Hola gente!!!! Después de andar desaparecida bastante tiempo (Una muerte de una mascota muy querida y otras muy enfermas por causas desconocidas), estoy trayéndoles el último cap que tengo revisado del pacto. Si por allí se me fueron algunas faltas, pediré a mi editora en B que me haga las correciones pertinentes para hacer las correcciones que hoy no traigo neuronas suficientes para ello XD En fin, les dejo el siguiente cap y que lo disfruten :) Hasta pronto!!!! ^^
“Si
miras en tu pasado, te das cuenta que has batallado contra monstruos
desde temprana edad. Si miras tu presente te das cuenta que tú eres el
monstruo de muchos más. Si miras tu futuro, te darás cuenta que como uno
de ellos, tú también morirás”.
Cap. 7 “Gemelos”
Jessie despertó abruptamente. ¿Qué era ese sueño que había tenido?
Jamie era Sara en su sueño. Y hablaba con ese colgante que le había
visto en el cuello. Su vista se centró nuevamente en la piscina e
instintivamente volteó a ver a la ventana de la habitación que tenía a
su espalda. Se frotó los ojos lentamente. Se había dormitado un momento y
empezó a soñar a partir del minuto en que dejara de hablar con Jamie
como si viese lo que había ocurrido después.
Una puerta con seguridad incluida. Una serie de códigos para abrir,
una ventana que cambiaba de aspecto, a Jamie transformándose en Sara
Nelson. Esto era una locura. Por otra parte había escuchado que llamaba
momos a alguien. Y ese alguien era ese colgante que cambiaba de cara. Se
estaba volviendo loca.
Julieta Nelson miraba de forma incesante todos los documentos que se
encontraban en su presencia en ese momento. Todo lo que había
ambicionado desde corta edad se había esfumado justamente bajo su nariz.
- ¡Maldito Nikos! ¿Quién hubiese pensado que ese infeliz tenía un bastardo?
-
Tranquila, Julieta. Sé que parecía algo imposible pero todo fue tan
imprevisto. Josh se guardó esta información hasta el final argumentando
que no sabía si esa persona se presentaría.
-
Por supuesto que lo sabía - contestó ella de forma fría mientras miraba
a Mark por el reflejo de la ventana - Kafka no es un imbécil. Seguro
que sabía todo esto mucho antes de que empezara a enviar las cartas de
presentación a los herederos de Nikos.
- Aún así te quedas con tu empresa y lo que hayas logrado obtener por parte de la familia Andreakis hasta el día de ayer.
-
Creo que no me has comprendido Mark. Siempre que juegas a algo hay que
ganarlo. Sólo es entendible perderlo cuando no obtendrás ninguna ventaja
por ganar.
Se dió media vuelta mientras miraba detenidamente a Mark.
- No es sólo que Nikos haya mentido a mi padre sobre su herencia. Ese Andreakis parece odiarme y no sé porqué.
Mark se quedó en silencio mientras miraba a Julieta. Era arrogante
para con toda la gente que no le conocía. Pero en parte él conocía a la
Julieta que era desconocida para los demás. Aunque había también partes
de ella que eran un auténtico quebradero de cabeza. Era una heredera
joven y atractiva, de una belleza sorprendente. Realmente lo era tanto
que muchas veces no le parecía terrenal.
-
Como la persona que eres, debes acostumbrarte que mientras exista
alguna persona que te ame, existe otra que te odia. Creo que es lo común
en esta vida.
Julieta le miró detenidamente. Mark muchas veces decía cosas
interesantes.Miró detenidamente el rostro de ese hombre junto a ella.
- Gracias Mark - le dijo mientras dejaba escapar un profundo suspiro - Por ahora ¿te importaría dejarme sola? Necesito pensar.
- Claro que sí - le contestó - no te olvides que mi esposa te espera en la cena del viernes.
- Ahí estaré - le contestó mientras le sonreía - no te preocupes. Dale saludos de mi parte.
Mark asintió con la cabeza mientras salía de allí. Tras cerrarse la
puerta decidió sentarse en aquel sillón desde el cuál podía mirar el
edificio de frente. AK industries. Había estado tan cerca de poder
hacerse con ese complejo de haber contado con la fortuna de Nikos.
Cerró los ojos mientras respiraba profundamente. Sara no se había
presentado en la declaración del testamento. No aparecía por ningún
lado. Los detectives que había contratado no podían localizarla desde
ese día.
- Desde ese maldito día...se ha esfumado como el genio de la lámpara.
Se dió media vuelta y activó su ordenador. En su fondo de pantalla un
wallpaper de peces en movimiento, que no era más que una imagen de
varias peceras que adornaban ese despacho. Ciertamente tenía un fetiche
con los peces.
