jueves, 7 de junio de 2012

Café à Paris - Capítulo 4


¡Hola yurifans!

Feliz día tengan ustedes. Hoy continuaremos con esta historia que nos regala Utena93 y que se va poniendo cada vez mejor. Esperemos pueda continuarla pronto.

Por cierto, no es por ser chismosa (chusma, cotilla, maruja,...) pero se de buena fuente XD que el Baúl les traerá algunas alegrías muy pronto, no dejen de visitarnos ya les contaré ;)

Que disfruten la lectura.

Autora: Utena93
Capítulo 4

Inés me miraba impresionada y ligeramente ruborizada. Bajó su mirada y se centró en otras cosas. Pero ¿cómo podía haberle dicho tal cosa? ¿Estaba loca? Una cosa era clara, quería asustarla. Inés seguía mirando al vacío cuando su gesto se tornó serio de repente. Echó a andar despacio como si estuviera asustada por algo en particular.

-¿Inés? – pregunté sin entender nada. – Inés ¡Inés!

No me escuchaba. Ella continuaba su marcha, cada vez más veloz hasta que comenzó a correr.

-¡Inés! ¿Pero qué haces? – grité.


Corrí tras ella. Cruzó la calle a toda velocidad. Un coche que se acercaba a toda velocidad frenó en seco y casi la atropelló, el conductor enfadado la insultó mientras ella se alejaba cada vez más. Seguía su camino… ¿Un hotel? ¿Iba a un hotel? No entendía nada. Logré alcanzarla justo cuando llegaba a la recepción. Le gritaba a la recepcionista en un español demasiado rápido como para que una francesa como yo lo entendiese. Desesperada, al ver que la recepcionista no la entendía habló en francés.

-¡Ese hombre! ¿En qué habitación está? – gritaba.
-Madeimoselle, no le puedo dar esa información. – se excusaba la recepcionista.

Agarré a Inés por el brazo, para tranquilizarla. Se zafó de mi intento de contenerla huyendo escaleras arriba a toda velocidad. Salí tras ella. ¿Pero qué estaba pasando? Inés corría por los pasillos, por las escaleras, por todos lados. A lo lejos vi como se agazapó tras una esquina. Conseguí darle alcance.

-¿Pero qué estás haciendo? ¿Estás loca? – le dije.

Posó su dedo sobre mi boca haciéndome callar. Me sonrojé ante aquel gesto. Ambas nos asomamos por la esquina esperando ver algo. Al final del pasillo había un hombre enchaquetado abriendo una de las puertas del hotel con una tarjeta. Cuando abrió unas manos tiraron de su corbata para arrastrarlo hacia dentro. La puerta se cerró y fue entonces cuando Inés se levantó y volvió a echar a correr.

-¿Qué haces? ¡Inés! – dije en tono bajo.

Caminé tras ella… no podía ser. Inés golpeó la puerta enfadada.

-¿Pero quién será? – dijo una voz molesta desde el otro lado.

Cuando llegué a su lado el mismo hombre de antes, pero esta vez sin chaqueta, sin corbata y con la camisa mal puesta, abrió la puerta. La cara se le descompuso al abrir.

-¡Pero serás cabrón! ¿Qué soy el amor de tu vida? ¡Y un cuerno! ¡Bastardo!
-¡No, Inés no es lo que parece! – se excusaba el chico.
-¡¿Qué no es lo que parece?! ¡Claro! ¡Hijo de…!

Inés se abalanzó contra él y comenzó a pegarle. El hombre cerró la puerta quedando a salvo de los golpes de ésta. Ella seguía golpeando la puerta. La agarré por la espalda.

-¡Ya basta! Venga.

Inés seguía pataleando e insultando a aquel hombre hasta que se calmó un poco. La seguridad del hotel terminó, entre tanto, por encontrarnos…

-Señoritas, deben acompañarnos. – decían mientras nos reducían.
-¡Usted no sabe quien soy! – gritó Inés.
-Y ¿quién es usted? – preguntó uno de ellos en tono burlón mientras su compañero reía con él.
-¡Inés Ferrer!

Los guardias nos soltaron de inmediato. Se disculparon y se marcharon. Miré atónita a Inés. ¿Quién se suponía que era esta chica?  Abandonamos el hotel. Inés caminó hasta su coche sin mediar alguna palabra, abrió, se sentó… y se derrumbó. Lloraba y lloraba… y yo no sabía qué hacer…

-Inés… - dije – Venga, no llores… se te va a ir al traste el maquillaje mujer…

Ella seguía llorando amargamente. Intenté animarla con palabras pero no tuvieron ningún efecto en ella, lo único que pude hacer fue ofrecerle mi hombro hasta que no tuvo más lágrimas que derramar… Cuando se calmó me miró con agradecimiento a través de sus ojos hinchados, yo dibuje una pequeña sonrisa de consuelo en mi rostro para que se sintiera algo mejor. Lo sentía tanto por ella… valiente idiota era el prometido, hacerle eso a una mujer así, por favor… Inés puso el coche en marcha, conducía despacio, como si no supiera bien cómo hacerlo, pero continuaba a ese ritmo, como si fuera lo único que le hacía saber que iba sobre seguro. Poco a poco fue volviendo a coger un poco de confianza en sí misma y empujó poco a poco el acelerador. En todo el trayecto no me atreví a dirigirle la palabra… No sabía qué decir.

Paramos frente a su casa y la acompañé hasta la puerta donde una mujer de baja estatura y con uniforme nos recibió.

-Bienvenida Señorita. – le dijo a Inés.
-Preparen mis maletas. – respondió ésta.
-Señorita, ¿se va usted de viaje? – preguntó la mujer extrañada.
-No, me voy de la casa, preparen mis cosas. – y sin más, se marchó.

