Hola Yurifans,
Lamento la demora, pero mi PC sigue enterrada en un montón de ropa no se si sucia o limpia, no me atrevo a averiguarlo y cachivaches, después de que mi hermana (hija pródiga) regresara a casa; con lo que estaba disfrutando ser hija única. En fin, que ahora estoy aprovechando mi gran puntualidad y la falta de puntualidad de mis compañeras de trabajo, para publicar lo que vendría a ser la continuación de Extraños en la noche (Rizzles) escrito por Isles, quien gracias a la voluntad popular, decidió continuar este (inicialmente) Oneshot :D
Enjoy!
Extraños en la noche
Capítulo 2
Autora: Isles
A/N: Como podrán ver, he decido hacer este oneshot en un fic (gracias a los pedidos de conti y al trato que hice con Xiri ;) Espero no arruinarlo al seguirlo :( (que como oneshot había quedado bien) espero que les guste. <3
Las dos mujeres permanecieron inmóviles, mirándose fijamente a los ojos de una manera que incomodó a los dos hombres que observaban la interacción con curiosidad. Jane aún tenía sus labios separados, con las palabras perdidas en el nudo que se había formado en su garganta al escuchar la presentación de la mujer, la misma que le había dicho aquel día en el ascensor, con una excepción: ya no era de Nueva York.
Maura extendió su mano y Jane la miró, su mano comenzó a moverse instintivamente para saludar a la mujer.
–La hoja, por favor –aclaró la rubia al notar que la intención de Jane era saludarla.
Jane cerró su boca y se mordió la lengua. Los músculos de su cara se tensaron con vergüenza y algo de irritación hacia la mujer. Miró la hoja que recogió del suelo y que aún sostenía en su mano izquierda. Con un gruñido ahogado colocó el papel sobre la mesa de metal, con un golpe más fuerte de lo necesario.
–Aquí tiene, doctora –dijo entre dientes antes de volver alejarse de ella, uniéndose a los dos hombres que la miraban con una expresión atónita.
Korsak entornó sus ojos, clavando su mirada en la detective. Ahora estaba seguro que las dos mujeres se habían conocido antes. Jane nunca había tratado a un compañero de trabajo de ese modo, mucho menos en su primer día. Y la doctora Isles había sido un encanto desde que la conoció, era un poco extraña, pero sin duda alguna era una de las personas más amable que había conocido.
Frost aclaró su garganta.
–¿Entonces tiene los resultados listos, Dra. Isles?
La doctora lo miró y sonrió, asintiendo. El cambio del trato hacia ellos, a diferencia del que le había dado a Jane, los sorprendió a los tres. Jane intentó mantenerse indiferente, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Aún no podía creer que la mujer estuviera ahí, a unos pies de ella, tan cerca pero tan lejos.
–Sí –respondió la mujer, agarrando el papel que Jane había colocado sobre la mesa y lo acercó a Frost–. El ADN coincide con el perfil del señor Gates.
Frost lanzó una mirada al papel y sonrió.
–Es un buen comienzo del día, gracias Dra. Isles.
Maura sonrió satisfecha con su trabajo.
–Veo que tiene mucho papeleo para ponerse al día.
–Sí, parece que el Dr. Will no era muy… organizado.
Los dos hombres rieron. No era necesario trabajar en la morgue para saber que el Dr. Will era uno de los doctores más desorganizado del mundo; muchas veces llegaba tarde y siempre demoraba con las autopsias y los informes, había sido un milagro que durara tanto en el trabajo.
–Gracias otra vez Dra. Isles, la dejaremos ahora para que pueda seguir con su día –dijo Frost.
Korsak le sonrió antes de seguir al hombre. Los dos se detuvieron al notar que la detective no estaba caminando con ellos. Jane había permanecido inmóvil en el lugar, aún con sus manos en los bolsillos y su mirada clavada en el rostro de la doctora.
–¿Jane?
–Los alcanzo en un minuto –contestó la mujer.
Los hombros dudaron por un instante y se miraron antes de sacudir sus hombros y continuar hacia el ascensor.
