domingo, 17 de noviembre de 2013

La Boda (Oneshot)

¡Hola Bauler@s!

Ha pasado mucho tiempo desde mi último post, lo siento, pero este año me puso a tomar decisiones y a priorizar las cosas. No quiere decir que haya olvidado al Baulito, paso de vez en cuando como una lectora más. Por suerte, mis chicas siguen al pie del cañón. Debo decir que de mayor me gustaría escribir tan bien como KT o Arena y qué decir del Diario de Lea, genial trabajo de Ali D.  En cuanto a Kaoru y BlackRose, nuestra benjamina inicia una nueva aventura académica y Blacky está viviendo una gran experiencia al otro lado del mundo, esperamos un día tenerlas de vuelta, sin embargo, es grato saber que les está yendo bien. Yo también espero un día retomar mis labores por estos lados.

En fin chicos, espero que disfruten de este post, cortesía de Utena93 quien, haciendo espacio en su vida como estudiante universitaria, nos regala parte de su talento. Mil gracias para ella y otras mil para ustedes por seguir del otro lado apoyando a nuestro blog. Se les quiere,


La Boda
Autora: Utena93

Es el día de mi boda y aquí estoy apretando su mano con fuerza. Muchas veces he soñado con este momento… se me hace tan raro. Hace un año imaginaba que sería ella quien me esperase en el altar y no la que me acompañase hasta él. La vida da muchas vueltas… y como buena madrina me deja al lado de mi futura esposa, se coloca frente a mí y sonríe para darme ánimos.

Miro nerviosa a mi izquierda y Natalia también sonríe. Está radiante con ese vestido blanco. El juez comienza a relatar un sermón sobre el matrimonio y lo importante que es hoy en día mantenerlo. La miro a ella que sigue sonriéndome. Observo como habla el juez pero no escucho nada. Me mareo.

  -¿Estás bien? – susurra Natalia.
  -Sí… - miento – los nervios.

No le da más importancia al asunto y vuelve a prestar atención al juez. La verdad es que es la mujer perfecta, en todos los sentidos… es alta, guapa, con un cuerpo estilizado, una larga melena oscura y ondulada y unos pequeños y rasgados ojos oscuros. Nada que ver conmigo, pequeña y enjuta, poca cosa. Y luego está ella, delante de mí, preciosa con ese vestido color coral, tan sencilla, tan alegre, tan… todo. ¿Por qué no es ella la que está a mi lado?

Y en un momento se me pasan mil cosas por la cabeza, Natalia, ella, yo. Mil soluciones, mil razones, mil errores, mil preguntas. Hace más de un año que pasó aquello. Es el día de mi boda ¡por Dios! No puedo tener dudas en este instante, no debo. Esta mañana estaba todo bien, estaba feliz, nerviosa, ilusionada pero fue verla a ella, a ella que lo fue todo y… y… no puedo.

-Natalia ¿quieres a…? – pregunta el juez.

Y me marcho. No puedo seguir con esta farsa. Escucho los murmullos de toda la sala, de todos los invitados, de la familia y me da igual. Entro en un pequeño cuarto a la derecha, me siento en una silla y me llevo las manos a la cabeza. La decisión más importante de mi vida y la tenía que cagar así. La puerta se abre de golpe.

-Cariño ¿estás bien? – pregunta Natalia preocupada.

Se sienta a mi lado y levanta mi rostro.

-No puedo… - contesto en un susurro.
-Solo estás nerviosa, cálmate – intenta tranquilizarme.

Rechazo sus caricias.

-No puedo – digo con más aplomo – no puedo Natalia.
-¿Cómo que no puedes?
-Lo siento… pero es que…
 -¿Es que qué?

Guardo silencio.

-Es ella ¿no? – deduce finalmente. Yo guardo silencio - ¡Me dijiste que estaba más que olvidado! – dice furiosa.
-¡Y eso es lo que yo creía!
-¡Eso es lo que tú creías hasta que te diste cuenta de que era yo y no ella la que te estaba esperando en el altar!

Ambas guardamos silencio. Natalia se levantó y comenzó a dar vueltas por la pequeña estancia. Yo no sabía qué hacer, la situación me venía grande.

-¿Y ahora qué? – preguntó algo enfadada.
-Lo siento… - fue lo único que se me ocurrió decir.
-No te disculpes, tú no puedes hacer nada ¿no? No tienes la culpa.

Esa respuesta me sorprendió mucho, pensé que se iba a enfadar lo inimaginable después de lo que le había dicho. En ese momento se abrió la puerta y apareció ella. Automáticamente me puse echa un flan. Natalia me miró una fracción de segundo antes de dirigirse a ella.

-¿Está todo bien? – preguntó dudosa.
 -Sí, un problema de última hora, nada de lo que preocuparse – respondió Natalia.

¿Nada de lo que preocuparse? ¡Nos teníamos que preocupar de todo! Ella se marchó y nos volvió a dejar a solas.

-¿Me quieres? – preguntó Natalia
-Claro que sí.
 -¿Más que a ella?

No sabía qué contestar así que callé.

-Entiendo.
-Natalia, yo…
-Ya sé que lo sientes, no puedes evitar sentirte así ¿no?
-No – contesté algo triste – Habrá que cancelar todo esto.
-Bueno, ya hemos pagado la ceremonia, el banquete… habrá que aprovecharlo.
-¿Qué estás diciendo? – pregunté atónita.
-Que quiero que seas feliz – suspiró – eso estoy diciendo. Inténtalo al menos, si no es por ti, hazlo por mí, por ver a la novia más guapa y feliz de este mundo – me dio un tierno beso en los labios y añadió – Voy a buscar al juez para que arregle los papeles.