Sabía que Sara estaba viva. Había solicitado la ayuda de las
autoridades pertinentes, los cuáles declararon que efectivamente Sara
Nelson se encontraba viva, pero no con ánimos de declarar su paradero
real. Decidió contratar detectives privados, que indagaron
apropiadamente los rastros de Sara Nelson mientras fue posible. Pero
luego de ello la tierra pareció tragársela porque nadie fue capaz ni lo
era de ubicar su paradero. Había gastado una gran cantidad de dinero
intentando ubicarla. Pero no había corrido con suerte en esos cinco años
que habían pasado.
Revisó los reportes que tenía ese día. Había decidido cancelar la
búsqueda de Sara en los países donde ya no había recibido información.
El último movimiento bancario que había realizado lo detectaron en
Grecia. Había logrado sobornar a un empleado del lugar, pero lo que
había conseguido es que otra persona había retirado desde la cuenta de
Sara. Sin embargo, las cámaras de seguridad mostraban a una chica en un
auto esperando a quien había retirado esa cantidad. Julieta no tenía
dudas. Era ella. Lo malo es que habían pasado cuatro meses desde ese
instante.
Recordó que conocía esa cara. La había visto muchas veces mientras
visitaban a Nikos. Sara había permanecido en esa casa mucho tiempo.
Creciendo con la familia de los sirvientes en la casa Andreakis. No
recordaba su nombre, pero estaba segura de que lo conocía. Era ese niño
que en una ocasión Nikos trató cruelmente por podar de forma inadecuada
el rosal del muro.
Ese día el chiquillo fue castigado a plantar más rosas en crecimiento
bajo una lluvia torrencial. Al día siguiente sus manos estaban llenas
de arañazos y vendajes. Pero Julieta no tardó en notar que no eran las
únicas manos. Las de Sara tenían algunos cortes pequeños y tierra entre
las uñas. Lo notó cuando al día siguiente la encontró dormida en una
parte del jardín.
En la memoria de Julieta, esa imagen de la pequeña Sara durmiendo era
un recuerdo que jamás la abandonaría. En su tonta niñez había supuesto
muchas veces que esa era la imagen de la bella durmiente. La respiración
acompasada de Sara mientras dormía, las suaves pestañas doradas, la
cara tan fina y ese cabello rubio. Y las uñas con tierra.
-
¡Maldita sea! Odio que me hagas esto - estalló violentamente en ese
momento mientras respiraba rápidamente - Maldita seas, Sara Nelson -
repitió mientras sus ojos parecían dar un ligero destello.
El teléfono sonó en ese preciso instante. Imogene se había comunicado
por tercera vez en ese día. Julieta se sentía cansada y fastidiada.
Había obtenido todo lo que necesitaba y ya no requería más de sus
servicios. Pero era una persona tan empalagosa. Dió un largo suspiro
antes de contestar el teléfono.
-
¿Si? ¡Hola Imogene! - se había sentado nuevamente mientras miraba el
edificio de frente - Cuanto lo siento, he quedado con Mark para el
viernes. Pero tengo libre dos horas por la tarde del sábado - un ligero
silencio del otro lado de la línea - Ahora que si tienes tiempo el lunes
estaré disponible en la mañana. Perfecto entonces el sábado.
Colgó tranquilamente. Para soltarse de ese tipo de personas, era mejor darles poco y a cuentagotas hasta fastidiarlas.
Abrió un cajón del escritorio y sacó un sobre. Vació el contenido
mientras revisaba atentamente algunos papeles y algunas fotos.
-
Entiendo el porqué se había ocultado hasta ahora la presencia de ese
Andreakis. Lo que no logré especificar fue qué hacía Jess ahí -
murmuraba mientras sostenía una foto de Jessie con Jamie en un
estacionamiento - Ni porqué...no puedo pasar a través de él. No logro
leerlo...
Se levantó del sillón, tomó su bolso y salió de allí. Quizá algo de
brisa le hiciera bien. Recorrió vagamente la ciudad mientras pensaba qué
era lo que ocurría. Ninguna persona era capaz de resistirse a su
persona. Siempre había obtenido lo que quería desde que era niña.
No había mujer u hombre que se hubiese resistido a sus encantos.
Excepto por ella. Reconoció con cierto desagrado y mal sabor de boca.
Siempre lo supo. Sara era como ella. Y de cierta forma había rivalidad
desde pequeñas. La diferencia era que ella siempre obtenía a las
personas que Sara quería. Y Jessie no fue la excepción. Ella siempre
había sospechado que Sara tenía algo con alguien, pero no pudo
comprobarlo hasta que llegó a la residencia que Sara ocupaba tras su
desaparición.