Aquella pequeña mujer me miró esperando algún tipo de explicación, no pude más que encogerme de hombros, no me parecía adecuado ser yo quien desvelara el pequeño secreto prematrimonial. Pedí permiso para pasar y me dispuse a seguir a Inés por las amplias escaleras mientras el servicio de la casa se movilizaba rápidamente. Llegué a una habitación lujosamente decorada, entretanto,  Inés metía apresuradamente ropa dentro de una maleta. Notó mi presencia y se giró hacia mí.

-¿Puedo quedarme en tu casa? – preguntó.
-Si… claro. – dije sin pensarlo dos veces.
-Gracias. – contestó secamente.

Ella seguía con sus maletas y su ropa ayudada por algunas chicas del servicio… Decidí dejarla tranquila, estaba muy dolida. Me aventuré a pasear por la casa mientras Inés se preparaba… Era una mansión en toda regla, había lujos por todos lados, era increíble. Recorrí el camino de vuelta al recibidor, tampoco me quería perder por aquella casa, y esperé varios minutos hasta que aparecieron un grupo de sirvientas con un par de maletas cada una. ¿Cuánta ropa tenía ésta mujer? Finalmente apareció Inés discutiendo con la pequeña, y supuse, ama de llaves. Me acerqué a Inés para ayudarla y pregunté:

-¿Dónde vas a meter todo esto?
-No te preocupes lo dejarán todo en la puerta de tu casa.

Fantastique! Y pretendía meter todo eso allí. Siento decirlo pero la mitad se quedaría fuera. Montamos en su coche seguidas de varios más hasta llegar a mi casa. Las obedientes sirvientas desmontaron las maletas y las introdujeron en mi casa… mi maravilloso salón/comedor se vio invadido por innumerables y enormes maletas de diseño… Brillant! Me derrumbé en el sofá ante tal atentado a mi intimidad…

-Lo siento. – dijo Inés. – Y muchas gracias por ofrecerme tu casa. Te prometo que me iré pronto. Sólo serán un par de días… - se excusó.
-Lo que me importa no es que estés tú aquí, sino tus maletas…
-Lo siento… - se disculpó mientras se sentaba a mi lado. – Es que… ha sido todo muy… No me lo esperaba de él…
-Nadie es perfecto, pero no te pongas triste. Lo celebraremos.
-¿Qué se supone que hay que celebrar? – dijo entre enfadada y sorprendida.
-Pues, que vuelves a estar soltera.- sonrió ante mi afirmación.
-Un momento, necesito hacer una llamada.

Se levantó de mi lado mientras marcaba apresuradamente un número en su teléfono, esperó varios segundos hasta que habló en un apresurado español. Estoy segura de que lo hubiese entendido si quisiese pero pensé que era mejor darle intimidad, así que encendí mi pequeño televisor. Las noticias... bueno, al menos mis problemas me parecerían menos al saber que el mundo se estaba yendo al traste.

-¿Puedo usar el baño? – preguntó Inés que había terminado de hablar.
-Por supuesto, primera puerta a la derecha.

Seguí contemplando el televisor sin apenas interés hasta que algo llamó mi atención.

“Tenemos una noticia de última hora. Acaba de ser detenido Carlos Villa, embajador español en nuestro país, por malversación de fondos con caudal público. Aún no tenemos suficientes conocimientos de la noticia, seguiremos informando.”

¿Pero ese no era…? Espera ¿ha hecho una llamada y han metido a ese tío en la cárcel? ¡A quién he metido yo en mi casa! Primero lo del hotel y ahora esto… Mon Dieu! Esta chica tenía más poder con una simple llamada que el mismísimo presidente… Miles de ideas descabelladas pasaron por mi mente en ese momento. Hija de un rico empresario, hija de un banquero, hija de vete tú a saber quién…

-¿Louise?
-¡Ah! – grité. – Me has asustado.
-Perdona. – dijo Inés mientras se sentaba a mi lado.

Me moría de ganas por saber quién era esa chica que estaba a mi lado mirando la televisión despreocupadamente, pero pensándolo bien… quizás no debía preguntar, ¿y si era hija de un criminal? O algo peor… Tenía que averiguarlo por mi cuenta. ¿Pero cómo podía averiguar algo? Una bombilla se encendió en mi cabeza.

-Bueno – dije mientras me levantaba para coger una buena botella de Coñac – ¡vamos a celebrar que vuelves a la libertad!

Continuará…


6 comentarios:

  1. Un giro un tanto inesperado en esta historia que ha captado mi atención mis felicitaciones a las escritora que buen trabajo aunque ahora empieza a dejarme dudas, en fin esperare pacientemente la historia

    salu2

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  2. Me encanto!!!! xD
    no puedo esperar al prox capi
    este fic se ha vuelto uno de mis favoritos ;D

    PD: me muero x saber q pasara una vez q se emborrachen ;D

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  3. No puedo esperar por el siguiente capitulo... está muy interesante!!!

    Gracias!

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  4. muy buuena historia esperare impaciente que es lo que sigue :)

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  5. Mon Dieu! jajajaja!! me encanta!!!
    hace mucho que no tenía tiempo de pasar al baúl, y cuando pasaba no me quedaba tiempo de escribir post =( ... lo siento... pero he pagado mi penitencia TTwTT ahora mi cutis no es perfecto!!!
    me intriga "¿Quién es Inés Ferrer?" me emociona "¿Podrá averiguarlo Louise después de ese coñac?"... espero con ansias el próximo capitulo
    Mil gracias a la autora y al inagotable staff del baúl por sus esfuerzos =D

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  6. Uy se esta poniendo buena la cosa jejeje..... quien sera Ines que tiene tanto poder uy jajaja....esperare con ansias el proximo capítulo

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