miércoles, 13 de enero de 2016

KnM: Las amantes eternas - Capítulo 1



Buenas tardes yurifans. En esta ocasión les traigo el primer capítulo de KnM Las Amantes Eternas, del cual ya publicamos el prólogo.

Que tengan un gran día.
- Ali Dagos
Autor: Tsuyazakura Kouyuki

Traductores: Saizoh, Dyablo y Salkantay. 







Capítulo 1: Un Paraíso Lejano

Durante la mañana…

La gloriosa luz de la mañana estremece bajo la ventana del cuarto del conjunto de dormitorios de Ototachibana  y cubre  el espacio con su deslumbrante brillo.
Afuera, en un piso más abajo, los chirridos d los pájaros se mezclan con el sonido de Suzuhara Aiko-san que rastrilla las hojas secas para que no haya mugre en el piso acompañado por el viejo manager de dormitorio protegiéndola con vigorosidad como si fuera su propia hija.

En unos cinco minutos la noble señorita tiene que retornar a su oficina y presionar un botón cualquiera en el escritorio para activar todas las alarmas.
Eso es para despertar a sus niñas - así llama a las estudiantes de la Academia Ototachibana que viven en los dormitorios bajo su cuidado- que cada mañana les avisa para empezar a salir hacia sus clases. El problema viene con que la alarma está 10 veces mas intensa de lo normal así que Suzuhara-San va a tocar las puertas él mismo, Kurusugawa Himeko no quiere dejar de dormir en su cómoda cama… ¿para qué querría dejar el universo de los sueños en el cual podría llegar a recibir un beso de la persona que más le gusta?


