Ahí va, enjoy!!!!
El tiempo parecía haberse detenido para nosotras dos en el pequeño camarote. Había sido yo quien había tomado la iniciativa en aquel acercamiento físico, y eso a pesar que Celeste era algunos años mayor que yo, aunque nadie al contemplarla lo diría; su suave rostro, , su brillante mirada, su perfil esculpido, su delgado cuerpo y distinguido porte… que nadie me culpe por hacer lo que hice…todo en ella era apetecible
No sin pena terminó aquel beso, el primero que le daba en la
boca a Celeste, calido, carnoso y dulce, muy muy intenso, un gesto que para mi sorpresa no
encontró mi temida resistencia.
Separé lentamente mi cara de la suya, con un ojo abierto y
el otro cerrado, por si le había cogido muy de sorpresa y ahora me esperaba el
guantazo (una no sabe que le puede deparar la vida ¿no?)
Desenredé las manos de su pelo y las posé con suavidad sobre
sus moldeadas rodillas; me la quedé mirando ahora fijamente analizando su reacción, pareció cómo si
temblara un poco y de pronto se sonrojó completamente, sonreí para mí, unos
minutos antes fui yo quien se sintió así – Encantadora- pensé para mí.
Me sonrió y mi alma se liberó de culpa, era la primera vez
que robaba a una dama un beso, pero ella sonreía, otorgaba, consentía, aprobaba
el gesto
De pronto me habló nuevamente diciéndome que quien me
llamaba diablesa era porque nunca había probado mis labios, de nuevo me llamó
su ángel y siguió diciendo cosas como que le gustaría ver si tenía cicatrices
de alas surcando mi espalda, que le gustaría que le diera otro paseo por los
cielos.
Aquello me dejó atónita, sin palabras…¡me pedía un nuevo
beso! Y entonces yo sentí un enorme calor sólo de planear rodearla entre mis
brazos, un nuevo beso sería un traslador a los cielos, e incluso a otros
universos. Ardí de pasión, imaginándola inspeccionando mi espalda en busca de
sus ansiados restos divinos.
Sus gráciles manos acariciaron mis mejillas, que suave
tacto, que agradable sensación tenía, al sentir ese pedazo de piel, tocando la
mía; y ésta vez fue ella quien se decidió a dar el paso. Su boca buscó mi boca
como buscando un resguardo, me dio aquello que yo estaba anhelando, me besó
como nunca me habían besado, la piel se me erizó estremeciendo cada centímetro de mi cuerpo.
Sus manos temblaban ligeramente contrastando con la
seguridad de sus expertos labios, que comenzaron tocando levemente los míos y
al poco quedaron completamente unidos.
Ardían mis ojos y quemaban mis entrañas, el único sonido que
llegaba a mis oídos era el de mi corazón estrellándose contra mi pecho. Sentir
su boca, sentir su aliento enredado con el mío, mi boca ansiaba más de ese
lindo cuerpo que contenía la esencia de Celeste. Mis labios se abrieron más y
se cerraron lentamente acariciando los suyos, mi lengua dubitativa rozó su boca
entreabierta esperando el permiso para hacer su entrada, atravesó la hilera de
dientes y pidió reunirse con su colega, se presentó a la otra lengua, la acarició
y dio comienzo un dulce baile, al principio tímido, sin estar acompasado, pero
cómo sus dueñas Celeste y yo misma, pronto conectaron,. La dulce alianza se
había forjado,
Y mientras tanto mis
manos seguían en sus rodillas , distraídamente mis pulgares hacían círculos
sobre las mismas.
Final del segundo beso, tragué aire y saliva, recuperé de
nuevo el aliento, antes de continuar nuestra plática.
-“ De veras que me gustaría ser ese ser celestial que
anheláis” – dije entrecortadamente
-“ pero mucho me temo que en mi espalda sólo veréis huellas
de decenas de batallas…yo no puedo engañarte (dije tuteándola de nuevo), no
tengo problemas en enseñarlas…. Pero si por el contrario quieres tomarle como
vuestro ángel …entonces “déjame hacer su trabajo” y permíteme borrar todas las
heridas que hubiese sufrido tu alma….” Añadí seriamente.
“Con éste puñal (dije sacándolo de la bota) eliminaría las
huellas del ultraje que cometió sobre ti la pirata…. Esa ropa profanada no es
la digna para cubrir tu piel blanca de armiño, debes quitártela… pero no te
preocupes yo te proporcionaré prendas
destinadas a vestir lo que tú representas, una dama, mi princesa… y si un
milagro más sucediera y me permitieras
más atrevimiento con besos curaría tus heridas y te aliviaría el frío de tu
alma con mi abrazo”.
Entonces cogí su mano, la examiné y la calenté colocándola
entre las mías, era tan pequeña, sin ser las mías muy grandes si que tenía unos
larguísimos y finos dedos entrenados en diversas artes además de la espada,
conocían el piano, la pintura y el arpa,-, aspiré su suave olor grabándolo en
mi mente y acaricié con su dorso de nuevo mi mejilla, y la besé con delicadeza,
antes de continuar la charla.
