lunes, 16 de julio de 2012

Café à Paris - Capítulo 5

Hola Yurifans,

Estos días se estuvo celebrando en San Diego, la convención más grande de frikis fanáticos de los comics, videojuegos, ciencia ficción, fantasía, rol,... del mundo, léase la Comic-con y yo como  buena nerd/friki/geek/rara estuve al pendiente mientras lloraba por no estar ahí. Los paneles de las series más famosas de SciFi y Fantasía han estado muy entretenidos; les recomiendo sobretodo los de Warehouse 13, Defiance y Lost girl, en nuestra cuenta de twitter he dejado algunos enlaces. 

Para variar tengo material atrasado esperando su publicación, paso a paso voy #paciencia. En la semana espero estar subiéndolos. Ahora, con ustedes el siguiente capítulo de esta historia, que además viene con ilustración incluída ^^ (clic encima para verla a tamaño real).

Enjoy!


Café à Paris
Autora: Utena93
Capitulo 5:

Intenté abrir los ojos pero tenía tal grado de pesadez en el cuerpo que ni eso me era posible. La cabeza me iba a estallar en mil pedazos… Aunque, estaba en un sitio blando y calentito. Se estaba a gusto, seguro que estaba soñando, no, tenía que ser real, mi cabeza y ese terrible dolor me lo indicaban. Así que, sin poder abrir los ojos todavía decidí palpar un poco mí alrededor para, al menos, encontrar indicios de algo familiar… Mi mano izquierda estaba sobre algo blando y suave, redondo… Mmm, pues sí que estaba blandito… ¿Y esto? Esto es… esto es… Abrí los ojos de par en par y empujé a Louise.

-C’est quoi ce bordel!!? – grité confusa.


Pero ¿qué? Alguien me había echado de mi propia cama, no veía absolutamente nada. En un movimiento rápido logre alcanzar mis gafas y ver qué demonios estaba pasando. Aunque… era más feliz en la ignorancia. Aún desorientada logré ver a Inés desnuda envuelta en las sábanas de mi cama… Espera… ¿DESNUDA? Estaba roja como un tomate, mirándome desconcertada. Ah! Mon Dieu! Ma tête! Un momento de lucidez cruzó mi dolorida cabeza. ¡Yo también estaba desnuda! Agarré el primer cojín que encontré a mano para taparme las partes más íntimas de mi cuerpo… Pensándolo bien, seguramente me hubiese visto hasta lo que no conoce ni mi madre… Decidí romper el hielo.

-¡Un esplendido día! ¿Verdad? – pregunté con el tono más falso que me había salido en la vida.

Inés me miró perpleja.

-Podríamos salir a tomar algunas fotos. – añadí – Voy a preparar el desayuno.

A mi lado estaba la colcha de la cama, toda arrugada, con la que me envolví para salir como una bala por la puerta de la habitación. Merde! Se me había olvidado llevarme ropa. Volví a entrar. Inés estaba en la misma postura, no se había movido ni un ápice y seguía mirándome con incredulidad.

-Perdona, se me olvidó la ropa. Te aviso cuando esté el desayuno listo. Tómate tu tiempo… No te preocupes por el desorden, luego lo arreglo. – decía mientras luchaba por que la colcha no me jugara una mala pasada mientras buscaba algo de ropa – Listo. Ahora te llamo.

Entré en el baño y me miré al espejo, tenía una cara horrible. Recapitulemos. Saqué la botella de coñac del bueno y la invité a una copa. Después preparamos algo de comer mientras tomábamos la segunda. Después de comer llegó la tercera… Y después, después nos quedamos sin coñac y empezamos con el vodka… Creo recordar que jugamos a algo… Salí del baño. ¿Y esto? Cogí lo que parecía, no, lo que era un precioso tanga de encaje negro. Esto no es mío. Miré por el pasillo descubriendo un reguero de ropa… Desde mi posición se veía ropa interior, anda, esa es la mía… y el resto de prendas que acompañan a un atuendo normal. Me decidí recoger aquellas que no me resultaban familiares. Llamé a la puerta.

-Inés… tengo algo de ropa y creo que es tuya.

Abrí un poco la puerta y asomé la mano con la ropa que, prácticamente, me fue arrebatada. Bien, hagamos el desayuno. La cocina estaba hecha un asco, la casa entera lo estaba. Preparé un par de tartines a base de mantequilla y mermelada junto con un par de cafés y los puse en la mesa que traté de despejar lo máximo posible. Inés salía del baño en ese instante y se sentó a la mesa. Comimos en silencio. Sin mirarnos, en un silencio incómodo.

-¿Tienes algo para el dolor de cabeza? – preguntó sin siquiera mirarme.
-Sí, claro. Pero las resacas de este tipo se van mejor con mucha agua. – afirmé.

Permaneció en silencio.

-Oye Inés…
-Si tú recuerdas algo de lo que pasó anoche estoy gustosa por escucharlo. – dijo tajantemente.
-Pues… sólo recuerdo haber tomado mucho alcohol. Mira el lado positivo, olvidaste tus penas seguro.
-Acostarme con una mujer no es olvidar mis penas precisamente. – espetó.
-Que sepas que para mí tampoco es agradable encontrarme con esto pero al menos lo llevo con humor  – ese comentario suyo me molestó bastante – y ahora si me disculpas me voy a trabajar, estás en tu casa.

