No hay mucho más que decir, solo
¡Felices fiestas Yurifans!
Una navidad
.-
Emmanuelle
bajó corriendo las escaleras de la casa, disminuyendo la velocidad conforme se
aproximaba al piso inferior. Aún en pijama y sin calzar, saltó hábilmente y con
elegancia ese molesto escalón que siempre crujía y con pasos cuidadosos y
pequeños se acercó cautelosa y curiosa a la cocina, de donde provenía el ruido,
que en un principio, la había despertado.
Mientras más
se acercaba, más podía dislumbrar una figura adulta, que sacaba cacerolas,
sartenes, bandejas de los muebles de la cocina, donde varios de esos objetos
habían estado por mucho tiempo, sin uso y sin objeto.
- Ma- ¿Mamá? - preguntó Emma, entrando despacio a la habitación, mientras su madre se volvía a verla.
- Lo siento, Em ¿Te desperté? - Sybill, su madre tenía puesto un delantal. Un pañuelo en su cabeza sostenía su cabello.
- ¿Qué estás
haciendo? - preguntó Emma con sinceridad, a pesar de conocer la probable
respuesta al ver los utensilios de cocina e ingredientes en la mesada. Había un
pavo, habían papas y otros vegetales en diferentes cantidades, pero podía
prepararse mucha comida con ellos.
- Una cena
de navidad - respondió su madre mientras ponía una olla de mediano tamaño al
fuego de la cocina, al parecer, para hacer chocolate caliente.
- Pero... -
Emmanuelle detuvo su curiosa protesta. Pensó mejor sus palabras y terminó
diciendo - Déjame ayudarte, mamá.
La verdad es que desde hace unos dos años no celebraban la navidad ni con cenas, ni con decorados, ni con chocolate, ni galletas. Desde que su padre se fue, Emmanuelle vio como su madre se reabsorbía en su trabajo, en su estudio y en sus papeles. Dejaron de celebrar la mayoría de eventos, como mucho los cumpleaños. Mientras tanto, en esos tres años, ella y sus hermanos iban creciendo, Zacarías más rebelde que nunca; la pequeña Lea, tenía muchas interrogantes y ella; Emmanuelle, simplemente no quería que sus hermanos notaran la ausencia de mamá demasiado. Esas cargas, esas presiones son las que te hacen crecer y madurar antes de lo que deberías.
Pero ahora, era reconfortante, cada vez más, ver a mamá regresar.
- Mamá - la pequeña Emmanuelle terminaba de picar algunos vegetales con incipiente habilidad en sus pequeñas manos. Le gustaba mucho cocinar y lo hacía seguido cuando mamá no podía encargarse - Iré a despertar a los 'enanos'. También deberían ayudar.
La verdad es que desde hace unos dos años no celebraban la navidad ni con cenas, ni con decorados, ni con chocolate, ni galletas. Desde que su padre se fue, Emmanuelle vio como su madre se reabsorbía en su trabajo, en su estudio y en sus papeles. Dejaron de celebrar la mayoría de eventos, como mucho los cumpleaños. Mientras tanto, en esos tres años, ella y sus hermanos iban creciendo, Zacarías más rebelde que nunca; la pequeña Lea, tenía muchas interrogantes y ella; Emmanuelle, simplemente no quería que sus hermanos notaran la ausencia de mamá demasiado. Esas cargas, esas presiones son las que te hacen crecer y madurar antes de lo que deberías.
Pero ahora, era reconfortante, cada vez más, ver a mamá regresar.
- Mamá - la pequeña Emmanuelle terminaba de picar algunos vegetales con incipiente habilidad en sus pequeñas manos. Le gustaba mucho cocinar y lo hacía seguido cuando mamá no podía encargarse - Iré a despertar a los 'enanos'. También deberían ayudar.
Sybill
asintió riendo ligera por el comentario de su hija.
Así que Emma
fue a despertar a sus hermanos, regresando con Zac que venía a zancadas,
delante de sus hermanas, y con la pequeña Lea que se restregaba un ojo, con la
mano libre, somnolienta aún y con su pijama de una sola pieza, en un bonito
rosa y con gatitos blancos estampados. Cuando vio todo lo que había en la
cocina no pudo evitar llevarse una manito a la boca en señal de sorpresa y
llamar la atención de su hermana jalando con fuerza de la manga de Em.
- ¿Regresa papá? - fue la primera idea de la pequeña. Todos volvieron a mirarla y la estancia se llenó con un aire incómodo por unos segundos.
Sybill se abrió pasó hasta la menor de sus hijos, la tomó en brazos y le dijo con una sonrisa "Esta cena será solo para nosotros cuatro. Quiero que me ayuden a prepararla".
- ¿Regresa papá? - fue la primera idea de la pequeña. Todos volvieron a mirarla y la estancia se llenó con un aire incómodo por unos segundos.
Sybill se abrió pasó hasta la menor de sus hijos, la tomó en brazos y le dijo con una sonrisa "Esta cena será solo para nosotros cuatro. Quiero que me ayuden a prepararla".
Y todos
pusieron manos a la obra.
Sybill no
sabía si la respuesta había sido satisfactoria para sus hijos menores, quienes
parecían haber superado ya el momento incómodo. Sin embargo sabía que la
respuesta no era suficiente para Emmanuelle, quien se quedó a un lado en la
cocina, metida en sus pensamientos, mirando de rato en rato a sus hermanos,
vigilando que Zac no intentara fastidiar a Lea, mientras pelaba papas en
silencio. Emma extrañaba a su padre, y
era quien más comprendía de la situación.
El pecho de Sybill se llenó de una mezcla de culpabilidad por hacerle pasar tantas cosas a su hija mayor; y orgullo, por ver la madurez con la que su hija, tan parecida a ella, con la misma mirada que ella tenía, iba creciendo.
El pecho de Sybill se llenó de una mezcla de culpabilidad por hacerle pasar tantas cosas a su hija mayor; y orgullo, por ver la madurez con la que su hija, tan parecida a ella, con la misma mirada que ella tenía, iba creciendo.
Emmanuelle
pudo sentir la mirada de su madre, esa mirada cálida bicolor que ambas tenían,
y le dedicó una pequeña sonrisa, cuando finalmente todo resolvió en una frase.
- Mamá - comenzó, mirando también a sus hermanos, como quien hace un anuncio importante - cuando crezca seré una gran chef. Para siempre hacer cenas como esta - resolvió.
- Mamá - comenzó, mirando también a sus hermanos, como quien hace un anuncio importante - cuando crezca seré una gran chef. Para siempre hacer cenas como esta - resolvió.
Nuevas
actividades que se convertirían en tradiciones con el paso de los años, como el
puré especial de patatas dulces de Emmanuelle y mamá. O "las escondidas de
regalos" en el que cada quien debía encontrar su regalo escondido en algún
lugar de la casa. O el "Zac, no le tires guisantes a tu hermana".
Fue un día lleno de alegría para la familia Levesque.
Fue un día lleno de alegría para la familia Levesque.
Consecuencia del "Zac, no le tires guisantes a tu hermana"
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