.
En el camarote, en  el suave colchón de Himeko, sus ojos cerrados, sus labios pegados en un beso apasionado suficiente como para derretir el hielo; está abrazada por alguien más y esta otra persona se los pasa por la cintura. Se funde en ese abrazo y se desliza de la cama.
Rompiendo ya sus dulces y gentiles labios intenta recuperar el aliento. Himeko mira arriba sólo para encontrar el bello rostro que no se puede describir con simples palabras, todavía bajo el abrazo de su enamorada, Himeko reposa la cara en el pecho palpitante de la persona más maravillosa  y escucha la melodía de su corazón resonando en su oído.
“Viniste a verme antes de que el Sol se levantara”.
Murmura, sus manos buscan tocar ese suave par de mejillas que por cada toque florece de lo colorados que están.
 “Entonces cúbreme hasta los pies con  tus besos”.
“¿Qué es lo que quieres decir?”.
Una suave mano toma el mentón de Himeko y gentilmente la levanta para mirarla fijamente a los ojos a su amante. Esas dos fuentes de luz parecían trazar cada parte de la existencia  de Himeko. Ella sospecha que si cae una vez se ahogará sin esperanza bajo las profundidades.
“¿Qué quieres que te diga?”.
 Una pícara voz le respondió. Himeko inhaló profundamente preguntándose si estaba  embriagada por escuchar aquellas las palabras. Con la hermosa voz de la otra y los bonitos par de labios desea volver a ser besada...
"Lo que a cualquier chica le gustaría escuchar, tonta”.
 Himeko respondió en voz baja, la calidez florece en sus mejillas. ¿Qué pensarían sus difuntos  padres si la oyeran decir esto, si se enteraran de que se que su hija había caído en aquel encantamiento?
“Te amo, Himeko, te amo con todo mi ser”.
Su sonrisa tranquilizadora vibra como el cristal, sus labios siempre cerca de los suyos y las yemas de los dedos queman con el calor de las llamas.
“Te amo Himeko, más que a nadie más”.
Himeko mira directo a los ojos a su amante y siente sollozar las palabras que desea escuchar desde hace tiempo.
“Yo también te...”.
 Himeko intenta decir pero antes de que ella  hablara la puerta de su cuarto se abre revelando la figura intimidante de una molesta Saotome Makoto, su compañera de cuarto.
“¡Himeko!”.
 Mako-Chan gritó, sus ojos arden con una fuerte luz, de su rugiente boca sale fuego color sangre y detrás de ella salen un par de alas escamosas.
"¡Himeko! ¡Himeko!".
 La voz de Mako-Chan se manifiesta a la vez que con sus manos agarró los hombros de Himeko y la sacude.
“¡Dale, despierta o vamos a llegar tarde!”.
Con los ojos abiertos y revoloteado, Kurusugawa Himeko se estremeció ante la brillante luz del amanecer disparados a través de numerosas ventanas de los dormitorios para chicas de secundaria de la ciudad de Mahoraba.
……………………………………………………………….
En la biblioteca de Ototachibana…
Estaban sentadas en una de las varias secciones de la biblioteca que eran enormes salones rectangulares repletos mesas y sillas ordenada de fila a fila y de algunas macetas de flores puestas por  aquí y allá a lo largo de los pies de las paredes pintadas con en  color blanco opaco.
Los salones de la biblioteca eran lugares en los cuales las personas buscan tranquilidad pues entran y repasan hasta que tratan de meter en sus cerebros el conocimiento adquirido lo que es algo que otros estudiantes de la secundaria Ototachibana - la escuela de Himeko – entienden mejor que nadie.
Himeko se acomodó en su silla, llevando la mano hacia sus labios mientras se ahoga en un bostezo. Parecía que se había quedado dormido en la mesa...
 Se sonrojó furiosamente al recordar la clase de sueño que había tenido. Himeko miró hacia su compañera de cuarto - Saotome Makoto, a la cual cariñosamente llama Mako-Chan - y tragó saliva. Mako-Chan no había sido muy amable al despertarla…
De repente se alegró de que su amiga no posea el poder de leer los sueños.
 Esa chica se habría disgustado sobre este suceso... y probablemente también se enojaría como los otros... aunque por una razón diferente…
"¿No duermes lo suficiente, Himeko?".
 Mako-Chan suspiró.
"Por el amor de Dios, que me quedé un poco más de media hora y volví a verte roncando tan fuerte como un hombre…”.
"¡Yo no ronco!".
 Protestó Himeko pero enseguida se calmó. Los otros estudiantes de la biblioteca, repartidos en las numerosas mesas, cruzan sus miradas hacia ella y la hizo volver a sonrojarse.
"Yo... no ronco...".
 Murmuró en voz mucho más baja, mientras que  Mako-chan se ríe con la cabeza baja.
“¿Por qué estás tan segura de eso?”.
Pregunta Mako-Chan.
“No puedes escucharte a ti misma en los sueños”.
Se burló Mako-Chan de Himeko y de la misma forma que siempre lo hacía cada vez que encontraba una oportunidad pero en cada palabra se muestra el calor de una amistad tan fuerte como cualquiera otra.
Muchas personas podrían pensar que un año juntas no es lo suficientemente extenso como para mencionarlo siquiera pero durante aquel año Makoto y Himeko realmente se cayeron bien.
Himeko siempre fue tímida hasta al principio porque cuando se conocieron en su propia habitación se sonrieron tontamente como si un muro invisible las separara. Sin embargo su relación mejoró notablemente todo gracias a la otra chica. Una amiga de Himeko que hizo un esfuerzo por conocerla y tratar de ser muy cercana. Poco a poco el muro invisible se derrumbó y ahora Mako-Chan se convirtió en otra persona. Himeko podía confiar en ella.
Y en cuanto a esa otra persona Himeko tiene problemas para decidir si busca a esa persona para ser sólo una amiga más o una...
"Olvídalo".
Murmuró Himeko y centró su atención en el detalle de la cinta roja que ata la parte posterior de su cabello.
“Ignora a Mako-Chan, ella quiere salir de la biblioteca lo antes posible. Siempre fue así”.
"Ey, dormilona…”.
 Mako-Chan toca el hombro de Himeko suavemente con el dedo índice.
"¿Mmm?".
Himeko es favorecida por la otra chica con una dulce sonrisa.
"¿Tuviste un buen sueño?".
Himeko reacciona repentinamente a la pregunta de Mako-Chan. Realmente ella no tiene el poder de ver los sueños de los demás, ¿verdad? Himeko se estremeció. Ella no se siente tan segura ahora mismo…
"¿Por qué lo preguntas?".
Himeko dijo con delicadeza y luego se puso nerviosa cuando se percató de la tonalidad de sus propias palabras. Esperaba que la otra chica no se diera cuenta.
"Porque te vi sonriente mientras soñabas".
Mako-Chan sonrió, y luego dijo..:
“Y también te sonrojaste, por cierto, ¿fue un sueño sobre alguien que te gusta mucho?”.
"No exactamente".
 Himeko se estremeció un poco. Mentir sin justificativo válido es algo muy malo… Sobre todo hacia su amiga pero no tenía otra opción. Sería terrible si Mako-Chan se enterara de quién era esa persona. Himeko realmente no quería que ella lo supiera....
"Oh, ¿entonces qué soñaste?".
La rápida mirada de la chica se fijó en los ojos de Himeko. Por alguna razón Himeko sospechaba que Mako-Chan ya lo sabía todo…
Afortunadamente para Himeko la otra chica se limitó a mirar su reloj de pulsera y se enteró con horror que estaba atrasada por mucho tiempo ya que su primera clase ya había empezado. Vinieron temprano porque Mako-Chan quería encontrar un libro sobre hábitos alimenticios saludables para una atleta – ella pertenece al club de atletismo de Ototachibana. Su tiempo pasó  por ahora. La chica de pelo castaño y ojos esmeralda formuló un pregunta y arrastró a Himeko hacia las afueras de la biblioteca.
Dado que el edificio estaba ubicado al lado de Ototachibana a Mako-Chan y a Himeko les tomó poco tiempo para llegar a la puerta de secundaria en la cual empezaron a subir por las escaleras que conducían a la escuela acompañadas por otros estudiantes.
Mako-Chan subió por dos escalones a la vez y es propio de ella ya que puede hacerlo. Himeko reta a su compañera de cuarto si puede tomar por tres peldaños si es que puede hacerlo.
Ella misma... bueno, ella puede con un escalón a la vez. Un poco más y corre el riesgo de tropezar y caer en todo el tramo de la escalera y convertirse en el hazmerreír de la escuela.
Sería vergonzoso como para admitirlo pero Himeko está de lejos el ser ágil. Suele tropezarse seguido ganándose numerosas contusiones mientras pasaban las semanas. Extrañamente sus lastimaduras se curan rápido en comparación al promedio de la gente ya que se cura por completo en máximo dos días y los rasguños de su piel no dejan marcas. Himeko siempre se había preguntado si esa capacidad de curación rápida es propia de alguien muy rara... y eso que ella no lo es…
En lo alto de la escalera, observa sus pies mientras baja, Himeko escuchó a los otros estudiantes charlando animadamente sobre el cumpleaños de alguien.
Bueno, ella no es un genio para ser incapaz de saberlo. Sólo una persona cuyo cumpleaños podría generar este alboroto. Por el amor de Dios, este tema había sido el único en boca de todos desde la última semana así que no era algo reciente.
“¿Qué vestirás para el cumpleaños de Miya-Sama mañana, Izumi-san?”.
Preguntó una chica.
"Aún no sé, ¿y tú, Miho-San?".
La otra respondió.
Himeko intenta alcanzar a su compañera de cuarto y suspira con cansancio cuando unas tres chicas que caminaban por delante de ella se juntaron e inevitablemente le cerraron el paso. Himeko las conocía.
La chica de pelo azul era Takada Izumi, quien se autonombró Presidenta del club de Fans de Miya-Sama y las otras dos son aparentemente como sus vicepresidentas.
A decir verdad ella no pensaba unirse a la  multitud. Izumi podía llegar a ser como una chica muy frágil pero ella forjaba mucho poder en este campus. Al fin y al cabo casi todas las chicas de la Academia Ototachibana idolatraban a la resplandeciente Miya-Sama bajo el mando de Izumi. La chica hizo cosas escandalosas y hasta embarazosas para mostrar su aprecio a Miya-Sama. Con todo Himeko siempre se preguntaba por qué a la princesa Himemiya no la ponía en su debido lugar…
"Discúlpen, por favor déjenme pasar".
Pidió Himeko. Sin embargo, el trío de fanáticas que era así como otras personas las llamaban a sus espaldas estaban demasiado centradas en la conversación sobre qué comprarle a su apreciada Miya-Sama.
Y luego otra chica más corrió para unirse a la conversación. Himeko sólo podía mirar como la recién llegada la empuja haciéndola perder el equilibrio e inevitablemente se estaba cayendo…
"¡Himeko!".
Escuchó gritar a Mako-Chan. Ella gritó también pero tenía un trozo de algo que le quedó atascado en la garganta y no pudo emitir ni el sonido más pequeño.
 De repente una brazo se extendió para sostenerla y salvar a Himeko. Esa mano desconocida, suave y caliente, no fue soltada hasta que terminó apretada completamente bajo un suave abrazo de su salvadora la que la rescató era otra chica, pero más alta que ella por una cabeza y se trataba de una chica cuya suave fragancia floral impregna el aire a su alrededor y cuyo largo cabello brillante era tan azul como el océano más profundo y cuyo rostro era tan glorioso como el de un ángel y los ojos tan brillantes como la más bella joya de zafiro en la Tierra. Himeko sintió que su corazón se aceleraba pues su adormecida mente sobre el contacto con esta chica de alguna forma la debilitó…
"¡Miya-Sama!".
"¡Es Miya-sama!".
"¡Hoy está hermosísima!”.
"¿Quién es la chica a su lado? ¡Estoy muy celosa!".
"¿Estás bien?".
 Una voz suave y melodiosa de la chica más alta se dejó oír.
Al darse cuenta de que sus brazos rodeaban la cintura de la princesa Himemiya Himeko la soltó y tartamudeó:
"Gracias, estoy bien…”.
Sonriendo suavemente la otra chica dijo:
"Ten más cuidado, Kurusugawa-San. Que tengas buen día.".
Con esto se empezó a alejar de Himeko pero no antes de susurrarle algo suave hacia el oído de Himeko que la hizo sonrojarse intensamente. Sin embargo, Himeko sonrió y le dijo a espaldas de ella:
"Que tengas un buen día, Miya-Sama.".
El corazón de Saotome Makoto palpitaba intensamente mientras observaba a Himemiya Chikane o Miya-sama como llamaba la escuela pasó por delante de su compañera de cuarto - una Himeko muy nerviosa - y después Makoto se quedó perturbada por esas miradas que todo el mundo pegaba a su espalda. Makoto cierra los puños y alcanza a Himeko para ir juntas hacia sus respectivas clases.
“¿Por qué tiene que ser ella? ¿Qué tiene ella que no tenga yo?”.
Pensó con amargura.
Se reservó lo que pensaba para sí entre los ruidosos estudiantes ya que la manera en que ellas dos reaccionaron era sospechosa…

Ella carcajeaba. Parecía que al fin y al cabo la torpeza nunca cambiará para Himeko. Lástima que no pudo ver por más tiempo a Miya-Sama…

Saliendo de la multitud, fue muy agotador el perder de vista a Himemiya Chikane, ella siguió el camino de Kurusegawa Himeko y su amiga para poder observar a esta última durante más tiempo antes de elegir una desviación para dirigirse hacia sus propio salón.

Al pasar por la gran pileta la observadora captó su propio reflejo en la superficie de la ondulante agua. Sonrió y pensó que era tan juvenil y tan idéntica a cualquier chica adolescente de este campus y dudaba que nadie le creyera si ella revelaba su verdadera edad.

Sólo pensaba en cambiar su apariencia porque quería ser estudiante de la secundaria Ototachibana pero ya tenía muy buena presencia. Tal vez tendría que mantenerse un poco más de tiempo con este aspecto. Riéndose en voz baja se preguntó qué haría “él” poniendo los ojos sobre ella en este mismo momento… Lo más probable era que se sonrojara y tartamudeara ya que el hombre siempre había sido muy tímido…

……………………………………………………………………..

En su salón de clases…

Así como Kurusugawa Himeko que terminó de colocar sus cuadernos y libros en su mesa en el salón de clases Mako-Chan comenzó el asalto:

"Eso fue genial… Simplemente genial. Dime, ¿por qué te abrazó?"

