milo se habían abierto como platos, feliz y Maura la miraba sorprendida antes de sonreír, esperando a ver con qué más saldría la morena.
–Oh sí, tienes el poder de la noche contigo. –Se mordió el labio inferior para no soltar una carcajada al escucharse a sí misma–. ¿Sabes qué significa eso?
–No. –El niño se movió emocionado en los brazos de Maura que tuvo que sostenerlo con más fuerza.
–Esta manta te protegerá siempre, ningún monstruo se podrá acercar a ti en la noche.
–Pero… –susurró cabizbajo, y Maura apartó el mechón rebelde, mirándolo preocupada–. Los montos me despertaron.
–Puedo asegurarme personalmente de que tu cuarto esté libre de monstros.
–¿Cómo, detective?
–Tú me puedes llamar Jane, pequeño, así me llamo. –Miró de reojo a Maura que apartó su mirada de ella.
–¡Jane!
–Oh, ¿Su nombre sí lo puedes decir? –Maura fingió un tono dolido.
–Es muy fácil –contestó, Milo–. ¿Cómo, cómo? –Preguntó a Jane.
Jane hizo a un lado su chaqueta y se quitó la placa dorada del cinturón para mostrársela al niño.
–Le tienen miedo a esto.
Milo tomó la placa en sus manos, observado cada pequeño detalle. Sus ojos brillaban de la emoción.
–¡Vamos!
Jane buscó los ojos de Maura y esta asintió.
–A dormir, sígueme, Jane. –Se dirigió a las escaleras, subiendo a un ritmo lento con Milo en sus brazos. Jane permaneció en el lugar por varios segundos hasta que sacudió la sorpresa de escuchar su nombre de los labios de Maura una vez más.
“No te hagas ilusiones, Jane” –Pensó, siguiendo a Maura, sonriéndole al niño que la observaba por encima del hombro de la rubia.
Maura se ocupó de acomodar a Milo en la cama y cubrirlo con su manta. Caminó hasta la puerta y apoyó su espalda en la pared, haciéndole un gesto a Jane con su mano para que se encargara del resto. Jane nunca se había sentido tan nerviosa en su vida, bueno, eso no era cierto; Maura la ponía nerviosa con mucha regularidad.
–Asegúrate de chequear debajo de la cama –recordó Milo.
Maura había cruzado sus brazos sobre el pecho, y seguía con la mirada a la morena que caminaba de un lado a otro en la habitación, mostrando su placa. Era imposible no sonreír al ver ese lado de la mujer, parecía otro niño.
–No olvides el armario –añadió Maura.
Jane se detuvo en sus pasos, sorprendida al escuchar esa voz; estaba tan concentrada en lo que hacía que se había olvidado de la presencia de la mujer.  
–¡Sí! –acordó el niño.
Jane caminó hasta el armario y lo abrió de repente, mostrando su placa, pero nada pasó.
–Puedo confirmar que tu habitación está libre de monstruos, pequeño Milo. –Tomó la libertad de sentarse al borde de la cama.
Maura descruzó sus brazos, frunciendo los labios. ¿Cómo podía Jane ser así de cariñosa con Milo y haberle hecho tanto daño a ella?
“Fue solo una noche, Maura. Una noche no significa nada para muchas personas” –Se dijo a sí misma. Era algo que se había dicho muchas veces, ya había perdido la cuenta. Pero entonces recordaba cada detalle de aquella noche, había estado segura que no había sido solo ‘una noche más’ ni para ella, ni para Jane. Pero a las malas ha aprendido que no hay nada seguro en este mundo. La ciencia era lo único que conocía como algo seguro, y hasta eso a veces erraba.
La voz de Milo la sacó de sus pensamientos y dirigió su mirada hacia él.
–Yo no tengo una. –señaló con su pequeño dedo la placa de Jane–. ¿Y si mañana regresan?
–Estoy segura que la manta y Maura te protegerán –susurró, observando los rasgos de Milo; era impresionante el parecido que tenía con Maura.
–Pero le tienen miedo.
–¡Entonces te conseguiré una!
–¿En serio?
–¡Claro!
–¿Seré detective?
–Con una de estas claro que sí.
El niño rio feliz, cubriéndose hasta el cuello con la manta.
–Milo, a dormir –dijo Maura, apagando la luz.
La habitación quedó a oscuras pero a los pocos segundos se iluminó lo suficiente cuando el techo resplandeció con estrellas.
