sábado, 19 de abril de 2014

Extraños en la noche - Capítulo 13

Hola Yurifans,

Este es otro post programado, ya que no estoy segura de que el problema con mi conexión se resuelva pronto :(

Espero que disfruten la continuación de esta historia y dejen sus comentarios a la escritora :D

Extraños en la noche
Autora: Isles
Capítulo 13

—¡Felicidades! —gritaron todos alzando sus copas y botellas.
—¡Otra ronda por mí! —gritó el dueño del Dirty Robber.

—Debería ser su cumpleaños todos los días —comentó Frost mientras tomaban sus asientos otra vez.
—Como si pudieras aguantar más de dos.
—Te dejaré saber que puedo tomar cinco cervezas sin problemas —aclaró con orgullo.
—Por su peso corporal y el grado de alcohol, sus habilidades motoras estarían gravemente afectadas —comentó Maura antes de beber lo que le quedaba de vino en su copa.
—Ya escuchaste la experta, además de que las experiencias del pasado demuestran otra cosa que no se acerca nada a “sin problema”. Por cierto. —Se giró para mirar a la rubia a su lado— ¿Quieres que te busque otra copa?
—No te preocupes, iré yo así no tienes que salir de ahí.
—Está bien.
Los tres siguieron con la mirada a la rubia hasta que desapareció entre la multitud.
—¿No crees que ya has bebido bastante, también? —dijo Korsak que apenas se había bebido la mitad de su cerveza. Algo de cuidar su salud o algo así, Jane ni Frost habían puesto mucha atención, pero Maura había estado atenta como siempre y explicó varias razones por la cual era una buena decisión limitar el consumo de la cerveza.
—Estoy bien —respondió sin despegar la mirada de la rubia que estaba en la barra haciendo su pedido.
—Disimula  un poco.
—¿He? —preguntó mirando a sus compañeros al escuchar cómo se reían.
—Que disimules un poco, no has despegado la mirada de ella desde que se levantó.
—¿De qué hablas?
Frost se rio sin poder creerse las palabras de su compañera. Korsak, que intentaba no reírse también, continuó:
—Maura, no dejas de mirarla.
—¿Cuándo nos vas a decir qué es lo que tienes con la doc? Y no digas que nada, creo que a veces olvidas que también somos detectives.
—Te hemos estado observando…
—Eso no es raro para nada —interrumpió Jane en un tono sarcástico.
—Desde que se encontraron en la morgue empezaste a comportarte raro. Y el otro día estábamos hablando con Maura sobre las conferencias de verano. Korsak comentó que el no pudo ir a la de fin de año en Nueva York y Maura dijo que ella fue a esa conferencia.
—Uno más uno —agregó Korsak—. Se conocieron, ¿verdad?
—¿Maura no les dijo? —Miró de reojo hacia la barra; Maura aún estaba allí.
            —No. Se puso nerviosa y dijo que tenía que regresar a la morgue.
        Jane suspiró fijando su mirada en el cuello de la botella que sostenía entre sus manos. No tenía que seguir ocultándolo; hacerlo era algo muy cansino y si quería algo serio con Maura no quería hacerlo a escondidas. Frost dejó a un lado su botella y Korsak hizo lo mismo para acercarse más a ella para susurrar.
        —¿Acaso te gusta la doc? —susurró Frost y los dos la miraron impacientes por escuchar su respuesta.
        Jane había quedado boquiabierta y sentía sus mejillas arder. Sí, pensaba decirles pero nunca imaginó que le preguntarían de esa forma tan directa. Ella nunca había mostrado un interés por las mujeres; había tenido una relación con Dean y después de él no había estado con nadie más. El que sus compañeros se estuvieran tomando la idea tan positivamente la había tomado por sorpresa. 
        —Sí —tragó en seco y bebió otro sorbo de cerveza.
        Los hombres gritaron como si estuvieran celebrando un campeonato. Frost sacó el móvil y comenzó a escribir un mensaje, moviendo sus dedos con rapidez y destreza.
        —¿Qué haces? —preguntó la morena.
        —Exigiendo mis cincuenta dólares.
        —¿¡Hicieron una apuesta!? —exclamó, dando un golpe en la mesa, consiguiendo que los dos hombres dieran un brinco en sus asientos y se quedaran mirándola boquiabiertas y asustados. Jane tuvo que apretar los dientes con fuerza para no soltar una carcajada.
        —Puedes quedarte con la mitad —propuso Frost.
        Jane lo miró a los ojos seriamente.
        —30
        —Pero…
        —No es una negociación Es mi vida, así que es mi dinero.
        —Está bien —resopló.
        —Por cierto… ¿A quién le mandaste ese mensaje?
        —Mi trato. Mi asunto.
        —No olvides que soy detective también. Lo averiguaré.
        —No tienen más vino. —Al escuchar la voz de Maura, todos la miraron sorprendidos de verle. No se habían percatado de que ya había regresado. Jane se movió para que Maura pudiera sentarse a su lado otra vez.
        —¿Querrás decir que no tienen tu vino?
        —Sí.
        —No todos los bares se pueden dar el lujo de tener un vino tan caro, Maura. Y el Dirty Robber es uno de ellos.
        Maura hizo una mueca con sus labios que parecía ser un puchero y Jane se derritió sin poder dejar de mirarle y sonreír. Frost y Korsak las miraban atentos con una sonrisilla dibujada en sus labios hasta que Jane les lanzó una mirada asesina y no muy disimuladamente apartaron la mirada, tomando un sorbo de sus bebidas. Maura los miró extrañada; estaba segura que algo había pasado en el tiempo que no estaba.