Preguntó la atleta.

"Eso no fue un abrazo, Mako-Chan. No es la gran cosa."

Respuesta incorrecta.

"¿¡Que no es la gran cosa!?”

Explotó Mako-Chan.

"¡Se trata de nuestra Miya-sama! Himemiya Chikane-Sama, que es la preciosa hija de una familia milenaria! ¡Ella ilumina el mundo de este campus! ¡Ella es la intensidad del verano, la templanza del otoño, la nobleza de invierno y la amabilidad de la primavera. Ella es una chica que se destaca en el mundo de los estudios teóricos y en los deportes y es el sueño personificado de toda la escuela. ¿Sabías de la cantidad de cartas de amor que recibe al día es más de lo que puedes leer en un semana? Todo el mundo quiere casarse con ella…”.
Mako-Chan se pausó en un momento para tomar un respiro y continuó:
"Pero ella es complicada. Sólo en esta semana rechazó a mucha gente y eso incluye al hijo de un multimillonario famoso que es un representante académico, hijo de un CEO y también rechazó a otros seis que son ricos y famosos. ¿Qué te hizo pensar que una señorita semejante, que hace que unos hombres tan importantes se le terminen confesando no es la gran cosa por ese gesto que hizo por vos? ".
"Perdón…"
 Dijo en tono de disculpa.
“Bueno, si hay alguien que verdaderamente merece a Miya-Sama sería “él”…
Makoto fue hasta la ventana que estaba al lado izquierdo de Himeko para ver el enorme campo de deportes señalizado. Himeko ya sabía a quién se refería su amiga aún sin verlo. A esa altura de la semana sólo había una clase que utilizaba el campo de deportes y entre esos cuarenta y cinco estudiantes sólo había uno que podía ser el que comentaba Mako-Chan. Un chico guapo pero masculino de cabello y ojos oscuros que estaba presionando a sus oponentes en la cancha de tenis. Aunque su oponente no estaba jugando del todo bien pero no se lo podía culpar ya que ningún otro chico podría ganarle sin importar la edad o el deporte que jugasen.
“El clasificado entre los diez mejores a nivel nacional el cual nos bendice con su esfuerzo a la secundaria Ototachibana. El joven maestro de la capilla Shingetsu de Jin-Sama: Oogami Souma. Lo creas o no la gran mayoría de los otros chicos lo ven como su más poderoso oponente y hasta quizás sepan que si él decide unirse la competencia de atletismo no tendrían oportunidad alguna de ganarle…
Sea dicho que Himeko no pensaba en nada de lo que decía Mako-Chan. Y aunque era verdad que si fuera Oogami-Kun el que se propusiera a la princesa de cabello azulado nadie se lo reprocharía. Luego cuando Himeko tuviera la oportunidad le contaría toda la verdad a Makoto y hasta también su mayor secreto. Se preguntó cómo reaccionaría su amiga si lo supiera… Nada más esperaba que no la pateara fuera de la habitación…

…………………………………………………………………..
En un área un poco apartada de los exteriores de la secundaria…

Las clases fueron pasando a velocidad de caracol tal vez a causa de que en su corazón Himeko deseara que terminaran cuanto antes. Llegado el recreo Himeko salió del aula con su caja del almuerzo. En su mente sólo resonaba que a la mañana al oído la princesa Himemiya le había pedido que se volvieran a ver al mediodía en el jardín de las rosas. Algo muy bueno era que Mako-Chan nunca le preguntaba qué hacía ni dónde iba a la hora del almuerzo porque si no el secreto podría haber salido a la luz hace mucho tiempo.

Al oeste del campus había un jardín secreto completamente vallado y rodeado de rosas ocultando así el interior del mismo. Sólo Himeko y Chikane sabían que había una entrada secreta entre los rosales lo suficientemente grande como para ingresar. Y Himeko hizo exactamente aquello. En el interior había un árbol ginkgo grande cuatro veces de ellas dos juntas y quizás aún más viejo que proporcionaba una gran sombra y donde la hierba casi no crecía. Bajo esta sombra Chikane estaba sentada tomando un té. Al ver a Himeko la princesa de cabello azulado le dio la bienvenida con una tierna sonrisa.

“Hola Himeko”.

La verdad era que bajo el desconocimiento de todos los demás estudiantes la princesa de cabello azulado había sido la amiga de Himeko desde el mismo día en que las clases del año habían empezado. La gente podría nunca darse cuenta de que Chikane y Himeko eran amigas muy cercanas. ¿Cómo se enterarían cuando ellas rara vez hablan entre sí frente a los demás? Chikane ya se disculpó por ello alegando que no se notaba cómoda intimando con Himeko en público porque la gente se pondría celosa en caso de oírla mencionar el nombre de Himeko con voz cariñosa. La princesa de cabello azulado estaba diciéndolo medio en broma pero Himeko sabía muy bien que si los demás no las dejarían en paz si se enteraban de su… relación…

Himeko sonrió. El sólo hecho de que se reunieran en secreto para almorzar juntas ya se parecía mucho a un romance secreto.

Cuando Himeko y Chikane terminaron la comida de sus cajitas esta última le sirvió a Himeko una taza con té. Agradeció en voz baja mientras evitaba la mirada de la otra chica. La princesa Himemiya era verdaderamente hermosa hasta a la sombra y se preguntó la razón…

“Himeko, ¿pasa algo malo?”.

Chikane se dio cuenta de que Himeko ahora la miraba con suma atención y enseguida esta última dejó de verla con fijeza a los ojos bastante a inquieta. Se cubrió parte de la cara con la taza y le contestó:

“Chikane-Chan, siempre tienes muchas actividades para realizar en la escuela como las reuniones del consejo estudiantil, actividades de tus clubes y clases de ceremonias del té. ¿Por qué almuezas siempre conmigo aquí en el jardín de las rosas cuando de seguro es un lugar incómodo para vos?”.

Su amiga se limitó a sonreír.

“Porque este es el único momento que tengo para pasarla con vos. ¿Es que acaso no deseas mi compañía?

“No, no se trata de eso”.

Himeko sacudió la cabeza hacia los lados.

“Si te resulto una molestia entonces no habrá una próxima vez…”.

Arrepentimiento y tristeza colman la voz de la princesa… y el corazón de Himeko se le oprime…

“¡No! ¡Me pone muy contenta que compartas tu tiempo conmigo! ¡Chikane-Chan, lo digo en serio!”.

La heredera de los Himemiya volvió a sonreír y suavemente le tocó el cachete a Himeko.

“Muy bien, te escucho”.

Mako-Chan le decía a todo el mundo que a Himeko le encantaban tanto las clases que asistía siempre aunque estuviera enferma o lloviera bastante pero aquello no era cierto… La razón por la que asistía sí o sí a la escuela independientemente del clima u otras circunstancias era porque quería pasar su recreo de almuerzo con la princesa Himemiya. Estar al lado de Chikane era un placer y un regalo de los dioses. La sola presencia de su amiga le hacía calmar el alma y había limpiado todo lo que le había estado molestando dejándole sólo una sensación de serenidad y de paz.
Aquellos veinte minutos diarios se habían vuelto tan importantes y preciados para Himeko que ni siquiera pensó en la posibilidad de venir sin Chikane.

“Aquí tienes”.

Dijo Chikane extendiéndole una tarjeta de invitación.

“Si es para tu cumpleaños ya conseguí una”.

Todos los estudiantes la conseguirían.

“Esas sólo son una muestra de un espectáculo del clan Himemiya.”.

La princesa de cabello azulado sacudió levemente la cabeza y la expresión de enojo que esgrimió desapareció tan rápido como le vino.

“Esta es mi invitación personal para vos”.

“¿Por qué me la entregas?”.

Preguntó Himeko intrigada.

“Himeko, tontita, es porque nadie más que vos y yo estamos invitadas a esta fiesta”.

La princesa de cabello azulado le puso la carta sobre la mano sonriendo con benevolencia.

“¿Estaremos las dos solas…?”.

“Así es”.

La chica más alta le tocó con ligereza la nariz. Sus ojos zafiro parecían brillar de suma emoción.

