domingo, 15 de diciembre de 2013

Rumbo a casa. Cap 4. Explorando el Paraíso.

Hola Bloguers hoy continuamos con el capitulo 4 de la historia de alto voltaje de la Oficial de la Marina Valerie y sus conquistas(de todo tipo jejejej) en alta mar.
Ahí va, enjoy!!!!

El tiempo parecía haberse detenido para nosotras dos en el pequeño camarote. Había sido yo quien había tomado la iniciativa en aquel acercamiento físico, y eso a pesar que Celeste era algunos años mayor que yo, aunque nadie al contemplarla lo diría; su suave rostro, , su brillante mirada, su perfil esculpido, su delgado cuerpo y distinguido porte… que nadie me culpe por hacer lo que hice…todo en ella era apetecible

 

No sin pena terminó aquel beso, el primero que le daba en la boca a Celeste, calido, carnoso y dulce, muy muy  intenso, un gesto que para mi sorpresa no encontró mi temida resistencia.

Separé lentamente mi cara de la suya, con un ojo abierto y el otro cerrado, por si le había cogido muy de sorpresa y ahora me esperaba el guantazo (una no sabe que le puede deparar la vida ¿no?)



Desenredé las manos de su pelo y las posé con suavidad sobre sus moldeadas rodillas; me la quedé mirando ahora fijamente  analizando su reacción, pareció cómo si temblara un poco y de pronto se sonrojó completamente, sonreí para mí, unos minutos antes fui yo quien se sintió así – Encantadora- pensé para mí.

 

Me sonrió y mi alma se liberó de culpa, era la primera vez que robaba a una dama un beso, pero ella sonreía, otorgaba, consentía, aprobaba el gesto

 

De pronto me habló nuevamente diciéndome que quien me llamaba diablesa era porque nunca había probado mis labios, de nuevo me llamó su ángel y siguió diciendo cosas como que le gustaría ver si tenía cicatrices de alas surcando mi espalda, que le gustaría que le diera otro paseo por los cielos.

 

Aquello me dejó atónita, sin palabras…¡me pedía un nuevo beso! Y entonces yo sentí un enorme calor sólo de planear rodearla entre mis brazos, un nuevo beso sería un traslador a los cielos, e incluso a otros universos. Ardí de pasión, imaginándola inspeccionando mi espalda en busca de sus ansiados restos divinos.

 

Sus gráciles manos acariciaron mis mejillas, que suave tacto, que agradable sensación tenía, al sentir ese pedazo de piel, tocando la mía; y ésta vez fue ella quien se decidió a dar el paso. Su boca buscó mi boca como buscando un resguardo, me dio aquello que yo estaba anhelando, me besó como nunca me habían besado, la piel se me erizó  estremeciendo cada centímetro de mi cuerpo.

 

Sus manos temblaban ligeramente contrastando con la seguridad de sus expertos labios, que comenzaron tocando levemente los míos y al poco quedaron completamente unidos.

 

Ardían mis ojos y quemaban mis entrañas, el único sonido que llegaba a mis oídos era el de mi corazón estrellándose contra mi pecho. Sentir su boca, sentir su aliento enredado con el mío, mi boca ansiaba más de ese lindo cuerpo que contenía la esencia de Celeste. Mis labios se abrieron más y se cerraron lentamente acariciando los suyos, mi lengua dubitativa rozó su boca entreabierta esperando el permiso para hacer su entrada, atravesó la hilera de dientes y pidió reunirse con su colega, se presentó a la otra lengua, la acarició y dio comienzo un dulce baile, al principio tímido, sin estar acompasado, pero cómo sus dueñas Celeste y yo misma, pronto conectaron,. La dulce alianza se había forjado,

 

Y mientras tanto  mis manos seguían en sus rodillas , distraídamente mis pulgares hacían círculos sobre las mismas.

 

Final del segundo beso, tragué aire y saliva, recuperé de nuevo el aliento, antes de continuar nuestra plática.

-“ De veras que me gustaría ser ese ser celestial que anheláis” – dije entrecortadamente

-“ pero mucho me temo que en mi espalda sólo veréis huellas de decenas de batallas…yo no puedo engañarte (dije tuteándola de nuevo), no tengo problemas en enseñarlas…. Pero si por el contrario quieres tomarle como vuestro ángel …entonces “déjame hacer su trabajo” y permíteme borrar todas las heridas que hubiese sufrido tu alma….” Añadí seriamente.

 

“Con éste puñal (dije sacándolo de la bota) eliminaría las huellas del ultraje que cometió sobre ti la pirata…. Esa ropa profanada no es la digna para cubrir tu piel blanca de armiño, debes quitártela… pero no te preocupes yo te proporcionaré  prendas destinadas a vestir lo que tú representas, una dama, mi princesa… y si un milagro más sucediera y me  permitieras más atrevimiento con besos curaría tus heridas y te aliviaría el frío de tu alma con mi abrazo”.

 

Entonces cogí su mano, la examiné y la calenté colocándola entre las mías, era tan pequeña, sin ser las mías muy grandes si que tenía unos larguísimos y finos dedos entrenados en diversas artes además de la espada, conocían el piano, la pintura y el arpa,-, aspiré su suave olor grabándolo en mi mente y acaricié con su dorso de nuevo mi mejilla, y la besé con delicadeza, antes de continuar la charla.