Dentro del lugar estaban las cosas de Sara y entre algunos libros
encontró lo que tanto buscaba. Una foto de Sara con una chica de
aparentemente la misma edad. Era bastante guapa según notaba. Y tras la
foto el nombre de la chica. No le llevó mucho conjeturar que las
postales y cartas q se enviaban desde Melbourne correspondían a esa
persona. Sara había estado dos años en esa ciudad antes de regresar a
Sidney. Así que era ella, pensó mientras la miraba. Dentro de su persona
se había desatado una serie de celos. Sara había preferido a alguien
tan insulsa. Fue cuando reaccionó por primera vez que tenía celos. Y que
la persona de su afecto no era más que su propia hermana.
Tiró todas las cartas de Jessie a la basura y se encargó de indicar
que cada carta fuese rechazada. Jamás imaginó que años después estaría
frente a frente con esa persona. Le había reconocido al instante. Pero
sabía perfectamente que Sara se había encargado de nunca mencionarle su
existencia. Así que empezó a manifestarse inmediatamente una idea en su
cabeza. Al darse cuenta de que Jessie había ido en busca de Sara pero
nunca le había encontrado.
Y lo que empezó como un simple juego de venganza, se tornó algo
verdaderamente contraproducente. Aunque lo único que ella quería, desde
luego, era demostrarle a Sara una vez más. Que ella siempre sería mejor
en todo. Y con todos, o todas.
“Ciertamente estás pensando mucho esto ¿no es así?” - resonó una voz en su interior.
-
Trato de no hacerlo - se contestó en un susurro - pero a veces es tan
inevitable. He tenido tantas mujeres desde que recuerdo. Incluso he
tenido en mi cama a su gran amor. Pero ni con ello aparece. Sara Nelson
es...impredecible...
Tras unos días de haber soñado esa rareza, Jessie se levantó de buen humor. Había tenido un sueño bastante raro acerca
de una vista al mar, cabañas cerca de allí, un ambiente exótico, con
palmeras, playas y sol. Se encontraba verdaderamente emocionada y corrió
a la habitación de Jamie.
Extrañamente su puerta estaba abierta. Así que se adentró en el
interior. Era la primera vez que veía esa habitación. Era bastante
extraña. Cosas colgando de los techos. Notó una cerradura normal en la
puerta, un escritorio, una silla de ruedas, un par de muletas, y un
cuadro que en ese momento le dejó sin respiración y sin habla.
Eran dos Jamie. Sólo que una era chica y la otra era el tipo
desenfadado que conocía. La chica estaba sentada mirando al frente,
ataviada con un vestido blanco que dejaba al descubierto sus suaves
hombros. La oscura mirada se encontraba divertida acompañada de la
sonrisa que mostraban los labios. Tenía las piernas cruzadas, mientras
un brazo estaba sobre ellas y el otro ayudaba a su mano a sostenerse en
el sillón. El cabello era completamente lacio y largo. Se notaba sedoso.
Jessie se preguntó si sería tan suave como aparentaba. De hecho, esa
Jamie era toda delicadeza.
Jamie por su parte estaba vestido como siempre. Con la ropa elegante y
de un color oscuro. Y colocado tras la Jamie mujer. Tenía una mano en
el bolsillo y otra sobre el hombro de la chica. Al contrario que el
Jamie actual, el Jamie del cuadro se notaba mucho más serio y desde
luego parecía más alto. Aunque también tenía una suave sombra sobre el
rostro que Jamie no tenía. Si, el Jamie del cuadro tenía barba. Y sin
duda su porte era mucho más masculino. Jessie estaba un poco confundida
ante la situación.
Su mirada recorrió una vez más el cuarto. Una silla de ruedas, un par
de muletas, un cuadro ¿Qué demonios estaba pasando allí?
- Señorita Jessie...
Y como muchas otras veces Jessie dió un salto y un respingo mientras volteaba a ver a...
- ¡María! Me has asustado - le contestó mientras tenía una mano en el pecho. Estaba buscando a Jamie ¿le has visto?
-
El joven Jamie tuvo una emergencia y salió hoy en la madrugada. Me
encargó limpiar su cuarto así que no debería estar en este lugar.
- Perdón - se disculpó Jessie - no pensé que estaría ausente. De toda forma María …¿ quién es la chica del cuadro?
- La chica del cuadro es la hermana del joven Jamie - contestó María sin vacilación - Es una joven muy hermosa.
-
Si, lo es - contestó Jessie visiblemente absorta - se parecen muchísimo
¿ no es así? - preguntó a María mientras sus ojos se encontraban sobre
la chica del cuadro. Sara sería completamente igual a esa chica si se
pintara el cabello de color negro y usara pupilentes oscuros.
- Eso es lógico señorita Jessie. Son gemelos.
Y Jessie miró nuevamente a María con una cara de sorpresa en el
rostro. Gemelos. Nunca había pensado en esa posibilidad. ¿Acaso sería
posible que Jamie y Sara fuesen gemelos?