----
 —¡Jane vas a llegar tarde!
Jane se levantó de un respingo, cayéndose del sofá enredada en las sabanas.
—¡Ma, baja la voz! —gruñó, sosteniendo su cabeza entre sus manos, ¿tanto había bebido la noche anterior? —¿Qué hora es?
—Van a ser las siete.
Soltó otro gruñido y se sentó, apoyándose en el sofá. Jo corrió hacia ella y ladró haciendo que Jane cerrará los ojos con fuerzas.
—Jo, por favor no ladres que me explotará la cabeza —le decía mientras acariciaba al perro, logrando que se quedara tranquilo.
—¿Cuánto bebiste ayer?
—Un poco más bajo, Ma.
—Si hablo más bajo no me escucharías.
—Ese es el punto —susurró.
—¿Dijiste algo?
—No.
—Aja. ¿Maura estuvo aquí?
—Por qué pensarías que Maura estuvo aquí? —preguntó mientras se incorporaba, poniéndose de pie y estirando sus brazos.
—¿No sé, tal vez porque olvidó su ID? —Le mostró la tarjeta de identidad de Maura.
—Oh no… Si no tiene eso cuando llegue a la comisaría no podrá entrar.
—Pero si es la jefa de médicos forenses.
—Es seguridad, Ma. No importa quién eres o qué eres.
—Entonces, ¡cuenta! ¿Qué pasó? ¿Ya pasaron a segunda base, tercera, jonrón?
—Oh por Dios… haré como si nunca hubiera escuchado esas palabras salir de tu boca. Espera, ¿cómo es que sabes lo de segunda base?
—¡Ay hija! A mi edad ya he jugado y ganado toda una liga o unas cuantas.
—Creo que vomitaré… —murmuró haciendo una mueca de asco.
—Pero bueno, cuenta ya.
—No ha pasado nada… Hoy saldremos en una cita. —Caminó hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua.
—¿Nada, nada? Ay hija pero que lenta eres.
Jane se cubrió la boca para no escupir el agua. Terminó de beberse todo el agua “Hidratarse” le había dicho Maura que era bueno cuando se bebía. Aunque ahora no recordaba si era mientras lo hacía o después. Por cómo sentía su cabeza, dedujo que era mientras.
—Iré a bañarme. Espero que cuando salga ya te hayas acordado que soy tu hija y no necesito consejos de… sabes qué… nada.
Angela la siguió con la mirada hasta que cerró la puerta de su habitación. Se ocupó limpiando y recogiendo el reguero  de su hija hasta que salió vestida y arreglada con un aspecto mucho más agradable y presentable.
—¿Usaras eso para ir al trabajo? —preguntó al ver las gafas de sol que tenía puesta.
—Solo para conducir.
—¿A dónde llevarás a Maura? —Ante la mirada confundida de Jane, continuó— A la cita.
—No lo he pensado —respondió, sacudiendo los hombros.
—Pero… ¿Cómo no has pensado algo así? Maura es una mujer refinada y de gustos muy finos, no puedes llevarla a cualquier lado, Jane.
—La había invitado al cine, Ma.
Angela dejó de organizar de repente y la miró atónita.
—¿Al cine? —repitió como si no pudiera creer lo que había escuchado. Estaba segura que sí había escuchado mal.
—Sí. Ya sabes, pantalla grande, sonido estupendo y palomitas.
—¿Qué acaso tienes dieciséis años?
—Ya lo sé… —suspiró—. Pero Maura parecía estar muy emocionada con la idea…
—No puedes llevarla al cine para la primera cita.
—¿Que acaso has cambiado de ocupación y no me he enterado? ¿Desde cuando eres doctora corazón?
—Desde siempre, solo que no me hacen caso.
—Ya me pregunto por qué.
—¡Jane! Es en serio. ¡Es Maura!
La expresión de Jane se volvió seria.
—Tengo muy presente esa información. Sé que es Maura, sé cómo es…
Angela se acercó a ella y sacudió los hombros de Jane como si tuviera algo; ella estaba segura que no tenía nada pero simplemente sonrió ante el gesto.
—No importa lo que hagas, sé que lo harás especial. No importa si es en un cine o en un callejón. —Las dos rieron y Jane asintió. Angela le entregó el ID de Maura antes de que saliera apresurada por la hora.