“En mi patio trasero preparé un lugar secreto sólo para nosotras parecido a este jardín. Vamos a pasar la noche allí mientras los demás invitados beben y hablan de negocios. Pero para ellos no habrá complacencia”.

La princesa de cabello azulado le otorgó una sonrisa llena de expresividad.

“¿No te aburrirás si pasas tu cumpleaños sólo conmigo…?”. Le preguntó Himeko quedamente. “Seguramente querrías compartirlo con más personas”.

“No hay nadie más…”. Mencionó Chikane con voz tranquila. “Vos sos con la única con la que hablo de casi cualquier cosa. Sos con la única con la que puedo ser yo misma y tener momentos de paz. Ya sabes que siempre disfruto mucho con nuestros encuentros”.

“Yo pienso lo mismo, Chikane-Chan”.

Le respondió Himeko tirando con poca fuerza de la manga de la princesa de cabello azulado.

“Entonces no hay problema alguno”. Chikane sonrió abiertamente volviendo a llevar la mano al cachete de Himeko. El rostro de esta última se entibió. Esta escena se parecía demasiado a una de amor pero a ella no le molestaba esa interpretación… Dudaba de que cualquier otra chica tuviera algo así con su amiga… “Además también es tu cumpleaños, ¿no es así?”. Himeko asintió sonando de pronto muy contenta.

“¡Sí!”.

Himeko sonrió de forma deslumbrante.

Poco después de volverse amiga de la princesa azulada Himeko había conocido un secreto increíble pues ella nació el mismo día y a la misma hora que Chikane.
Chikane estaba también muy sorprendida y encantada de escucharla contárselo. En cuanto a por qué estaba tan contenta lo mantuvo como un misterio. Pero bien pensado ahora todo tenía sentido… Nacieron prácticamente al mismo momento así que no era de extrañar que Himeko se notara tan conectada a la princesa de los Himemiya sin importar el por qué justo ella…

………………………………………………………………..

En otro salón de clases…

Sentada en un aula vacía, Yui miró al frente en una imagen flotante que hizo con su hechizo de visión.
Las dos chicas se veían felices y tanto que aumentó la calidez de sus corazones.

Desde el momento en que se conocieron en esta escuela ella las observaba por encima rezando cada noche para evitar una tragedia destinada.

Por supuesto, si todo iba según lo planeado ella ya no tendría que volver a rezar…
Yui miró muy de cerca hacia las manos de las dos chicas.
Ocasionalmente un destello rojo aparece y luego se desvanece rápidamente y eso llama seriamente la atención de  Yui ya que ellas no lo notan.
Ella sonríe. El último gran regalo que Yui les había dado hace tres mil años, todavía seguía ahí.

"Eres demasiado viejo para espiar a la gente, querido"

 Dijo Yui sin bajar la cabeza.

Una figura oscura estaba junto a la puerta de la habitación. Los ojos se fijan en su espalda. Normalmente a ella no le importaba pero esa persona no era a alguien que ella ignoraría.
Un movimiento de su mano borra la Mágica Visión.

“El vaso con agua calma a la olla hirviente”.

La voz de una joven le contestó.

"Estás espiando para tu propia satisfacción".

"Sabes muy bien la diferencia... ah... ¿Cómo te gustaría que te llame? ¿Por tu verdadero nombre o lo que estas utilizando?".

"No tiene importancia". dijo la otra chica.

"Entonces, Rinne-Chan. ¿Qué quieres negociar conmigo el día de hoy?".

"Hoy nada con ustedes", dijo Rinne.

Desde el comienzo de la conversación su tono no había cambiado ni un poco. Bueno, ella hablaba así con todo el mundo y lo sabía… excepto una persona, por supuesto…

"No me digas que no has renunciado a ellos, Rinne-Chan." Yui suspiró. "Hay otras maneras de conseguir lo que quieres…”.

"Pero esa no es la única manera pues aquel bastardo se encarga de eso".

"Por lo menos mantente tranquila y armoniosa. Él es el padre de la persona que amas, ¿verdad?".

"¿Él…?".

"Oh, vaya, dejemos esto. Esto podría continuar por siempre". Dijo Yui. "Dime, Rinne-Chan, ¿te gustaría ir a tomar una taza con café? Conozco un buen lugar por ahí".

"No, gracias. ¿Pero por qué estás actuando tan amable conmigo? Tengo planes para ellas…”.

"Ya somos dos." Yui sonrió.

"Esto no es lo que esperaba". Mencionó Rinne.

Ella incluso podía sentir los penetrantes ojos de la chica en su espalda.

Rinne había cambiado algo en su personalidad cínica pues siempre sospechando de la gente a su alrededor desde hace tres milenios. Al menos semejante respuesta no le ha satisfecho.

"Digamos que noto admiración por vos. Comparando conmigo, yo sólo soy una cobarde."

La simple verdad, y nada más. Rinne debe saber de lo que estaba hablando. Ella estaba allí cuando sucedió todo ya que ella era la única que sabía el pequeño secreto de Yui.

"Ya veo…".

"Rinne-Chan, ¿por qué no sales de las sombras y me dejas tomar un buen vistazo de tu imagen? Ha pasado un largo tiempo." Yui se dio la vuelta.

La chica dio un paso adelante. Ella se ve más atractiva que cualquier jovencita. ¿Quién podría creer que esta chica con esa apariencia de que se podría romper con sólo un toque tendría tanto valor y fuerza?

"Te ves tan bonita con este uniforme" la halagó Yui sonriendo. "Los chicos no te han molestado, ¿verdad?”.

"En general quedo fuera de su vista". Respondió Rinne. "Pero voy a retirarme ahora mismo que debo atender unos asuntos”.

"Hasta luego, Rinne-Chan”.

"Debes tener cuidado también con tu imagen pues los hombres no te dejarán en paz a menos que busquen ser apaleados…”.

"¿Acabo de oír una broma tuya, Rinne-Chan?" Aludió Yui.

"Tal vez. Cuídate, Nee-Sama. Espero que también se cumplan tus sueños."

Ella desapareció después de poner una mano sobre su pecho.

Nee-Sama... ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que escuchó esa palabra de Rinne? Yui pensó que la chica nunca quiso volver a decirle así teniendo en cuenta su situación… En los viejos tiempos Rinne siempre la llamaba con respeto a pesar de que no tenían lazos de sangre. La chica de pelo platino todavía pensaba así de Yui o eso parecía.

Sin embargo, ¿le mencionó que su sueño ojalá se hiciera realidad…? Yui creía que no lo dijo todo en broma…

……………………………………………………

Cerca de una estación de colectivos…

Después de que se culminara sus clases Kurusugawa Himeko corrió con todo hacia la estación de autobuses. Para su mala suerte el autobús se fue. Comprueba la tabla de horarios y se siente muy abatida. Cuando llegó el siguiente autobús, la tienda habría ya cerrado. ¿De que forma debo conseguir un regalo para Chikane-Chan? Se rascó la cabeza en señal de frustración. Si no fuera por su profesor de historia que la castigó poniéndole como tarea conseguir temas sobre el día en que los Estados Unidos y Japón comenzaron el comercio internacional y un tipo llamado Matthew Perry... ¿Pero al fin y al cabo por qué iba a querer ella saber de él?

"¿Qué te preocupa, Kurusugawa?"

La repentina voz de Oogami-Kun casi la hizo brincar del susto. De alguna manera el chico consiguió estar justo a su lado sin hacer el menor ruido. De hecho tuvo la habilidad de un gato. Oogami Souma-Kun es el chico ideal de sueño de cada chica y el blanco de la envidia por el resto.
Ella ya lo conocía en persona pero por alguna razón ella nunca podría entender por qué las chicas se vuelven locas cuando ellos están juntos. Claro, él es destacado, es hábil en el deporte, un joven caballero, es... perfecto... Su corazón se hundió un poco…

Himeko en cuanto más piensa en eso más se sentía desconcertada, ¿por qué ella no se siente atraída por él? ¿Era raro si lo único que pensaba en días y noches era en...? Suspiró...
Es demasiado tarde para reflexionar sobre el tema ahora. Ella ya había admitido que era un bicho raro…

"¿Kurusugawa?"