 

“Dime Celeste ¿confías en mí? ¿puedo despojaros del vestido?” pregunté directamente, con decisión clavando mis ojos menta en los suyos cristalinos. Yo estaba dispuesta a hacerla olvidar todos los malos tragos de su pasado, tal vez lo hacía por la extraña y apacible sensación que Celeste me producía que no era producto de un mero capricho, era algo mucho más fuerte, una reacción química para mí desconocida….tal vez su ternura fuera la única balsa de salvación que tenía para aferrarse mi alma, en ese mar tormentoso que se encontraba sembrado de batallas.
 
Todavía me encontraba completamente sorprendida por el significado de las palabras que habían escapado entre mis labios, mis más ardientes deseos habían quedado manifestados.
 
Había sido tal mi atrevimiento que había empuñado mi cuchillo jurando darla venganza y no conforme con aquello pedía licencia para quitale a mi dama su rasgado vestido y cubrir su desnudo cuerpo con mis besos bajo el amparo de mis abrazos.
 
Pero si pensaba que ya no aguardaban más sorpresas, estaba nuevamente equivocada; es lo grandioso de la vida, el no saber que nos deparará, el perderte en la más densa niebla para al disiparse ser testigo del más increíble de los paraísos.
 
Celeste se arrodilló frente a mí, situada tan sólo a un palmo de distancia tomó mi mano izquierda entre las suyas y la besó con aquellos carnosos labios que yo ansiaba volver a poseer, de pronto un cosquilleo me recorrió el estómago, la mano, la espalda….el alma y sentí cómo el puñal se me escapaba entre los dedos de mi mano derecha. Nunca nadie me había desarmado y menos con sólo una caricia – qué miedo da el amor, cuan poderoso puede llegar a ser- pensé para mí.
 
Sus palabras resonaron en mis oídos como el caudal de un río para el sediento, su aliento rozaba mi lóbulo y éste junto a su gemelo comenzaban a ponerse carmesí con sólo sentir a Celeste tan cerca; sus ojos se clavaron en los míos y yo quedé presa de Celeste, mujer y mirada todo una.
 
Celeste besó mi cuello como disfrutando cada milímetro de su contacto y yo deseé que no fueran sólo unos pocos centímetros de piel los que estuvieran conectados, quería rodearla toda y memorizar todo su cuerpo, como hacía con mis mapas.
 
Tuve que hacer acopio de toda mi disciplina para no arrojarme sobre ella y arrancarla la ropa, yo la deseaba sí, pero no así, moría por ir descubriendo cada uno de sus secretos, grabarlos en mi pensamiento, sin pausa, sin prisa, desvelando todos los misterios de su piel blanquísima..
 
Abrí los ojos, Celeste  lamentablemente ya había abandonado mi cuello y me sonreía amplia y sinceramente –“ quiero que esa imagen venga a mi mente cuando llegué el final de mis días”- pensé  para mí misma.
 
Ambas estábamos de rodillas, una frente a la otra, Celeste permanecía quieta mientras yo me movía muy despacio rodeándola por su derecha, no quería que ningún movimiento brusco por mi parte  rompiese el hechizo de ese mágico momento..
 
Allí a su lado observé su perfil, sus ojos, su nariz, su precioso cuello esculpido ¿de veras tenía 31 años? – “eres una flor que siempre está en primavera- dije en un susurro.
 
Mis dedos juguetearon con su pelo, retirándolo del camino que me había marcado, mis labios besaron su hombro derecho y fueron trepando por su trapecio hasta llegar al borde de su nuca, con los dientes despacio mordí una de las cintas que anudaban allí su vestido, tiré suavemente  hasta que se deshizo el lazo y dejé que la tela cayera por su espalda, toqué con mis dedos la señal que la prenda había dejado y lo besé; de nuevo continué besando el otro trapecio dirección a su hombro izquierdo, mientras mi mano rozaba su columna, despacio con movimientos circulares, como si hubiese allí escrito un mensaje sólo descifrable en braille.
 
De nuevo me quedé frente a ella, mi bella amante, mi amada, y la cogí de ambas manos ayudándola a incorporarse. Las dos quedamos de pie y la prenda cayó al suelo descubriendo la belleza de aquel cuerpo apenas cubierto por una minúscula lencería.
 
Sus firmes pechos, su liso vientre, sus piernas bien torneadas, mi mano con voluntad propia subió desde la línea de su cadera por su costado franqueando su pecho hasta llegar de nuevo a su oreja; allí en el nacimiento de su cabello introduje de nuevo mis dedos y me acerqué más y más quedando casi frente con frente, hipnotizada por la tranquilidad que me transmitían sus ojos de océano; nuevamente cerré los párpados y acaricié su nariz con la mía.
 
-“Ansío tanto besarte que duele sólo tratar de frenar mis labios….deseo tanto tocarte que mis manos arden y sólo tu cuerpo pueden aliviarlas, mujer de piel nevada….Mi corazón grita “Celeste”…dime ¿puedes oírlo? Quiere que ambos latan al mismo ritmo”- dije  a media voz; y después ya no pude decir nada porque no había quien pudiera frenar mi boca.
 
Cada beso era más difícil terminarlo, mi boca no deseaba otro manjar que no fuera Celeste quien parecía estar hecha de azúcar, tan blanca, tan dulce, no había mejor lugar en el mundo que rodeada por su piel sedosa.
to be continued....

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