sábado, 21 de marzo de 2015

El Pacto. Cap 20 - Reunión establecida


   Buen día bauleros!! por fin a la vida nuevamente. Y pensar que llevaba meses desaparecida y yo sin darme cuenta.  Pues con ciertas cosas pendientes en el blog aún por continuar, esperando el retorno de aru con delirium y mirando el tabajo de Ali en escena, derroche de talento en el baulito :) Y sin más preámbulo, les dejo el cap que sigue, buena tarde y hasta luego ;)


  

Lo sabes desde el inicio, realmente pierdes lo poco o mucho que sea para ti en ese momento.  Estar de acuerdo o no eso no es lo importante.  Es sólo esa sensación que te queda de ir perdiendo las cosas poco a poco por ser diferente.”



Cap.20 - Reunión establecida.


Una semana caótica había pasado mientras el cuerpo de Stéphanos era encontrado y sepultado. Las noticias de ese suceso habían servido para frustar los planes de Julieta y para frustar los mismos planes de Sara. Sólo le restaban diez días antes de que su hermano “renaciera”.  Idear algo con que convencer a Jessie de un embarazo no era factible en ese momento. Momo aparentemente se encontraba en libertad vagando por el mundo. Pero ella sabía que tendría que regresar. Esa entidad llamada Momo, no podía sobrevivir fuera de un cuerpo humano, tampoco podía sobrevivir con cualquier humano. Sólo era cuestión de tiempo.

 Tamborileó los dedos en el cristal de su escritorio mientras pensaba. Se incorporó lentamente mientras dejaba escapar un suspiro. Su cabello rubio oscilaba al moverse mientras mantenía una actitud fría y espectante. Sin embargo, a pesar de esa actitud frente a los ejecutivos que habían intentado rebajar su autoridad debido a su condición femenina, se habían encontrado frente a un muro rubio imposible de franquear. Sara acabó una por una las trabas que habían tratado de imponerle ese mismo día.

 Si aquellos individuos pensaban que ella no sabía como funcionaba esa empresa estaban totalmente equivocados. La cadena de hoteles no era el único negocio en el cuál la familia había depositado sus intereses, pero ciertamente Sara creía que no debían expanderse más de lo que debían con la producción de otros bienes. Mucho dinero podía verse envuelto en cosas que no debían. Y todo lo que producían actualmente era para emplearse en recursos de la misma índole.

 El sonido en el intercomunicador le hizo reaccionar.
-          ¿Si?
-          El señor Leonti ha llegado.
-          Gracias.


 Un sonriente Diego entró por esa puerta mientras le mostraba una carpeta.  


-          Parece que tenías razón - comentó - tenemos una pérdida de dos cargamentos que no fueron reportadas.
-          Hay demasiada gente que piensa que pueden hacerse pérdidas ocasionales y darlas como irrecuperables. Entiendo que fueron reportadas como dañadas.
-          Pero no se entregaron en donde correspondía y no hay seguimiento de ello.
-          ¿De qué piezas hablamos? - preguntó secamente Sara.
-          Hablamos de piezas de mármol entre lo más llamativo y terciopelo entre lo menos importante.
-          Eso es para nuestros clientes árabes - completó Sara.
-          Si, es verdad, pero los árabes tienen de donde obtener esos mismos recursos con otras compañías.
-          Parece más un recurso empleado en algún lugar personal. ¿Mármol entre lo dañado?
-          Es una pieza de cuidado.
-          Si, lo entiendo - dió un suspiro más - pero si esto no fue reportado en este mes me pregunto qué más hay.
-          Entonces…¿procedemos con la siguiente fase del plan? - preguntó Diego divertido.
-          Organiza la auditoria para que inicie mañana a mediodía.
-          Muy bien. La fiesta de presentación también será acordada para este fin de semana.
-          ¿Tienes la lista de invitados? - preguntó ella.
-          Te la enviaré mañana a primera hora. Faltaba ajustar unos detalles. Por cierto - se interrumpió mientras daba un ligero carraspeo - ví ese nombre entre los invitados.
-          Mmm, si - contestó ella mientras le miraba - por mucho que la deteste debo invitarle. Legal o ilegalmente es la única familia que me resta - contestó Sara sin emoción en la voz.

Diego asintió mientras salía de ese lugar. Tras cerrar la puerta tras de sí. Sara se incorporó   lentamente. Hacer que Jessie bebiera de más y se tragara un cuento chino. Era lo único que quizá podría funcionar. Dentro de poco tiempo, Jessie se daría cuenta y no podría deshacerse de ello. No era ese tipo de persona, pensó Sara mientras inconscientemente se cubría la boca con la mano. Sentía el latir de su corazón en su cabeza.