 Preguntó el joven maestro del santuario local Shinto, mirándola con curiosidad.
Himeko se dio cuenta de que ella no le había respondido a su pregunta.

"Quiero ir al centro para comprar algo pero el autobús ya se fue". Le respondió Himeko preocupada, "No voy a tener tiempo si espero para el siguiente".

"Sígueme que lo vas a lograr”.

El muchacho la escoltó a la playa de estacionamiento donde estacionó su moto. Gracias a ello llegaron a la tienda de la Baja torre de Mahoroba en un instante. Himeko rápidamente escogió lo que quería comprar para Chikane-Chan y se lo dio al cajero para envolver el regalo. Ella se sintió aliviada al ver el contenido de su obsequio envuelto…

Durante los últimos dos meses ella había tenido que ir a la tienda de vez en cuando para asegurarse de que el regalo no fuera recogido por otro antes de que ella pudiera reunir suficiente dinero como para comprarlo. Cuando Oogami-Kun la llevó de regreso todo el camino hasta el dormitorio, ella le agradeció:

"Gracias, Oogami-Kun. Realmente quería esto".

 Ella no pudo evitar sonreír mientras sostiene el pequeño regalo más cerca de su corazón

"Por nada. Dime, Kurusugawa, mañana es tu cumpleaños, ¿no es así?"

"Así es”.

Himeko se sorprendió. No creía que cualquier otra chica excepto Chikane-Chan y Mako-Chan supiera de su cumpleaños y mucho menos un chico como el joven maestro de Gran Santuario Shingetsu. ¿Debía preguntarle cómo se enteró de eso al menos?

"¿Podemos... eeeh... reunirnos mañana a solas?" dijo lentamente. "Hay algo de lo que quiero hablar contigo."

"¿Tiene que ser mañana?"

"Sí".

Respondió Oogami rápidamente tal vez sintiendo la duda y la inquietud en sus palabras. Pero ¿por qué el renombrado Jin-sama de la secundaria Ototachibana querer verla  mañana para todo el día?

"Mañana no puedo..." Antes de que pudiera terminar eso, sonó la campana. Ya esta anocheciendo si se demoraba más estando aquí las puerta de los dormitorios cerraría y ella quedaría afuera de los mismos…

"Lo siento, Oogami-Kun, me tengo que ir. ¡Gracias!"

"N hay problema".

Ella ya había dado la vuelta para que no viera a su expresión. Se notaba muy decepcionadoHimeko cree saber la razón. Pero era absurdo pensar de esa manera. No te hagas ilusiones, Himeko, pensó…

……………………………………………………………

Mientras, en la mansión Himemiya…

"El vestido es bonito pero su color es un poco llamativo y el encaje es demasiado grande ya que me hace ver como a una niña".

Se expresó Himemiya Chikane mientras su leal y dedicada ama de llaves de la familia Himemiya, Kisaragi Otoha, terminaba poniéndole el vestido rojo.

"Todavía tenemos una colección estilo sirena. ¿Quiere probarla, Ojou-sama?".

"Sí".

"Como desee".

Otoha le sacó el vestido rojo y la puso en el interior del armario diciendo:

"¿No está rara, Ojou-sama?".

“¿Cómo dices…?”.

"Normalmente acepta lo que yo elijo para usted sin pensarlo dos veces pero esta es la primera vez que desea elegir uno por su cuenta."

"¿Ah, sí?”

Chikane respondió distraídamente y se acercaba a la ventana francesa de la habitación con vistas a gran jardín verde de los Himemiya.

La luna llena en medio de un cielo sin nubes decorado por un millar de estrellas brillantes proyectaba su luz plateada sobre la tierra. Sus pensamientos vagan.
De hecho, lo que decía Otoha era la verdad...
Ella no prestó mucha atención a la ropa que su sirvienta personal escogió por ella en toda su vida. Sin embargo mañana era un día muy especial… un día diferente de cualquier otro. Mañana alguien importante para Chikane asistiría a la celebración de su nacimiento… Alguien a la que apreciaba y atesorada con todo lo que tenía. Sólo pensar en ello genera en su corazón un gran alboroto de sensaciones.