Cerró con un portazo dejándome sola en su casa. Por lo menos podría haber tenido la decencia de decirme que era lesbiana, en vez de emborracharme para acostarse conmigo. No es que le fuera a decir que sí, ni mucho menos, pero por lo menos sabría a qué atenerme con ella.  Respeto a los homosexuales, pero me parece increíble que se vayan exhibiendo por ahí y encima, haciendo esa clase de trucos para conseguir a alguien. Necesitaba despejarme, hablar con alguien, con alguien que no fuese mi padre y arreglara las cosas a golpe de talonario… Marqué un número en el teléfono.

-Virginia, sí, no… necesito hablar… ¿qué dónde estoy? Pues… Sí, yo también he visto la televisión. Me estaba engañando con otra. Sí, pero… Que si pero esto es más importante… Vir… Me he acostado con una mujer. Vale, nos vemos allí.

Virginia quedó conmigo en una pequeña cafetería apartada del centro, cerca de la escuela donde trabajábamos, era la única amiga de verdad que tenía en Francia. Sin reparar en el desastre que había en la casa salí de allí todo lo rápido que pude, la situación me superaba.


-Louise, que faites-vous? – gritaba Paul – ¡Estás en las nubes! A mi despacho ¡YA!
-Merde… - mascullé.

Cuando llegué a su despacho me esperaba sentado en su enorme silla con cara de pocos amigos.

-Louise, eres mi amiga y te quiero mucho… Pero te recuerdo que este trabajo tiene que ser rápido y preciso, no podemos tener a los chicos esperando a que tu estés atenta ¿sabes? – hizo una breve pausa para serenarse - ¿Se puede saber qué demonios te pasa?
-Lo siento, Paul. No es mi mejor día lo sé, pero tengo un problema en casa y…
-¡Me dan igual tus problemas! Este estudio hay que sacarlo adelante y tú cada vez trabajas menos ¡Puedo encontrar a cualquier director de pacotilla dispuesto a ver sexo las 24 horas del día!

Agaché la cabeza y guardé silencio avergonzada porque mi vida personal influyera en mi trabajo, era la primera vez que me pasaba.

-Louise… - dijo en un tono más suave – eres mi directora porque haces un trabajo magnífico, sabes sacar lo mejor de nuestros actores en un mundo tan difícil como éste, y por encima de todo, no eres un baboso gordo que trabaja en esto por lujuría… Eres lo mejor que tengo, no me falles.

Asentí. Pensando que la bronca había pasado me dispuse a salir cuando Paul apuntó una cosa más.

-Mañana harás turno doble. Si tienes problemas hoy, arréglalos y mañana trabajarás lo de hoy y lo de mañana ¿entendido?
-A votre service mon capitan…

Génial… Trabajar el doble mañana, me hacía una ilusión… Pero lo peor estaba en casa, parecía que últimamente me llovían los problemas. Aunque a decir verdad, Paul llevaba razón, lo mejor era que arreglara las cosas, sinceramente, la idea de hablar con Inés no es que fuera muy apetecible en ese momento pero no me quedaba otra. Junto a mi fiel corcel de latón recorrí las calles de esa París que a veces me resultaba  una desconocida hasta que la vi, la vi sentada en un café junto a una chica. No perdía nada por intentarlo. Desmonté y me dirigí con paso firme hacía la mesa, una firmeza que fue disminuyendo a cada paso. Inés estaba de espaldas a mí, reconocía esa rubia cabellera, y su acompañante me miraba con curiosidad.

-Hola ¿os puedo acompañar? – dije mientras agarraba una silla y me auto invitaba.

Ambas chicas me miraban sorprendidas por mi osadía.

-Un café au lait, s’il vous plaît. – le dije a un camarero mientras alzaba la mano para que me viese.
-¿Ahora también me persigues? – preguntó Inés.
-Salía del trabajo y he visto a dos lindas señoritas tomando algo y he decidido unirme. – hice una breve pausa – Soy Louise, encantada, et vous?
-Virginia, enchanté.
-¿Qué es lo que quieres Louise? – preguntó una irritada Inés.
-Arreglar las cosas, solo eso.
-Venga Inés, deja que la chica se explique. – dijo divertida Virginia.
-Estás disfrutando con esto, lo sé. – hablaban entre ellas.
-Bueno – decidí cortar la conversación – no sé qué pasó anoche, lo único que recuerdo es que bebimos mucho. Te prometo que no tenía intenciones de nada contigo, y de verdad que no recuerdo nada. Tienes que creerme.

Inés me miró desconfiada, Virginia divertida.

-¿Podemos hacer como si nada hubiese pasado? – pregunté inocentemente.

Ambas chicas se miraron, parecían hablar en silencio, diciéndose cosas que no llegaría a entender hasta mucho más adelante.

-De acuerdo. – Inés se rindió ante mis súplicas – pero nos vas a invitar a las dos a estos maravillosos cafés.
-¿Te recuerdo que ahora mismo estás viviendo en mi casa? – dije rápidamente.
-Chicas, chicas, haya paz. Invito yo si no os peleáis más. – Aventuró una risueña Virginia.

Y así fue, como, además de arreglar los problemas con Inés, conocí a Virginia y su adorable sonrisa. Una sonrisa que me traería muchos problemas.


Continuará...



2 comentarios:

  1. Me gusta mucho esta historia!!
    Espero con ancias el siguiente capitulo!!

    Gracias :)

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  2. Grax x subir el capi
    quedo genial... me gustaria saber que paso esa noche xb
    y que problemillas causara virginia xD

    PD: Me encanta esta historia

    Ja-ne

    ResponderEliminar

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