–Buenas noches, pequeño.
–Buenas noches Jane, Mau.
–Eres muy buena con los niños –decía Maura, bajando las escaleras hacia el salón.
–Tengo una familia muy grande, he tenido que cuidar a muchos primos. –Volvió a meter sus manos en los bolsillos de su pantalón.
Maura no dijo una palabra más hasta que llegaron al salón. Jane se mantuvo de pie al lado del sofá, incomoda por el silencio que reinó; definitivamente era más fácil dirigirse a la mujer con Milo, o cualquier otra persona presente.  
–¿Deseas algo de beber? –preguntó desde la cocina.
–No, gracias, así estoy bien. –Frunció el ceño al escucharse. Un vaso de agua no estaría mal, sentía que su boca se sacaba… algo que pasaba mucho alrededor de la mujer. Pero como muchas veces antes, había hablado antes de pensar.
Maura bebió un poco de agua y caminó hasta el salón, quedando a unos pies de ella. El aire se sentía tenso y las dos parecían estar mudas ante la presencia de la otra.
–No era necesario que me trajeras la blusa, podías haberla devuelto mañana en el trabajo.
–Amm. –Todas las respuestas a las posibles preguntas que Maura le podía haber hecho desaparecieron de su mente y ahora se sentía como una idiota ahí, sin palabras y sin una buena razón para haber buscado la dirección de la mujer y conducir más de veinte minutos para… ¿devolverle una blusa? … No.
–Susie me dijo que saliste temprano… No sabía si te había pasado algo, si estabas bien. –Ahora que escuchaba su ‘gran’ razón para llegar hasta aquí, no pudo sentirse más idiota de lo que ya lo hacía. Pero esa era la verdad. No importaba si no era una buena razón. Su preocupación era genuina y eso era lo que importaba.
–Estoy bien –aseguró con un tono neutro–. Mis padres tenían negocios que atender y la nana de Milo ha enfermado. –¿Por qué le estaba dando una explicación?
–Ah… –El silencio que prosiguió fue aplastante.
Maura no se inmutaba a establecer una conversación ¿por qué querría? Los ojos de Maura eran los mismos con que la miraban en el trabajo, y Jane sintió otra punzada de dolor. El remordimiento la estaba comiendo viva y no sabía cómo arreglarlo.
–Maura. –El nombre escapó de sus labios y se mordió la lengua al hacerlo, esperando escuchar algún reproche. Pero no llegó. Maura simplemente la miraba con una expresión vacía, distante.
–Creo que ya es tarde, detective.
–En algún momento tendremos que hablar, Maura… Y me tendrás que escuchar.
–Es lo que no entiende, usted no tiene que explicarme nada.
–Eso no es cierto, Maura. Tú y yo sabemos que tenemos mucho de que hablar.

Maura se negó a mirarle a los ojos, si lo hacía iba a sucumbir a sus deseos. Caminó hasta la puerta y la abrió con la mirada fija en la pared enfrente de ella. Un resoplido de la morena llegó a sus oídos y lo siguiente que vio fue la mujer pasar enfrente de ella con pasos apresurados. La puerta se cerró y Maura se apoyó en ella por varios segundos antes de subir a su habitación. La puerta se cerró detrás de ella y se sentó al borde de la cama. Abrió la mesita de noche y busco en el fondo de ella un trozo de papel arrugado. Era el trozo de papel que le recordaba que no podía volver a cometer el mismo error. Sus manos aún temblaban al sostenerlo, y siempre eran las mismas palabras las que aparecían en él: “Feliz Año Nuevo”

Continuará...

3 comentarios:

  1. Muy buena la historia!! Tengo curiosidad de ver como lo arreglan. Esperando a por más.

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  2. En serio eso fue lo que tenia la hoja? D: Yo ya la hubiera cacheteado...

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  3. Que cruel... Auch como le pudo escribir solo eso?? Con razón la trata así, Jane tendrá que empezar a sumar puntos xD

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