Mañana Himeko estará aquí en esta mansión y ella pasará su tiempo con Chikane a solas sin ser interrumpidas por el resto de las gentes. Antes sólo los amigos de los padres como personalidades VIPS de todo el país y la gente de su escuela asistieron a las fiestas pero ella nunca tuvo ninguna intención de conseguir su amistad. Los empresarios sólo estaban interesados en la cantidad de dinero del clan Himemiya mientras que el interés real de sus supuestos compañeros de escuela del mismo año era el de a tratar de conseguir su corazón para que un día puedan compartir su trofeo. Estaban todos con el mismo propósito y eran en verdad una gran cantidad de gentes asquerosas sin valor real alguno…
Pero su inocente Himeko no era así. Lo que la chica de cabellos dorados realmente deseaba era pasar tiempo con Chikane y ella lo sabía a ciencia cierta. Con el tiempo el pequeño ángel había ganado un lugar especial en el corazón de Chikane. Himeko, un nombre que calienta su alma congeladasu amada Himeko... Chikane no estaba bromeando cuando dijo que la gente podrá darse cuenta del tono acariciador cuando llama el nombre de la chica. Era la verdad. Cualquiera hubiera sido consciente del afecto de Chikane tenía para con Himeko al momento en que se escuchaba llamarla.
No tenía ninguna intención de se apartara de su lado y ni siquiera durante un tiempo considerable…
De alguna manera Chikane se preguntaba el cómo era posible que nadie más se diera cuenta del verdadero valor de Himeko...
Su amiga poseía una resplandeciente cabellera dorada y un rostro precioso y a pesar de ello ningún chico de la secundaria le prestaba la menor atención.
Su ángel era un diamante oculto entre un montón de rocas sin mayor valor… Pero Chikane se notaba más segura sin que ningún tipo estuviera detrás de ella… Sonrió ante ese hecho.
También se preguntaba si debía confesarle todos y cada uno de los sentimientos que sentía hacia su ángel…
Pero en fin, Chikane ya tenía un obsequio preparado para Himeko y se trataba de un hermoso rubí que había adquirido en la joyería más fina de la ciudad para entregárselo a la chica de cabellos dorados. Siempre creyó que el color rojo le quedaba muy bien a Himeko.
Se preguntó en qué dedo tendría que colocárselo cuando se lo entregara…
………………………………………….
En el dormitorio de Himeko y Makoto…
Bajo la luz eléctrica de la lámpara de escritorio Kurusugawa Himeko abrió en silencio su álbum que siempre estaba oculto en un cajón al fondo del mueble bajo llave. En el mismo todos los recuerdos grabados que tuvo con Chikane-Chan estaban resguardados. En ese formato tenía todas las fotos que Himeko había sacado de los momentos que había compartido hasta ahora con la princesa de cabello azulado. Dio un vistazo rápido hacia Makoto que ya estaba profundamente dormida…
En todas las fotos no aparecía un tercero sino sólo Chikane-Chan y ella misma.
Las fotos estaban protegidas por unos plásticos transparentes cuidadosamente colocados para tal fin.
La mayoría de ellas fueron sacadas cuando la princesa de cabello azulado la invitó a una casa privada en Hokkaido durante las vacaciones de verano. Himeko la pasó muy bien allí. Dentro de la espaciosa casa con dormitorios separados ambas la pasaron muy bien juntas allí sin ser molestadas. No había sirvientes ni mirones. Se turnaban para cocinar los alimentos que había previamente llevado y también se turnaban para limpiar la casa y realizar cualquier otra tarea doméstica que surgiera en el momento.
Aunque habían acordado realizar todo por turnos al final Himeko siempre tenía que dar una mano. Chikane-Chan, la Himemiya Ojou-Sama a la que siempre le habían servido durante toda su vida, era una persona que no sabía mucho sobre cómo cocinar bien… Himeko lamentaba decirlo pero Chikane-Chan era catastrófica en la cocina… Una vez Chikane casi había prendido fuego la cocina tratando de calentar una sopa… En otra ocasión Chikane había inundado la casa con agua y desparramado la harina por toda la cocina tratando de preparar una torta… Himeko seguía sin imaginarse cómo pudo haberle salido tan mal aquel intento…
Aunque nunca le molestó asistir a Chikane en la limpieza hogareña ya que era una muy buena excusa para realizar actos en conjunto con ella a pesar de que a veces la estropeara… Pero la princesa Himemiya parecía tan contenta y feliz hasta cuando estaban deslomándose fregando el piso que Himeko no podía evitar mirarla a cada momento. Himeko apostada que nunca alguien más había visto a la princesa Himemiya comportarse de manera tan… hermosa… Sus sonrisas eran auténticas a diferencia de las que les ofrecía a los demás estudiantes de Ototachibana… Sus ojos zafiros brillaban como los de una niña que habría sus regalos de cumpleaños… y parecía que el muy buen humor de Chikane había contagiado a Himeko… En esa casa de verano se había notado tan feliz como… como si pasara una luna de miel con alguien a la que amara profundamente…
Se sobresaltó y se puso colorada. ¿Cómo le había llegado esa sensación…? Se centró en el álbum una vez más… tratando de mantener alejados esos pensamientos tan poco convencionales… Como resultado reencontró la foto más hermosa de todo el conjunto… La que ella atesoraba aún más que sobre las otras…
Era una foto en la cual la princesa de cabello azul estaba abrazando con fuerza por detrás a Himeko a la altura de su cintura en el jardín de las rosas. Himeko tenía la cara tan cerca de la chica más alta que casi se dieron un beso… Himeko notó que el corazón se le aceleraba al máximo. Cerró el álbum con un ligero chasquido… Ella tenía una respiración irregular y los cachetes en llamas… Por mucho que le encantara la foto no se atrevió a volver a verla durante mucho tiempo… Bueno, ella podría volver a imaginar ilusiones muy fuertes una vez más… Se preguntaba si a la princesa de cabello azulado a veces le pasaba lo mismo… ¿La vería muchas noches a esta foto…? ¿Sonreiría al verla…? ¿Lo sostendría cerca de su pecho…? ¿Pensará y sentiría lo mismo que ella…? Eso deseaba… Amortiguó una risita… Sí, ella deseaba que fuera así…
Chikane-Chan, su hermosa, amable y fuerte amiga… Su maravillosa Chikane-Chan… Himeko estaba verdaderamente contenta de que haya conocido y se volviera amiga de Chikane. Su vida habría sido muy diferente e infinitamente más aburrida sin la bella princesa. Después de volver a poner el álbum en su cajón bajo llave agarró el obsequio que le compró a su Chikane-Chan. Sonrió. Era un anillo muy bonito adornado con una piedra de zafiro en forma de luna creciente y a Himeko le había encantado desde la primera vez que lo vio pero como no era para nada barato Himeko había tenido que trabajar durante dos meses a tiempo parcial en un restaurante local para poder costearlo. Sólo esperaba que hiciera a su princesa realmente feliz.
……………………………………………………………
En el dormitorio de Oogami Souma…
Oogami Souma vestido con su uniforme de la secundaria Ototachibana estaba viendo por la ventana de su habitación el sol naciente en el cielo oriental haciendo todo lo posible por no jalarse de la cabellera. Estaba frustrado desde la noche tardecita anterior cuando Kurusugawa Himeko rechazó su invitación muy apresuradamente y sin vacilaciones. Hoy era el cumpleaños de Himeko y él planeaba confesársele… ¿pero cómo iba a poder hacerlo cuando ni siquiera podría llegar a verla…?
Justo en ese momento dentro de su cabeza le susurró una voz horripilante que le congeló la columna vertebral…:
Llegó el momento. Por largo tiempo se nos privó de la libertad por haber estados retenidos en el flujo del tiempo pero una vez más  mi sangre fluye fuertemente en sus venas y arterias. Por fin llegó la hora de nuestra venganza. Presten atención ante mi llamada, hijos de la gran deidad de la oscuridad, los que habitan en las sombras cometiendo pecados… ¡Despierten para arrasar con la civilización humana y al mundo entero!
La mente de Souma pareció esfumarse pues sus pensamientos racionales fueron bloqueados por el vació de su voluntad. En el cielo la oscuridad estaba tragándose todo el resplandor del sol de la mañana devorando el azul cerúleo como una bestia hambrienta. Luego un orbe oscuro apareció en lo alto del cielo resplandeciendo sobre la ciudad de Mahoraba. Cada vez que aquel orbe resonaba se levantaban vientos fuertes, la tierra temblaba como si su cuerpo se regodeara en éxtasis ante la opresión poderosa y quemante para destruirlo todo. Notaba placer en ello.
Caminó parsimoniosamente fuera de su habitación notando su cuerpo entero bullendo de poder. Por los pasillos corrían los sacerdotes de Shingetsu para tratar de realizar una improvisaba conferencia con el sumo sacerdote aunque ni él era capaz de revertir lo que el gran Señor de la Oscuridad había empezado. Existían las que sí podían evitar sus malvadas intenciones pero de momento no se hallaban en el santuario por lo que una voz le susurraba directamente en el interior de su cabeza. La voz le decía que ignorara a esas gentes y que se concentrara sólo en el objetivo principal.