Una vez solas en la morgue sin nadie que las interrumpiera, Jane sacó sus manos de los bolsillos y dio un paso hacia la rubia. No sabía qué podría decir o si quería decir algo del todo. No necesitaba ser una detective para saber que la mujer estaba enojada con ella, furiosa. Si Jane estuviera en sus zapatos, también lo estaría.
–Maura –dijo en voz baja.
La rubia, que estaba terminando de organizar los últimos papeles, se detuvo y suspiró cerrando los ojos por un segundo. Jane vio cómo los hombros de Maura se tensaron, en sí todo su cuerpo lo hizo. Maura colocó apresuradamente y de forma desorganizada en una carpeta los papeles que aún necesitaban ser organizados y se apresuró con pasos firmes hacia su oficina.
–Para usted es Dra. Isles, detective –dijo, sin mirarla.
Jane detuvo con su mano la puerta de la oficina de Maura antes de que se cerrara en su cara. Entró y siguió con su mirada a la mujer que se quitó la bata blanca antes de sentarse detrás de su escritorio, abriendo la carpeta que había estado organizando. Jane permaneció muda por varios instantes; sus ojos recorrían el cuerpo de la mujer que vestía un vestido color marrón.
–¿Necesita algo, detective? –preguntó sin alzar su mirada de los papeles, en su mano sostenía con fuerza un bolígrafo.
–Maura… Necesitamos hablar.
Los labios de Maura formaron una fina línea y apretó el bolígrafo con tanta fuerza que en cualquier momento podría partirlo en dos. Por fin su mirada se encontró con los ojos oscuros de la morena, que la miró frunciendo el ceño al ver su mirada fría.
–Es mejor que salga de mi oficina, detective Rizzoli.
–¿Qué?
–Lo que escuchó. Ya le informé los resultados del ADN, no creo que tenga algún asunto pendiente en la morgue, mucho menos en mi oficina. No he solicitado su presencia. Tengo mucho trabajo que hacer y usted me está quitando el tiempo –dijo en un tono neutral.
Jane la miró como si no hubiera escuchado bien. ¿Acaso esta Maura era la misma Maura sonriente que había conocido en Nochevieja? ¿La que contagiaba su risa y el brillo en sus ojos? Jane sintió una punzada en su pecho al pensar que ella era la culpable del cambio de la mujer. Se había marchado sin decir nada… solo había dejado una nota con tres palabras y ahora esas palabras sonaban tan patéticas en su cabeza.
–¿Así es cómo quieres las cosas? –preguntó entre dientes.
El silencio de la rubia le dio su respuesta y Jane le dio la espalda saliendo de la oficina con un portazo.
El estruendo de la puerta al cerrarse tomó a Maura por sorpresa y dio un brinco en la silla. El bolígrafo resbaló de su mano y esta comenzó a temblar, la única razón por la cual lo sostenía con tanta fuerza era para detener el incontrolable temblor de sus dedos. Maura apoyó sus dos manos sobre su escritorio, exhalando con fuerza e inhalando de igual forma, intentando calmar su respiración. Sus manos temblaban junto con todo su cuerpo. Esperaba que muchas cosas ocurrieran en su primer día, pero encontrarse con Jane no era una de esas cosas. Jane Rizzoli, como ahora la conocía, ya que nunca compartió su apellido con ella. Trabajar y vivir en Boston significaba que habría una pequeña probabilidad de que podría encontrarse con la morena una vez más. No hubiera sido una gran sorpresa para ella, después de todo la encontró en la multitud de Times Square en Nochevieja. Solo una cosa sabía sobre Jane, y eso era que la mujer era detective en Boston… no tenía ni la menor idea que terminaría trabajando en el mismo distrito policial.
–Han pasado cuatro meses –susurró, pasando una de sus manos por su cabello, recostándose en el espaldar de la silla, intentando relajar su cuerpo al controlar la respiración–. Lo tienes bajo control –se dijo a sí misma, sacudiendo sus manos, como si así pudiera sacudir el temblor de ellas. Era inútil.
El trabajo era lo único que podía mantener su mente ocupada, así que se acercó al escritorio y comenzó a leer las notas y firmar todo lo necesario. De momento era lo único que podía hacer para mantener la morena fuera y lejos de su mente, aunque fuera un arreglo temporal.