No podía estar sucediendo, Natalia no podía estar insinuando lo que yo creía y aun así, jamás ocurriría. Me levanté y decidí ir a buscarla, lo que había dicho era una soberana tontería.

-Hija – escuché a mis espaldas al salir de aquella habitación.
-Mamá…
-¿Qué está pasando hija?
-Nada mamá… solo que… No te preocupes, todo saldrá bien.

Mi madre me dedicó la mirada más triste que puede imaginarse. Las madres no son tontas y siempre se dan cuenta de todo. Solo deseaba que todo este lío terminase lo mejor posible… La busqué por todos lados pero no aparecía, la gente estaba intranquila, el juez y Natalia no estaban en la sala y todo el mundo me miraba expectante.

-Un problema de papeleo – contesté ante la mirada de todos los asistentes.

Una mujer se acercó a mí en ese instante, era su madre. Genial.

-¿Qué está pasando cielo? – preguntó en ese tono tan particular suyo.
-Nada, no se preocupe, unos problemas de papeleo.
-Ay hija, que bien que te cases, ya era hora.
-En ello estamos señora.
-Y mi hija… que pena que dejase a aquel novio suyo ahora ya estaría casada y me habría dado nietos seguro.
-Eso es lo que usted siempre ha querido – reconocí enfadada.

Natalia apareció en ese instante con el juez y vi mi oportunidad de escaparme de aquella desagradable conversación.

-Discúlpeme un momento.

Me acerqué a ellos dubitativa, no sabía qué me iba a encontrar exactamente.

-Toma – me dijo Natalia – son los documentos ya arreglados. El juez no tiene inconveniente en el cambio. Solo tienes que conseguir que firme. Voy a hablar con mi familia, creo que es mejor que se lo cuente todo. No te preocupes – dijo ante mi cara de espanto – no les diré los verdaderos motivos, ya se me ocurrirá algo.

Vi cómo se alejaba y de repente aparece ella, se cruzan en el camino, intercambian algunas palabras y Natalia me señala. Ella me mira extrañada y se dirige hacia mí. Tierra trágame.

-¿Qué es lo que pasa? – preguntó alarmada – Natalia se va ¿qué ocurre?

Agarré su mano y la conduje a la misma habitación donde me había enclaustrado antes. Cerré la puerta con fuerza y me senté para apaciguar aquel mareo extraño que me entraba cada vez que una situación me superaba. Se acercó a mí lentamente, temiendo la peor de las respuestas.

-Eh, no llores – me dijo dulcemente – Estás muy guapa y te vas a estropear el maquillaje.

Sonreí, era la única capaz de sacarme una sonrisa en los peores momentos.

-No te preocupes por la boda, seguro que lo arregláis.
-La boda no se ha cancelado – reconocí – Solo hay un cambio de planes.
-Pero Natalia se ha ido, hay un escándalo formado ahí afuera y los invitados están empezando a marcharse porque creen que se ha cancelado la boda.
-La boda no se cancela… - susurré – si tú no quieres – continué antes de que pudiera decir nada – Solo tienes que firmar estos papeles y todo sigue adelante, además estás preciosa y todo está organizado, está tu familia también…
-¿Qué estás diciendo?

Respiré hondo.

-Te estoy pidiendo que te cases conmigo.
-¿Qué?
-Yo… nunca te he olvidado. Jamás podría olvidar los seis años que pasamos juntas. Te quiero.

Se veía sorprendida. Me miró directamente a los ojos, dudo un momento y me besó.

-Sí – contestó.

La abracé y lloré. Por fin, el día de mi boda sería el día más feliz de mi vida. Me apartó un poco, sonrió y del pequeño bolso que llevaba a juego con el traje sacó dos alianzas de plata. Eran las alianzas que llevamos durante los 6 años que estuvimos juntas.

 -Siempre las llevo conmigo – confesó.


Me tomó la mano y supe que ahí comenzaba mi vida, que todo lo que me había pasado antes era tan solo los preliminares de un juego en equipo. Un equipo que formaríamos ella y yo para toda la vida.

FIN


6 comentarios:

  1. QUE GENIAAAAAALLLLL! comencé a leerlo y ya me imaginaba un poco como iba la historia, pero leerlo .... simplemente no se como expresarlo con palabras, a sido .....AAAHHH no se como decirlo pero espectacular le queda chico, no he dejado de gritar todo el tiempo que si de verdad lo va a hacer o enserio la dejas, e estado leyéndolo toda entusiasmada incluso a venido mi hermano a decirme que me calle, jajajajajajajaja
    ESTA EXCELENTE, gracias por subirlo y a Utena93 por darse el tiempo de escribirlo. :DDDD

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  2. HermosoO!!!
    Me encantoO!!!
    muy dulce >w<

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  3. Pobre Natalia, demasiado buena gente =(

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  4. No manches!!! esta super bueno!!!!

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  5. No manches!!! esta super bueno!!!!

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  6. Buenisimo!! <3 *-* que lindo aunque pobre de natalia u.u , pero fue re lindo que terminaran juntas *-* awww me encanto

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