Tras llegar a la parte frontal del gran santuario Shingetsu que estaba vacío y limpio como de costumbre él entró al sitio y frunció el seño. El Gran Salón estaba repleto de un aura de santidad… La influencia de los Inmortales del Cielo era tan fuerte aquí que le dolía la nariz. Le picaba todas las partes del cuerpo… Antes no había notado esta sensación… La voz seguía insistiendo en que debía cumplir el objetivo principal... Souma pensaba ligeramente que algo no estaba bien con todo esto pero sólo lo llegó a pensar de forma muy ligera…
Obedeciendo a la voz se dirigió a la parte trasera de la Gran Sala y abrió una trampilla en la pared la cual nunca había notado que estaba allí. A su costado se encontraba el pasillo que llevaba a unas escaleras que parecían conducir al centro mismo de la Tierra en una espiral sin fin… Souma quería reír… Bajó por las escaleras y largó una carcajada bastante feroz como queriendo burlarse de la extraña situación que le tocaba vivir…
Al final de la escalera vio un espacio entre las paredes que encerraban una forma rectangular bastante grande. En el centro de la cámara había un pilar de hielo que llevaba un orbe de gran luminosidad dorada en medio. El gran pilar central era rodeado por otras seis columnas y cada una era de un color diferente. Rodeó aquella estructura y agarró una espada que estaba medio incrustada en una pared.
“Por fin”.
Pensó Souma…
Blandió la espada y todo estalló en llamaras de color púrpura. Se rió a carcajadas pues los humanos ya tendrían que confrontar a los hijos de Orochi que volvían a caminar sobre este mundo.
………………………………………………………………..
De vuelta en el dormitorio de Himeko y Makoto…
Kurusugawa Himeko esperaba que en el día de su cumpleaños y en el de Chikane el clima estuviera a su favor pero parecía que esto no sería así… Por extraño que pariera cuando se levantó y se vistió en el cielo no había nube alguna… El sol pulsaba con una amenazante y misteriosa luz muy atenuada…
“¿Esto es un eclipse? Nada de esto salió en las noticias, ¿verdad?”.
Preguntó Mako-Chan sonando asustada. La cara de la atleta estaba pálida pero Himeko no estaba en muchas mejores condiciones.
De pronto el calor surgió en el pecho de Himeko como si fuera el lugar de reunión de mil soles pero antes de que pudiera gritar de dolor el calor se desvaneció tan rápido como surgió…
Una esfera violácea de luz apareció al otro lado del horizonte que se sumaba al orbe oscuro que ya había pues la primera se acercaba al segundo… Los relámpagos surgían de la esfera y del orbe dejando llamaradas rojas y oscuras sobre la tierra, las casas y las personas que parecían fallecer al sólo contacto con ellas… ¿Qué era lo que sucedía…?
Aunque Mako-Chan la atleta estaba muy asustada reaccionó con rapidez pues ésta arrastró junto con ella a Himeko fuera de la habitación.
“¡Corre, Himeko!”.
En el pasillo principal de los dormitorios los demás estudiantes estaban gritando dirigiéndose hacia la salida… Himeko y Makoto se unieron a ellos pero fue en ese momento que Himeko recordó que se había olvidado del regalo de Chikane. Bien sabía que arriesgaba la vida… pero… pero hoy era el cumpleaños de ambas… Su único deseo en ese momento era entregarle el regalo, que ella sonriera y que le dijera que le gustaba mucho el obsequio.
No lo pensó por más tiempo. Se zafó del agarre de Makoto y volvió a su habitación fingiendo el no escuchar los gritos de su amiga pronunciando su nombre. Se las arregló para no ser pasada por encima por la gente que corría despavorida.
Himeko se alivió un poco al ver que el regalo seguía sobre la mesa. Era curioso cómo podía pensar en este momento más en el bienestar del regalo que en el de ella misma cuando todos corrían despavoridos. Esto demostraba lo importante que era la sonrisa de la princesa Himemiya para Himeko.
“Chikane-Chan, sólo deseo que sepas lo que noto hacia vos…”.
“Ahí estás, sacerdotisa de Kannazuki”.
Se expresó una voz más fría que el hielo.
Himeko se dio la vuelta viendo a lo que parecía un ser humano y su voz lo delataba como a un hombre. En su mano había como una especie de luz que no era más que el reflejo de la hoja de una espada. Los ojos del hombre eran de un color carmesí tan profundo que parecían hacer del resto de su cuerpo opaco en comparación. A su alrededor el aire silbaba como si se trataba de una caldera en plena ebullición. A sus pies la alfombra de quemaba.
Himeko dio un paso hacia atrás presionando la espalda contra el cristal de la ventana. Tembló de miedo e instintivamente apretó la cajita que guardaba el regalo.
“No vivirás para interferir con nuestros planes, Sacerdotisa del Sol”.
Sentenció el hombre levantando la espada.
“Descansa en paz”.
Los rayos que ocultaban el cuerpo del hombre se reunieron en la punta de la espada dejando al descubierto a Oogami Souma que fue lo último que Himeko vio antes de que la luz purpúrea la azotara y le destrozara la conciencia…
………………………………………………………………
En ese mismo momento…
Bajando de su limosina Himemiya Chikane corrió hacia los dormitorios de Ototachibana deseando con todo su ser que Himeko estuviera sana y salva. Cuando vio ese gigantesco orden en el cielo tuvo la impresión de que algo malo le iba a pasar a la chica de cabello dorado. La sensación era tan urgente que dejó lo que estaba haciendo y ordenó a su chofer que la llevara a toda velocidad hacia los dormitorios. Nada le era más importante ahora mismo que la seguridad de su dulce ángel. Deseó con todas sus fuerzas que Himeko estuviera bien.
Cuando llegó a la puerta principal de los dormitorios un sonido a vidrios quebrados la hizo ver para algún lugar arriba de ella. Un rayo ardiente de luz purpúrea había disparado y destrozado una ventana… Supo entonces que muy cerca de allí se hallaba su ángel…
“¡No, Himeko…!”.
Gritó llena de horror.
Entonces vio que contrariando a la fuerza de la gravedad Himeko flotó envuelta en un haz de luz dorada. Poco a poco bajó hasta estar justo encima de Chikane y ésta pasó a agarrarla cuando Himeko cayó de golpe.
Chikane supo que su ángel estaba bien pese a todo pues no la respiración de su querida amiga era regular, no había cortes ni manchas en su tersa piel y ni siquiera había lágrimas de su parte. Chikane se arrodilló todavía con la chica en brazos. Aquella luz había mantenido segura a su Himeko. Chikane no sabía si reír o llorar… Saber que Himeko estuvo muy cerca de una muerte perfectamente evitable le destrozaba el corazón pero también se alegró de que nada demasiado malo le pasara de momento…
Aunque la civilización humana y el mundo quedaban en ruinas y destrozadas siempre que Chikane pudiera proteger a Himeko la primera quedaría satisfecha. ¿Cuándo iba su angelito a darse cuenta de lo que sentía hacia ella…? No, este no era el momento para pensar en ello…
“¿Estás toda enamoradiza, sacerdotisa?”.
Una voz fría como el hielo le susurró en la cabeza a Chikane.
Chikane se quedó sin aliento al ver a unos metros encima de ellas a Oogami Souma. El muchacho tenía un semblante de piedra, los ojos carmesí. Su mano derecha blandía una espada que se volvió púrpura. Chikane se dio cuenta de que había sido él el que había ataco a su ángel.
“Oogami Souma…”.
Mencionó su nombre con un profundo desprecio casi rozando el odio. A ella nunca le agradó el chico por su orgullo exagerado pero nunca pensó que sería alguien malvado pero se había equivocado.
“¿Cómo te atreviste a dañarla…?”.
“Sos una tremenda imbécil pues no quería dañarla sino matarla y ahora que las tengo a las dos las mataré a ambas. ¡Mueran!”.
Souma levantó la espada por encima de la cabeza disponiéndose a dar el espadazo asesino.
Chikane agarró con aún más fuerza a su angelito.
“¿Será éste nuestro final…?”.
………………………………………………………
Entonces en ese mismo momento pero en otro sitio…
Alto en el cielo donde no llegaba la oscuridad de los Orochi Yue se irguió mirando lo que ocurría en ese instante y lo que veía le repugnó sobremanera pues no permitiría que un joven hijo de Orochi matara a sus hijas. La ira se hizo manifiesta en su ser al correr por sus venas y arterias todo su poder celestial desatado. Yue levantó el brazo hacia el cielo liberando todas sus fuerzas.
“¡Despierten, sacerdotisas de Kannazuki! ¡Despierten, hijas de la Luna y el Sol!”.
………………………………………………………
Instantes después…
Un aura plateada y otra dorada resplandecieron y envolvieron los cuerpos de Chikane y Himeko respectivamente. Parte de este poder desatado impactó en la cabeza de Souma y este largó un leve gruñido antes de desplomarse en la superficie… Chikane observó la escena con asombro pero notó que algo le quemaba en la espalda… Una infinidad de imágenes y escenas le recorrían la memoria… Después de un instante que le pareció durar una década entera el calor desapareció, las imágenes se desvanecieron y la luz se retiró dejando al descubierto los destrozos del orbe oscuro sobre la ciudad de Mahoraba… Las llamas seguían consumiendo lo que llegaban a arrasar…