La detective apretó el botón del ascensor con fuerza varias veces. Las puertas se cerraron y Jane lanzó una patada al aire, gritando con frustración. Estaba perdiendo la cabeza, sí, eso es lo que estaba pasando. No hace más de media hora estaba viendo la foto de la mujer, deseando volver a verla y ahora que su deseo se ha cumplido no es nada como ella esperaba. Maura la odiaba, no podía verla ni en pintura… pero lo que más le dolía era la forma con que se dirigía a ella… con tanta frialdad e indiferencia.
Las puertas del ascensor se abrieron y Jane caminó hasta su escritorio, sentándose con un gruñido, pasando su mano por su cabello. Frost se asomó por encima de la pantalla de su computadora, mirando al hombre al otro lado. Korsak alzó sus cejas antes de mirar a Jane de reojo; estaban decidiendo quién sería el que se atrevería a hablarle a la mujer.
Korsak tomó un sorbo de su café antes de aclarar levemente su garganta.
–Deduzco que ya se conocían –dijo con un tono cuidadoso, encogiéndose de hombros al ver la mirada seria que le lanzó la morena.
–Metete en tus asuntos, Korsak –dijo entre dientes, intentando continuar con el reporte que tenía pendiente.
El hombre hizo una mueca, decidiendo que era mejor dejarla tranquila hasta que se le pasara el mal humor. Frost se volvió a esconder detrás de la pantalla, revisando el reporte antes de interrogar al sospechoso. La interrogación no duró más de diez minutos, con las pruebas de ADN fue suficiente para que el hombre confesara todo lo que había hecho.
Frost y Jane caminaban por el pasillo, dirigiéndose hacia sus oficinas. Frost se separó de ella, tomando las escaleras para bajar a la cafetería a por otro café. Cuando Jane llegó a su piso, escuchó una risa conocida y miró en su dirección.
–¿Ma? –Preguntó, sorprendida al ver que su madre estaba hablando y riendo con Korsak como si estuvieran en un parque en vez del trabajo–. ¿Qué haces aquí?
–Es el trabajo –contestó la mujer con una emoción en su voz que hizo que Jane detuviera sus pasos y la mirara alzando una de sus cejas. Algo no estaba bien.
–Sé que es el trabajo, por eso te pregunto qué haces aquí… te he dicho que si necesitas algo esperes a que llegue a casa, Ma.
–Es mi trabajo también. –La mujer colocó sus manos sobre su cadera, ensanchando su sonrisa con orgullo.
–… ¿Qué…? –susurró, notando entonces el delantal verde con el logo de “Division One Café” y el nombre de Angela–. Oh no… –la morena se dejó caer sobre su silla, procesando lo que estaba viendo.
–¡Oh sí! Estoy trabajando en la cafetería, así que estaré cerca de mi Janie todo el tiempo.
Jane cerró los ojos, frotándose la frente, pensando que aún no había despertado. Sí, tenía que estar durmiendo y todo ese día no era más que una pesadilla, tenía que ser eso. Primero Maura y ahora su madre trabajando en el mismo lugar. No podía ser peor.
–Ma, este es mi trabajo… –susurró, observando de reojo a unos policías que estaban aguantando la risa, escuchando la conversación que estaba teniendo con su madre–. ¿! Qué no tienen trabajo que hacer!? –Exclamó, y todos los que escuchaban comenzaron a moverse rápidamente, alejándose de la morena.
–Tienes que ser más amable con tus compañeros de trabajo, Janie. –Angela le entregó una bolsa de papel a Korsak antes de caminar hacia el escritorio de Jane y dejar otra bolsa cerca de ella–. Un sándwich de pollo y una coca cola.
–Gracias, Ma, pero no tienes que traerme comida… puedo bajar a la cafetería y buscarla por mí misma. –Con sus dos manos ahora frotaba sus sienes, intentando borrar de su mente el comentario que su madre había hecho sobre su trato hacia sus compañeros.
Angela miró a su hija con una mirada indignada antes de darse la vuelta con un gruñido y caminar con pasos rápidos hacia el ascensor. Cuando las puertas se abrieron la mujer entró en él y cruzó sus brazos sobre su pecho, sin desviar su mirada de su hija hasta que las puertas se cerraron.