-    Maldición… esto me va afectando...


     Se sentó nuevamente mientras miraba algunos documentos que habían quedado cerca. Stéphanos era un genio para tanta información. A ella se le estaba armando una telaraña mental. Un mensaje llegó en ese momento y lo leyó mientras sonreía. Jessie preguntaba que deseaba comer ese día. Se recostó en el asiento mientras pensaba que quizá no le gustara su respuesta. sonrió nuevamente antes de responder. “lo dejo a tu elección hoy, Jessie”.  Tenía demasiado en que pensar.  


   El resto de los días transcurrió con relativa calma, pero algo le estaba inquietando y no sabía que era.  Diego había faltado al trabajo esa semana. Sin embargo se imaginaba que tenía que ver con la investigación que ella misma había encargado. Una estirada de músculos no venía mal mientras un bostezo escapaba de su boca.  Mirar por la ventana siempre funcionaba pero en ese momento no sentía cambio alguno.


  Helena revisó la lista una vez más. Todos los invitados estaban confirmados. Incluso ella. Entrecerró los ojos mientras se quitaba las gafas. Y recostaba su cabeza en el sillón. Los accionistas minoritarios no se la estaban poniendo fácil. Al principio pensaban que sería fácil manejarla, pero se estaban topando con un muro infranqueable. Sabía que eran los responsables de algunos fallos en la administración de los hoteles. Sonrió un momento mientras calculaba como hacer que sus mismos fallos originaran que ella pudiera hacerse con sus acciones.

  La implementación de un casino estaba dándole más tentaciones que otras cosas. Si, hoteles con casinos.  Abrió nuevamente los ojos para ponerse las gafas y continuar revisando números.   Un ligero zumbido llegó a sus oídos. Era incómodo y perturbador, pero sabía que era él. Momo andaba cerca. Quizá vagando en alguna persona hasta que llegara el momento. Pero estaba cerca de ella. Esa sensación de pesadez y somnolencia sólo podía causarla él.

   Tomó sus llaves y se dispuso a salir de allí. Ya eran casi las cinco de la tarde y no había probado bocado desde la mañana. Era justo ir a comer algo y respirar aire. Sin embargo, al llegar a  la puerta, la sensación se hacía más fuerte. Momo estaba  cerca de ella, podía sentirlo. La pesadez en sus párpados era enorme. Dejó su mano reposando en la puerta tratando de no perder el equilibrio cuando ésta se abrió obligándola a retroceder.

-          ¿Qué…?

   Helena se  encontró frente a Diego.  Su querido Diego. Momo había estado tan cerca, pero sólo hasta ese momento necesitaba a su huésped real. Ya no podía estar más tiempo con Diego.

-          Ayúdame… - sonó la voz de Diego – Ya no puedo más, estoy por volverme loco… siento…como si no fuera  yo, Helena. Como si alguien estuviera dentro de mí…no estoy loco, no lo estoy ¿me crees verdad? – terminó suplicante.
-          No, Diego, no lo estás, ven aquí – contestó ella con la poca voz que le quedaba abrazaba a Diego y sentía un extraño calor en su interior.

   El cuerpo de Diego dio una ligera convulsión antes de perder el conocimiento y quedar tendido casi sobre ella, quien lo hizo a un lado, se incorporó inmediatamente, aseguró la puerta y fue a comunicar con su secretaria que no le interrumpiesen. Miró a Diego tendido. Era demasiado grande y pesado para ella moverlo.

       “Bien hecho, Andreakis” – sonó la voz en la cabeza de Helena.
-          ¿Dónde estabas? – preguntó ella sin vacilación – Han sido demasiados días ya…
“Estoy bien, necesitaba hacer unas cosas que desde tu cuerpo no podía”
-          No me gusta que juegues de esta manera – contestó ella con enojo en la voz.
“Da igual – le interrumpió Momo – mañana es el día. ¿Estás segura de que quieres manejarlo tú? – le preguntó desafiante – recuerda que no tendremos otra oportunidad”.
-          Lo sé – contestó Sara – Lo sé perfectamente.


   Diego despertó un rato después con un gran dolor de cabeza. Helena pidió a su secretaria que le trajeran un café sumamente cargado.  La joven se mostró  preocupada al ver a Diego Leonti  con esa cara. Cualquiera pensaría que la flamante heredera era capaz de poner a su amigo de la infancia en esas condiciones cuando se trataba de negocios.