“Dime Celeste ¿confías en mí? ¿puedo despojaros del
vestido?” pregunté directamente, con decisión clavando mis ojos menta en los
suyos cristalinos. Yo estaba dispuesta a hacerla olvidar todos los malos tragos
de su pasado, tal vez lo hacía por la extraña y apacible sensación que Celeste
me producía que no era producto de un mero capricho, era algo mucho más fuerte,
una reacción química para mí desconocida….tal vez su ternura fuera la única
balsa de salvación que tenía para aferrarse mi alma, en ese mar tormentoso que
se encontraba sembrado de batallas.
Todavía
me encontraba completamente sorprendida por el significado de las palabras que
habían escapado entre mis labios, mis más ardientes deseos habían quedado
manifestados.
Había
sido tal mi atrevimiento que había empuñado mi cuchillo jurando darla venganza
y no conforme con aquello pedía licencia para quitale a mi dama su rasgado vestido
y cubrir su desnudo cuerpo con mis besos bajo el amparo de mis abrazos.
Pero si pensaba que ya no aguardaban más sorpresas, estaba
nuevamente equivocada; es lo grandioso de la vida, el no saber que nos
deparará, el perderte en la más densa niebla para al disiparse ser testigo del
más increíble de los paraísos.
Celeste se arrodilló frente a mí, situada tan sólo a un
palmo de distancia tomó mi mano izquierda entre las suyas y la besó con
aquellos carnosos labios que yo ansiaba volver a poseer, de pronto un
cosquilleo me recorrió el estómago, la mano, la espalda….el alma y sentí cómo
el puñal se me escapaba entre los dedos de mi mano derecha. Nunca nadie me
había desarmado y menos con sólo una caricia – qué miedo da el amor, cuan
poderoso puede llegar a ser- pensé para mí.
Sus palabras resonaron en mis oídos como el caudal de un río
para el sediento, su aliento rozaba mi lóbulo y éste junto a su gemelo
comenzaban a ponerse carmesí con sólo sentir a Celeste tan cerca; sus ojos se
clavaron en los míos y yo quedé presa de Celeste, mujer y mirada todo una.
Celeste besó mi cuello como disfrutando cada milímetro de su
contacto y yo deseé que no fueran sólo unos pocos centímetros de piel los que
estuvieran conectados, quería rodearla toda y memorizar todo su cuerpo, como
hacía con mis mapas.
Tuve que hacer acopio de toda mi disciplina para no
arrojarme sobre ella y arrancarla la ropa, yo la deseaba sí, pero no así, moría
por ir descubriendo cada uno de sus secretos, grabarlos en mi pensamiento, sin
pausa, sin prisa, desvelando todos los misterios de su piel blanquísima..
Abrí los ojos, Celeste
lamentablemente ya había abandonado mi cuello y me sonreía amplia y
sinceramente –“ quiero que esa imagen venga a mi mente cuando llegué el final
de mis días”- pensé para mí misma.
Ambas estábamos de rodillas, una frente a la otra, Celeste
permanecía quieta mientras yo me movía muy despacio rodeándola por su derecha,
no quería que ningún movimiento brusco por mi parte rompiese el hechizo de ese mágico momento..
Allí a su lado observé su perfil, sus ojos, su nariz, su
precioso cuello esculpido ¿de veras tenía 31 años? – “eres una flor que siempre
está en primavera- dije en un susurro.
Mis dedos juguetearon con su pelo, retirándolo del camino que
me había marcado, mis labios besaron su hombro derecho y fueron trepando por su
trapecio hasta llegar al borde de su nuca, con los dientes despacio mordí una
de las cintas que anudaban allí su vestido, tiré suavemente hasta que se deshizo el lazo y dejé que la
tela cayera por su espalda, toqué con mis dedos la señal que la prenda había
dejado y lo besé; de nuevo continué besando el otro trapecio dirección a su
hombro izquierdo, mientras mi mano rozaba su columna, despacio con movimientos
circulares, como si hubiese allí escrito un mensaje sólo descifrable en
braille.
De nuevo me quedé frente a ella, mi bella amante, mi amada,
y la cogí de ambas manos ayudándola a incorporarse. Las dos quedamos de pie y
la prenda cayó al suelo descubriendo la belleza de aquel cuerpo apenas cubierto
por una minúscula lencería.
Sus firmes pechos, su liso vientre, sus piernas bien
torneadas, mi mano con voluntad propia subió desde la línea de su cadera por su
costado franqueando su pecho hasta llegar de nuevo a su oreja; allí en el
nacimiento de su cabello introduje de nuevo mis dedos y me acerqué más y más
quedando casi frente con frente, hipnotizada por la tranquilidad que me
transmitían sus ojos de océano; nuevamente cerré los párpados y acaricié su
nariz con la mía.
-“Ansío tanto besarte que duele sólo tratar de frenar mis
labios….deseo tanto tocarte que mis manos arden y sólo tu cuerpo pueden
aliviarlas, mujer de piel nevada….Mi corazón grita “Celeste”…dime ¿puedes
oírlo? Quiere que ambos latan al mismo ritmo”- dije a media voz; y después ya no pude decir nada
porque no había quien pudiera frenar mi boca.
Cada beso era más difícil terminarlo, mi boca no deseaba
otro manjar que no fuera Celeste quien parecía estar hecha de azúcar, tan
blanca, tan dulce, no había mejor lugar en el mundo que rodeada por su piel
sedosa.
to be continued....
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