----
—¡Jane! —exclamó Maura al verla entrar por las puertas. Jane caminó apresuradamente hacia ella, sosteniendo su tarjeta en la mano.
—Buenos días Maur. —Se colocó las gafas en el cabello y saludó al guardia de seguridad, mostrándole la tarjeta de identificación de la forense.
—Ya puede pasar, doctora Isles.
—Gracias, Oficial Mcguire. 
Las dos mujeres caminaron en silencio hasta el elevador. Jane presionó el botón hacia abajo y varios segundos de silencio pasaron entre ellas.
—No puedo creer que te haya dejado ahí esperando. Conduje lo más rápido que pude, había algo de tráfico. Eres la jefa de forenses, ¡hasta te conoce! No es que fueras una desconocida tampoco y él no es nuevo.
—Es su trabajo, Jane. Y fue mi culpa por haberla olvidado en tu casa. ¿Cómo te sientes? —La miró de reojo—. Te advertí que beber licor después de las botellas de cervezas que tomaste en el Dirty Robber no era una buena idea.
—Como es de esperar, pero no hay nada que un vaso de café no pueda curar.
—Esa afirmación es errónea, detective.
Jane sonrió para sus adentro; esperaba esa respuesta de la forense. Las dos entraron en el elevador y permanecieron más cerca de lo que era necesario. Había bastante y eran las únicas en él. No recordaba mucho de la noche anterior, no más que varios momentos. Recordaba que Frost quería que llamaran a un taxi y no estaba muy segura si habían hecho eso o no, pero el ver que su auto estaba aparcado enfrente de su casa dedujo que Maura había conducido ya que solo había tomado una copa de vino.
—¿Cómo estaba Milo? —preguntó al recordar que Maura no se había quedado por mucho tiempo en su apartamento porque aún estaba cuidando de su hermanito.
—Cuando llegué ya estaba durmiendo. Tania es muy buena con los niños y su disponibilidad es excelente.
—Es un niño muy bueno y tranquilo.
Maura sonrió y su sonrisa se contagió a Jane. 
—¿Hoy a las 8, doctora? —preguntó con la mirada fija al frente, mirando sus reflejos en la puerta de metal.
—A las ocho puntual, detective. —La miró a los ojos y las puertas del elevador se abrieron pero ninguna de las dos se movió. 
—Sí.
Maura asintió antes de salir del elevador. Las puertas se iban a cerrar pero Jane las detuvo con su mano solo para seguir mirando a la forense. “Esos vestidos deberían ser ilegal” pensó, mordiéndose el labio inferior, observando el movimiento de sus caderas con cada paso que daba.