-          Estarás mejor en un rato Diego – le dijo cuando su secretaria se retiró. También a mí me pasó la primera vez…
-          Es un consuelo saberlo – contestó Diego mientras hacía una mueca – el café sabe raro..
-          Afecta nuestros sentidos, así que probablemente tu lengua sienta un sabor metálico a todo lo que pruebes…y con esto, me refiero a absolutamente todo durante un rato…
-          Eso es una maldición – contestó Diego mientras hacía otra mueca – ¿cómo puedes comerte algo con ese sabor?
-          Son demasiados años para tomarle importancia ya – contestó ella – luego tu cuerpo comienza a acostumbrarse y empiezas a imaginar el sabor y olor…claro que si pruebo las cosas sin imaginarlas, no la pasaré bien – siguió ella mientras se mantenía de pie y cruzada de brazos mirando a un lado de la ventana – Es una linda tarde.
-          No he visto la luz del sol en una semana, conscientemente –  aclaró Diego – Tengo curiosidad… - carraspeó apenado ante la pregunta que hizo - ¿Cómo le haces con las chicas? Quiero decir, besarlas, tocarlas…con este sabor en la boca… - hizo una mueca – no podría…
-          Yo también quisiera saberlo – contestó ella mientas descruzaba los brazos y se acercaba a él, quien tenía en la cara una mirada apenada. Helena sonrió – lo sé, es vergonzoso no ser dueña de mi propio cuerpo y mi propia mente – suspiró.
-          ¿No recuerdas entonces absolutamente nada?
-          No – Helena hizo una mueca cagada de ironía – mi mente se queda justo en el momento en el cuál yo las deseo. De allí hasta el día siguiente, conmigo abandonando el lugar es lo único que recuerdo.
-          Eso sí que es un problema.
-          Sí que lo es – respondió ella con suavidad – sí que lo es…


   La pregunta de Diego encendió focos en el interior de Helena. ¿Cómo demonios le haría con…?

“No necesitas pensar. Déjalo todo en mis manos, Andreakis. No preguntes por cosas que mejor no querrías saber. Es mejor así”.
-          No entiendo que es lo que quieres decir…
“No necesitas entenderlo. Yo sé porqué te lo estoy diciendo, por muy cruel y estúpido que pueda sonar…”


   Helena quedó mucho tiempo pensando en las palabras de Momo. El día de mañana le tenía preocupada pero la duda se mantuvo esa noche.  Jessie se encontraba muy animada. Durante la cena se la pasó comentando acerca de las tiendas que visitó y las ideas que tenía en mente. Sin embargo Helena se encontraba en otro mundo.


-          ¿Puedes dejar de ser Helena en este momento y ser la Sara que conozco? – interrumpió Jessie – no sé qué es lo que ocurre, pero llevas rato sin prestarme atención.

   Ella le miró. Cierto. Durante su trabajo era Helena, esa fría y arrogante Andreakis. Pero fuera de ello, con Jessie, siempre era  Sara.  Sonrió antes de contestarle.

-          Lo siento, es demasiado lo que tenemos para estos días – asentó su taza de café mientras daba un exhalación - ¿Y bien? – preguntó - ¿qué es lo que tienes en mente? – continuó preguntando mientras apoyaba su mentón en su mano derecha.

   Y Jessie no perdió un minuto de tiempo explicando  cómo se vería al día siguiente el tumulto de cosas que los empleados contratados estaban haciendo ese día cuando ella llegó.

   Esa noche Sara o Helena no logró conciliar el sueño.  Momo descansaba plácidamente en su interior. No dio señales de vida hasta el día siguiente, cuando el murmullo de la gente acomodando flores, sillas y toldos cubrió el lugar.

   La fiesta de la empresa no podía posponerse a pesar de que Stéphanos falleciera. Sin embargo, ella no quería verse envuelta en los chismes clásicos de la sociedad. Su atuendo de ese día sería negro. Había cosas que debía mantener, se dijo a sí misma.  Un peinado elevado, maquillaje discreto y joyería de igual forma fue su atuendo de aquella noche. El juego dorado y negro resaltaba de cierta manera sus ojos esmeralda, pero durante la noche, se notaban ligeramente oscuros. Jessié se preguntaba si no era su imaginación, pero notaba a Sara bastante rara esa noche.

   La velada se mostraba tranquila y muchos de los asistentes aún continuaban dando condolencias por lo ocurrido con su hermano. Pero Jessie seguía notado la intranquilidad de Sara. No fue hasta largo tiempo después cuando entendió el motivo.

-          Julieta…

Y Sara miró hacia donde la mirada de Jessie se perdía. Sonrió. Julieta nunca quería pasar desapercibida. Su vestido entallado de color rojo destacaba entre la multitud, como era costumbre. Disfrutaba ser el centro de atención de todo lo que le rodeaba y era una oportunidad perfecta para ella de destacar como un faro en plena oscuridad.