- Señorita Jessie....
- ¿Si, María?
- Usted no debería permanecer aquí, tengo mucho que terminar en la habitación y si sigue aquí no podré hacerlo adecuadamente.
La voz de María era agradable pero firme. No permitiría que Jessie continuara analizando el cuarto.
- Cierto. Discúlpame ¿Sabes cuando regresa Jamie?
- Mi joven Jamie debe volver en dos días señorita.
-
Gracias María. Voy a salir ahora, regresaré por la tarde. Si Jamie
llama ¿podrías decirle que se comunique conmigo directamente?
- Me encargaré de ello, señorita - le contestó María.
Jessie cerró la puerta mientras daba una última mirada al cuadro.
Bajó las escaleras mientras silbaba esas notas que Jamie tenía tan a
menudo. Al final había resultado tan pegadiza que sin darse cuenta había
empezado a entonarla en un silbido cada vez que se encontraba de buen
humor.
- Muchas gracias, María.
- Mi joven señora. Temí que no se fuera nunca.
- Esta bien, fue mi culpa por dejar la puerta abierta. Hoy es uno de esos días.
-
Déjeme ayudarle señora - contestó María mientras se acercaba a una
chica de cabello oscuro que caminaba despacio del baño hacia la silla de
ruedas.
- Gracias - le contestó a María.
Esta no dijo ninguna palabra mientras le quitaba la toalla que tenía
sobre los hombros y comenzaba a secarla. Su cabello negro contrastaba
fuertemente con el verde de sus ojos.
- Cada vez me es más difícil suprimirlo.
- Me preocupa que todo esto se descubra antes de tiempo, señorita.
- Está bien María. Cuando Jamie regrese todo estará bien.
- Perdóneme por haber revelado su secreto. Pero no quería que la curiosidad le llevase a hacer cosas que no debía.
-
Jessie. Supongo que esa es una faceta que no podemos controlar de toda
forma - contestó la chica mientras se sujetaba de las muletas para que
María pudiese secar sus piernas - Me apena tanto estar teniéndote en
esto María.
- Mi joven señora, no necesita sentir pena por algo que yo debo hacer. Es mi obligación cuidar de usted.
La chica de los oscuros cabellos sonrió con tanta ternura hacia la
mujer mientras le pedía que le ayudase a llegar a la cama. Se tendió
libremente y le entregó la llave del cuarto a María.
- Nadie más que tú tiene permitido entrar a esta habitación.
- Si señora.
- Bien, entonces cierra esa puerta María y no dejes que nadie entre hasta que yo salga por mi propio pie.
La aludida dió un asentimiento y salió de la habitación. Tras
cerrarse la puerta, la joven que yacía acostada cerró los ojos. En su
mesa de noche se encontraba la cadena de Jamie junto con ese pendiente
de rostro. Y junto a ese pendiente había un pequeño cuadro que Jessie no
alcanzó a notar en su rápida visita a ese lugar.
La imagen mostraba a una sonriente Sara Nelson y un reservado Jamie Andreakis cubiertos de barro siendo niños.
me encanta este fic.
ResponderEliminarme has dejado un poco confundida ¿gemelos? de donde te ha salido eso, llegue a pensar en alguna clase de posesión o algo parecido pero ¿gemelos? una cosa de locos...AH ME ENCANTA.
espero leerte de nuevo muy pronto,un saludillo desde Colombia.
PD: Julieta es perversa, muy peligrosa mujer envidiosa.
Erres fabulosa, cunado creo que lo tengo creas reveses magnificos, revelas cosas pero poco a poco con un ritmo magnifico. Espero y puedas publicar pronto.
ResponderEliminarSaludos. PLV
Me tardo algo en irlo redactando, lo más fácil es imaginarlo, lo más difícil es darlo a entender con palabras :)
ResponderEliminarMuchas gracias por sus comentarios y si, de poco en poco es mucho mejor que todo de una tirada. ^^
es simplemente maravilloso, e leído varios fanficks pero este es el que mas me a gustado por como vas llevando el ritmo de la historia.
ResponderEliminarcada vez que termino un capitulo solo puedo imaginarme lo que sucede después mas no asumirlo con seguridad, lo cual es interesante ya que es como una sorpresa en cada nueva publicación.
felicitaciones y sigue así.
genial!! otro capitulo que me hizo leerlo varias veces, escribes muy bien, espero con ansias el proximo :)
ResponderEliminarcada vez que leo se me crispan los pelos XD está genial
ResponderEliminarGracias a ustedes por pasarse y comentar :)
ResponderEliminarse los agradecería muy gratamente que no dejen de subirlo_IB
ResponderEliminarQuerida escritora soy yo de nuevo, solo tengo una palabra para ti: no mames! 0:
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