–¿Qué le pasa a la señora Rizzoli? –preguntó Frost, sosteniendo un vaso de café en su mano.
–Creo que Jane se levantó del lado izquierdo de la cama.
Jane estuvo a punto de protestar, pero su celular comenzó a vibrar.
–Tenemos un caso–avisó, levantándose y colocándose la chaqueta antes de salir apresurada.
–¡Detective Rizzoli! –llamó uno de los policías que estaba en guardia al lado de la cinta amarilla.
Jane caminó hacia él y el hombre le informó que el vecino fue el que encontró el cuerpo. Korsak se encargó de interrogar al vecino, no demoró mucho; el hombre solo se había asomado por la ventana porque el perro de la víctima no había dejado de ladrar todo el día.
Frost salió corriendo de la casa, vomitando el almuerzo. Jane lo miró, moviendo su cabeza de un lado a otro mientras Korsak se burlaba del hombre.
–Creo que has escogido el trabajo equivocado –decía el hombre mayor, riendo.
–Muy gracioso –gruñó el detective, limpiándose los labios con un pañuelo.
–Aunque parezca desagradable, el vómito no es más que un sistema de defensa de nuestro cuerpo. No debe avergonzarse por ello, Detective Frost –comentó Maura al escuchar los pasos de los detectives, acercándose a ella.
Frost sonrió agradecido, Maura había sido la primera persona en la comisaría que no se había burlado de él por vomitar al ver una escena de crimen demasiada sangrienta.
Maura estaba inclinada sobre el cuerpo de la víctima, examinando las heridas en el torso.
–Cuidado donde pisan –advirtió.
Jane hizo una mueca antes de rodar los ojos. No eran policías principiantes.
–¿Causa de muerte? –preguntó la morena, preguntándose mentalmente si era apropiado usar un vestido como el que llevaba la forense para procesar una escena de crimen.
–No puedo decirle con exactitud –dijo, quitándose los guantes, girándose hasta clavar su mirada en la de la morena.
–¿Acaso no puede hacer su trabajo, Dra. Isles? –preguntó con un tono serio.
–Jane… no seas tan dura con la doctora, es su primer día –aconsejó el detective Korsak, mirando a su compañera de reojo.
Jane cruzó sus brazos sobre su torso.
–Tal vez la causa de muerte es ese corte que tiene a lo largo de su cuello. No necesito ser forense para saber eso.
Los labios de la forense se tensaron y los dos hombres al lado de la detective tragaron en seco al ver lo sombrío que se había tornado el rostro de la rubia. Maura dio unos pasos hacia la detective hasta quedar cara a cara.
–No me gusta adivinar, detective. El corte en su cuello no fue la causa principal, no fue lo suficiente profundo como para cortar la vena yugular interna. El asesino quería que se desangrara lentamente, he contado catorce cortes; unos más profundos que otros. Puede ser que el corte decisivo fue en su muslo, en la vena femoral. Pero como le dije, detective, no me gusta adivinar. Tendrá los resultados cuando termine la autopsia. –La mujer terminó de hablar y miró a los hombres al lado de la mujer, y les sonrió antes de caminar hacia la salida de la casa.
–Cuando los detectives terminen, encárgate de que el cuerpo sea trasladado a la morgue de inmediato –ordenó a uno de los forenses.
–Como ordene, doctora.
–Cualquier problema que tengas con la Dra. Isles, arréglalo –aconsejó Korsak al ver que la expresión de Jane se suavizó, observando cómo la doctora se marchaba de la escena del crimen con su bolso en la mano.
–Sí… –dijo en un susurro.
Continuará...
Esta Genial!!!!!!!!!!!!... y muy cortito me dejaste con las ganas...
ResponderEliminarMe encanto, no nos hagas esperar mucho ;)
Gracias!
muy buenooooooooo.. me encanta que hayas decidido seguir con este one shot y transformarlo en un fic..!! =D.. excelente el cap., espero ansiosa la prox. actualización ^.^..
ResponderEliminarsaludoss.. =)