-          Helena  – saludó -  gracias por la invitación, no podía perderme esta fiesta – afirmó mientras una sonrisa que Sara odiaba con todo su corazón se formaba en su rostro – Jessie, tanto sin verte – se acercó a ella para darle un beso suave en la mejilla.
-          Hola, Julieta.
-          Oh vamos, no seas tan seca. Después de todo somos hermanas – contestó ella con una risa divertida.
-          A veces prefiero olvidar ese pequeño detalle – comentó ella con sinceridad mientras desviaba la mirada para ubicarla en un pequeño grupo más adelante en el jardín.
-          Imagino la verdad de tus palabras – dijo Julieta antes de acomodarse el cabello hacia la espalda en un movimiento bastante conocido para ambas – bueno, es hora de relacionarse – sonrió con picardía mientras se despedía – charlemos luego Jessie, o quizá no – terminó con una  sonrisa mientras miraba a Sara.


   Sara se mantuvo distante todo el resto de la velada, mientras una divertida Julieta disfruto tranquilamente antes de desaparecer. La frustración, los celos y la envidia q siempre existieron en el interior de Sara bullían por salir de su interior hacia ese exterior que denotaba frialdad y una cara inexpresiva. 

      Fue hasta un rato después que la misma Sara se dio cuenta de que Jessie no estaba allí. Las dos habían desaparecido. Dejó la copa que bebía en ese momento para intentar localizarla y lo hizo largo rato después. Como había supuesto, Jessie y Julieta estaban juntas en ese momento, alejadas de toda la multitud, mientras hablaban quizá de algo muy fuerte, ya que Jessie manoteaba sin parar y Julieta mantenía una actitud tranquilizadora. En algún momento de aquella discusión, tal como había imaginado, Julieta se hizo cargo de la situación, ya que Jessie estaba de un momento a otro entre sus brazos, llorando desconsoladamente de forma que ella nunca había tenido oportunidad de ver. Un dolor profundo atravesó el pecho de Sara, mientras la ira bullía en su interior. Perdió el control de su cuerpo en ese momento mientras sentía sus piernas fallarle por completo. Permaneció arrodillada en ese lugar mientras miraba a Julieta y Jessie besarse de una forma descontrolada y ansiosa. 


“No necesitas sentir, no necesitas pensar – sonó la voz en su interior – yo me haré cargo de todo”
-          Ahora… - jadeó – ahora no, Momo… ¡déjame en paz! – gritó Sara mientras sabía que Momo empezaba a controlar la situación. Su largo cabello de rubio color empezó a desaparecer, su conciencia estaba siendo absorbida lentamente mientras sentía su cuerpo menos pesado – maldición…no puedo… no puedo controlarlo…

   El cuerpo de Sara cayó totalmente inconsciente en ese lugar. Jessie y Julieta no le vieron en absoluto, puesto que pasaron de largo a escasos metros de donde se encontraba tendida mientras se reincorporaban a la fiesta.  

  Un rato después, los negros ojos contemplaron el paisaje frente a sí.

-          Mmm, sospecho que estás ropas no me vienen nada bien – la divertida voz río – necesito cambiarme – continuó mientras descalzaba sus pies de las elegantes zapatillas – es  tan molesto caminar con estas cosas puestas – rió – y ahora veamos… ¿Dónde estaba mi habitación?

   Jessie estaba preocupada. No veía a Sara por ningún sitio. ¿Les habría visto? Pensar en esa posibilidad definitivamente le dio un sobresalto. No había pensado que podría volver a caer en esa forma, pero había sido tan convincente. Estaba pensando que decir, cuando algunos murmullos llamaron su atención.  La gente se encontraba un poco sobresaltada y pronto entendió porqué. Frente a ella, Stéphanos, no, Jamie Andreakis había hecho acto de presencia.

5 comentarios:

  1. Por dios!!! Haaaa!!! Despues de tanto tiempo, alguien se siente feliz de que esto continúe, T.T , GRACIAS .

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  2. Gracias, esperaré el siguiente, pero que no sea demasiado :)

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  3. Estero la conti plisss no me agas sufrir porfis la conti y muchas gracias por el capitulo me quede super picada que boy a morir si no leeo la continuacion ♡♥ la espero con ancias :) ★♡♥

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  4. Por favor sube ya el siguiente capítulo. Hay demasiadas preguntas sin respuestas y hace meeeses espero la continuación :'(

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  5. Querida escritora, me acerco al último capítulo y me siento tan sad :"v

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