----
—Me estás poniendo mal.
—¿Qué? —Jane despegó la mirada de la pantalla de su computador.
—Que no dejas de golpear el escritorio con tu lapicero.
Entonces fue cuando cayó en cuenta de lo que hacía y se detuvo. Desde su escritorio, Korsak observaba el intercambio en silencio.
—¿Algo te preocupa?
Jane se tuvo que reír porque lo primero que le vino a la mente fue ‘los consejos’ que su madre le había dado esa mañana. Con su mano le hizo una seña para que se acercara y Frost ni siquiera se molestó en levantarse de la silla, sino que rodó hasta el escritorio de Jane. Los dos podían sentir la mirada de Korsak sobre ellos así que también le llamaron para que se acercara. Una vez que toda la atención estuvo sobre Jane, confesó:
—Hoy tengo una cita con Maura —susurró.
—¿!Qué!? —exclamaron los dos a la vez.
—Pero si apenas ayer… —susurraba un Frost que se había quedado sin palabras.
—¿Desde cuándo están saliendo?
Jane iba a responder pero qué podía decir.
—Emm… No sé —su tono de voz bajó a apenas un susurro—. No sé si estamos saliendo, o sea no hemos dicho, no…
—Respira, Jane. No necesitas decirnos… ¿en qué te podemos ayudar?
Jane respiró aliviada y los miró, relajándose un poco en la silla.
—No sé qué hacer… no se me da muy bien esto del romance.
—¿Tienes algo pensado? —preguntó Frost.
Jane hizo una mueca y forzó las palabras:
—Al cine… —Y se preparó para la reacción de los hombres, pero para su sorpresa los dos apenas reaccionaron.
—¿Qué más? —preguntó Korsak.
—Eso es parte del problema… no he pensado en algo más.
—Oh… —Dijeron los dos a la vez y se miraron entre ellos.
—Piensa en algo que le guste a Maura…
—Es Maura, muchas cosas le gusta y sabe un poco de todo… o mucho —decía Korsak—. Tiene que ser algo que sea importante para ella.
—Que tenga significado, algo que recuerde siempre —agregó Frost.
Los dos hombres comenzaron a intercambiar ideas y Jane se quedó mirándolos, sorprendida. Algunas sugerencias eran muy buenas mientras que otras no las aceptaría ni por muy loca que esté.
—Nada material.
—¿Cómo que nada material? A mis esposas les encantaban lo material.
—Y por eso te dejaron.
—Está bien, está bien —interrumpió Jane antes de que las cosas se salieran de control—. Admito que los dos me han sorprendido y me han dado muchas ideas, pero creo que ya sé lo que haré.
Los dos hombres la miraron esperando a que dijera lo que había decidido.
—No les diré —avisó al notar sus miradas. Los dos se quejaron pero terminaron por entender y aceptar su decisión—. Y ahora tengo que irme, tengo varias cosas que preparar. —Se levantó con apresuro, recogiendo su chaqueta.
—¡Suerte!
—¡Y nos cuentas mañana!