Himeko recuperó poco a poco la conciencia. El calor de su tierno cuerpo y el fragante olor de su champú hacían enloquecer a Chikane pero ésta se contuvo de abrazarla con más fuerza y de besarla recordando que seguía sin ser el momento propicio… Poco le importaba la razón por la que Oogami Souma quiso matar a su ángel pues sabía que Himeko era incapaz de cometer cualquier fechoría… Chikane protegería a Himeko aunque toda la gente del mundo quisiera verla muerta…
Himeko abrazó por la cintura a Chikane y a ésta le llegó mucha sangre a los cachetes cuando el ángel hundió la cara en el pecho de su querida amiga. Chikane le acarició su cabello dorado… y le devolvió el abrazo con más intimidad de la que le hubiera gustado exhibir en público… En caso de que sus padres la vieran en este instante se hubiera dicho que estaba abrazando a su amante…
De alguna manera del coma Himeko había pasado a un sueño tranquilo. Tenían que alejarse de este sitio peligroso… Chikane vio a su alrededor y vio al inconciente Oogami Souma…
“Maldito asqueroso…”.
Pensó ya con odio hacia Oogami.
Mientras Chikane se ponía de pie con Himeko en brazos se percató de una cajita no muy lejos de donde ellas estaban. La cajita estaba envuelta para regalo y con nota agregada que decía “Feliz cumpleaños, Chikane-Chan”. Chikane recogió la cajita sin soltar a Himeko.
Chikane entonces recordó que cuando Himeko iba cayendo sostenía algo entre brazos como queriendo protegerlo. ¿Pero si los demás estudiantes estaban evacuando qué hacía Himeko sosteniendo este regalo…?
“Chikane-Chan…”.
Murmuró Himeko aún con los ojos cerrados como si hablara en sueños.
Cuando pasaron las vacaciones en Hokkaido Chikane se enteró de que a veces Himeko hablaba en sueños… Algo que quizás la misma Himeko ignoraba… Una noche mientras veían el programa de TV preferido de Himeko ésta había caído finalmente agotada en el sofá probablemente por asistir a limpiar el desastre que Chikane había convertido la cocina ese mismo día. Chikane había puesto la cabeza del angelito en su regazo y apagó el televisor. Chikane pasó mucho rato mirándole el bello rostro a Himeko y entonces la segunda empezó a hablar en sueños…
Himeko mencionó muchas cosas de su pasado en voz alta… Muchas de ellas tras el fallecimiento de sus padres y de cuando vivía con otros parientes por los que guardaba miedo y hasta rencor a diferencia de Chikane cuyos ambos padres seguían vivos y siempre la trataron muy bien Himeko perdió a los suyos por una extraña enfermedad… Sus tíos nunca la trataron con cariño por considerarla una carga que más tarde o temprano les iba a romper la espalda… Himeko sólo sufrió durante ese período y tanto que ella deseó haber muerto con sus padres… Chikane derramó lágrimas al oír todo aquello…
Fue de hecho un golpe de la fortuna que sus tíos la enviaran lejos de Tokyo para que asistiera a la secundaria Mahoraba. Himeko sonaba tan feliz de vivir aquí con Chikane que esta última no pudo evitar sonreír. Habló de su compañera de cuarto Saotome Makoto a la cual llamaba cariñosamente Mako-Chan lo cual hizo que Chikane notara un poco de celos. Pero Himeko se empezó a despertar cuando empezaba a hablar de Chikane por lo que ella no sabía a ciencia cierta qué pensaba de ella. Himeko se puso como un tomate al notar que estaba durmiendo en el regazo de su querida amiga.
“Pensé que había perdido el regalo… pero me alegro de que todavía estuviera allí cuando volví por él… No sé qué hubiera hecho no hubiera podido dártelo a tiempo… Chikane-Chan, feliz cumpleaños…”.
Himeko murmuró a duras penas…
Así que fue por su regalo de cumpleaños que Himeko volvió a su habitación a pesar del riesgo que aquello significaba.
“Himeko, sos una tonta… Tu sola presencia es el regalo más maravilloso que pudieras darme… Si hubieras muerto mi corazón habría muerto con vos en el día de mi cumpleaños…”.
“Quizás nunca te des cuenta… pero te amo con todo mi ser…”.
Murmuró Chikane acercando el rostro hacia el de su ángel.
……………………………………………………………………….
En ese momento en un lugar cercano…
En lo alto de un alejado árbol ginkgo Miyako observó cómo el chico fue reducido por la misteriosa luz proveniente de las sacerdotisas. Pensó en lo inútil que resultó la séptima cabeza de Orochi… y aunque tuviera que admitir que el tipo no era un debilucho pues su poder en cuanto a fuerza bruta se acercaba al de Tsubasa aún así falló miserablemente… El chico fue criado en un ambiente lleno de amor y sin importar el tremendo poder que se posea uno se volverá un blandengue… Tsubasa-Sama seguramente estaba muy decepcionado por ver a un Orochi así…
Miyako tendría que terminar lo que Souma empezó y así Tsubasa-Sama la elogiaría y le daría una recompensa. El sólo pensar en ese hecho la alegraba sobremanera ya que Miyako adoraba a los poderosos y bien sabía que Tsubasa era el más poderoso de todos los Orochi.
Dibujó con las manos el flujo de energía del orbe oscuro en el cielo hasta que ella estaba rebosando de poder. Mitako juntó las manos y de ellas se encendieron unas llamas púrpuras. Luego lanzó una columna de llamas hacia las sacerdotisas.
“Polvo al polvo y cenizas a las cenizas”.
Pensó para sí misma.
Un sonido ensordecedor tronó por el aire como avisándole que había dado en el blanco. Los vientos corrieron en todas direcciones al igual que el humo. Miyako rió con satisfacción.
El humo se disipó en el aire y para el horro de Miyako ambas sacerdotisas seguían ilesas. La sacerdotisa de la luna que sostenía a la otra aparentemente era ajena al ataque de Miyako. Frente a ellas estaba la séptima cabeza de Orochi y fue él el que las protegió blandiendo su espada. Enfurecida Miyako le envió un mensaje mental al joven:
“Séptima cabeza de Orochi, soy yo la segunda cabeza. ¡Apártate!”.
“¡No soy ninguna cabeza de Orochi… sino que soy Oogami Souma!”.
Replicó un enfurecido Souma.
En un abrir y cerrar de ojos apareció justo frente a Miyako dando un espadazo. Miyako saltó hacia arriba estacionándose en el aire y vio que el árbol de ginkgo era partido en dos. El árbol después de haber sido cortado se hizo cenizas… Miyako se asombró… La espada relámpago ahora era muy peligrosa en manos de un traidor... Tendría que arrebatársela… y ya que había sido vapuleado por las sacerdotisas no estaría con todas sus fuerzas en este momento… Quizás sería capaz de matarlo aunque tuviera a Raien en su poder…
Haciendo ondear una llama púrpura con una mano Miyako azotó a Oogami con toda su destreza física. Miyako pretendía calentar la agarradera de la espada para que Souma la soltara y luego ella pudiera matarlo con su propia arma.
Pero Oogami pareció ni notar el calor…
“¿Fuiste vos la que me hizo atacar a Himeko…?”.
No había sido ella sino él mismo por medio del gran poder de Orochi pero tampoco había una buena razón para decírselo. Y sin importar cuánto Miyako se esmerara Oogami no soltó la espada.
Miyako creó otra llama con la otra mano apuntando a la cabeza del traidor pero Oogami fue más rápido y la sujetó con una mano desnuda.
“¡Nunca te entregaré a Himeko! ¡Muere, Orochi!”.
Raien ardió evaporando ambas llamas de Miyako.
“¡Muere en medio de un millón de estrellas!”.
Miles de miles de haces de luz púrpura bloquearon todas las vías de escape que Miyako pudo encontrar.
“¡Sálvame, Tsubasa-Sama!”.
Todo se volvió de un color purpúreo oscuro para Miyako.
……………………………………………………………………………
Unos segundos después…
Himeko apenas podía abrir los ojos. Notaba como si todos los huesos le hubieran sido quebrados. No recordaba lo que pasó hace unos momentos… Logró abrir los ojos y se dio cuenta de que estaba en un tierno abrazo con su querida Chikane-Chan… La sangre corrió furiosamente por sus cachetes… El ser abrazada por detrás por la princesa era una cosa pero esto era demasiado para ella… ¿y por qué el rostro de Chikane se acercaba tanto al suyo…?
“Himeko, te amo”.
Chikane-Chan la estaba besando. Todo se volvió borroso para Himeko. El calor y la fuerza del beso de la chica más alta la abrumaron. Himeko sabía muy buen que Chikane-Chan era su persona especial y verdaderamente la más importante de su vida. Sabía que estaba dispuesta a pagar cualquier precio sólo por compartir unos ratos al día con Himemiya Ojou-Sama… sólo para ser capaz de mirarle el liso y hermoso rostro… Himeko sabía muy bien que Chikane nunca había sido para ella sólo una mejor amiga…
Últimamente todo lo que había soñado estaba relacionado con la princesa. Esta misma mañana Chikane-Chan en su sueño le había dicho que era la persona que más amaba en el mundo. A pesar de que era sólo un sueño Himeko recordaba todos los detalles y la respuesta que Himeko había querido darle era…
Pero poco a poco el sueño se la llevó una vez más aunque no antes de que un último pensamiento cruzara por su mente…
“Chikane-Chan, yo también te amo…”.



0 comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos y nos hace feliz que te animes a comentar, por favor al manifestar tu opinión recuerda hacerlo con tolerancia, recordando que no todos pensamos igual. Las críticas deben ser constructivas, siempre en un marco de respeto.

Las administradoras del blog se reservan el derecho de borrar cualquier comentario que resulte ofensivo.

Al comentar recuerda que estás mejorando tu cutis y reafirmando tus glúteos ^^