----
Se encontraba una vez más enfrente de la puerta de la casa de Maura. Con sus manos alisó su blusa y peinó su cabellera con los dedos.
“Es Maura… es solo Maura” se repetía una y otra vez para no ponerse nerviosa pero tuvo el efecto contrario. Para no torturarse un segundo más, cerró los ojos y tocó la puerta.
—Buenas noches.
Jane se había quedado en un estado de shock al ver que la mujer que había abierto la puerta no era Maura, sino una mujer de edad mayor.    
—Ammm… ¿Está Maura?
—¡Tania! Oh Jane has llegado. Perdona, Milo quería que le leyera un cuento antes de salir y tardó más de lo pensado.
—¿Te hizo leerlo tres veces? —preguntó y Maura asintió con una sonrisa.
—Tania te presento a Jane. Tania es la niñera de Milo, Jane.
—Un placer, Tania. He escuchado muchas cosas buenas de ti.
—Lo mismo digo, detective. Siento que ya la conozco. —Miró de reojo a Maura que comenzaba a sonrojarse.
—¿Necesitas algo más antes de que me vaya, Tania?
—No, Maura. Puedes salir tranquila.
—Cualquier cosa me llamas.
—Sí.
Tania se retiró dejando a solas a las dos mujeres. Maura tenía sus mejillas sonrojadas y su falta de aire le hizo saber a Jane que se había apresurado para estar lista a tiempo.
—Perd…
—No te disculpes más… —Rio divertida y le brindó su brazo. Maura asintió y cruzó su brazo con el de Jane, cerrando la puerta de la entrada tras ella.
—¿Y esto qué es? ¿Dónde está tu auto, Jane? —preguntó al alzar la mirada y encontrarse con una camioneta negra.
—Es de mi hermano Tommy, se la pedí prestada para la ocasión.
—¿Le ha pasado algo a tu auto? Si me hubieras dicho podríamos haber ido en el mío…
—Eso no será necesario. —Abrió la puerta y la ayudó a subir.
Maura sonrió; Jane acababa de mostrarle que la caballerosidad aún existía en el mundo.  
Cuando Jane puso el auto en marcha, comenzó a sentir su nerviosismo emerger una vez más; sus dedos tamboreaban en el volante y no había dicho una palabra aún.
—¿Puedo preguntar qué película veremos?
—No veremos una película. —Suspiró y respiró lentamente, sintiendo como le ayudaba a calmar los nervios poco a poco. Y la voz de Maura tenía un efecto muy relajante sobre ella.
Maura la miró confundida y Jane aprovechó que había parado en una luz roja para mirarla.
—Ha habido un cambio de planes. —Sonrió— ¿Confías en mí? —preguntó y la luz cambió a verde.
—Sí.
—Ya estamos cerca… usa esto.
Maura tomó el pañuelo negro en sus manos sin saber qué hacer con él.
—Póntelo, lo haría si tuviera las manos libres.
—¿Eres consciente de que no llevo mucho tiempo viviendo en Boston? No sabría a dónde vamos de igual forma.
Jane la miró sonriendo y repitió sus palabras. Maura rio divertida y se puso el pañuelo, cubriendo sus ojos dejándola totalmente ciega.
—¿Ya llegamos? —preguntó unos minutos después al sentir que la velocidad había reducido y Jane parecía estar aparcando aunque se había movido hacia adelante y atrás como si estuviera aparcando marcha atrás o se estuviera moviendo en círculo, ya no estaba segura.
—Sí… pero no puedes quitarte el pañuelo aún —advirtió.
El motor se apagó y durante unos minutos no escuchó más ruido que el de una puerta abrirse y cerrarse y después sintió la puerta a su lado abrirse.  
—Tú mano…
—Me pregunto a dónde me has traído —decía, mientras sostenía la mano de Jane y se dejaba guiar por ella.
—Ya verás. —Se posicionó detrás de Maura con sus manos a los lados de sus caderas—. ¿Estás lista? —preguntó en un susurro que hizo que el cuerpo de Maura se estremeciera al sentir el aliento de Jane en su oreja.
—Sí. —Sonrió nerviosa y sintió cómo dedos deshacían el nudo del pañuelo.
Sus ojos se abrieron lentamente, registrando la vista que tenía enfrente de ella, el sentir de la brisa fresca en su rostro y que agitaba su cabello.  
—Jane —susurró sin aliento. Desde donde estaban se veía un panorama de toda la ciudad de Boston. Era hermoso, las luces; la vida de Boston estaba ahí, a sus ojos—. Es hermoso…
—¿Te gusta?
Maura se apoyó en el cuerpo de la morena, y ésta la abrazó por detrás.
—Me encanta… Nunca pensé que la ciudad fuera tan hermosa…
—Me alegro… pero eso no es todo.
—¿No? —preguntó sorprendida, esto ya era mucho más de lo que había esperado. Jane la giró en sus brazos y sus miradas se encontraron. Podía sentir su corazón latir con tanta fuerza que se preguntaba si acaso Jane podía escucharlo.
—No. —Se hiso  aun lado, dejándole ver a Maura la caja de la camioneta que estaba cubierta por una manta y varias almohadas.
—Jane…
—Tengo algo que mostrarte… pero para eso tienes que subir… —Subió a la caja y extendió su brazo para ayudar a la rubia subir. Una vez arriba las dos se quitaron los zapatos y se sentaron en el centro, Maura miraba a Jane atenta, esperando por más direcciones— Cierra los ojos.
Maura hizo eso mismo, pero todos sus sentidos estaban despiertos, disparando a mil; podía sentir cada roce de Jane, cada palabra, susurro.
—Recuéstate.
Maura rio nerviosa y se dejó guiar por las manos de Jane, sintiendo una almohada recibir su cabeza. La combinación de la manta, la bris y el aire fresco era perfecta, pero no tanto como la compañía que tenía a su lado.
—Hmm —ronroneó al sentir que Jane se acurrucó a su lado sin dejar de sostener una de sus manos.
—Ahora ábrelos —su susurró apenas se escuchó.
Los ojos de Maura se abrieron lentamente y se encontraron con un cielo oscuro lleno de estrellas y sintió un nudo en su garganta. Jane había hecho todo esto por ella, nadie antes hecho algo semejante.
—Jane… Es hermoso… —No le fue necesario mirarla para saber que en los labios de la morena había una sonrisa dibujada.
—No tanto como tú…

—Jane esto no era necesario —exclamó, mirando la botella de vino que le presentó. Se habían sentado con sus espaldas recostadas a la parte trasera de la cabina, disfrutando de la vista de la ciudad que tenían desde allí.
—Es el que querías ayer en el Dirty Robber.
—Sí pero…
—Shhhh
Maura se calló al sentir un dedo índice sobre sus labios. Alzó la mirada hacia el cielo, sintiendo como los dedos de Jane acariciaban tiernamente su mejilla, apenas rozándola.
—¿Por qué las estrellas?... Este lugar…
—Te gusta las constelaciones… te he escuchado hablarle a Milo sobre ellas… también me comentaste el martes algo sobre came… camel…
—Camelopardalis
—Eso, eso…
—Me escuchas… —Susurró, mirándola a los ojos.
—Claro… tienes mucha cosas interesantes para decir… —Ahora fue Jane la que se calló al sentir los dedos de Maura sobre sus labios.

Las palabras ya no eran necesarias; sus ojos hablaron por ellas y tímidos labios se encontraron una vez más después de meses, eran los mismos labios, la misma suavidad y calidez, pero en sus pechos ardía un fuego diferente; ya no era deseo y lujuria lo que se expandía por su interior como un fuego salvaje, sino la pasión.  

Continuará...

3 comentarios:

  1. wiii apenas acabo de leer >.<! no tardes tanto en publicar xD muy bueno

    ResponderEliminar
  2. Por favor no tarden tanto en publicarlo por que cada vez se pone más interesante.

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno, ya quiero leer el próximo

    ResponderEliminar

Agradecemos y nos hace feliz que te animes a comentar, por favor al manifestar tu opinión recuerda hacerlo con tolerancia, recordando que no todos pensamos igual. Las críticas deben ser constructivas, siempre en un marco de respeto.

Las administradoras del blog se reservan el derecho de borrar cualquier comentario que resulte ofensivo.

Al comentar recuerda que estás mejorando tu cutis y reafirmando tus glúteos ^^