Eh Bauler@s! Después de andar desaparecida un rato (siempre desaparezco) hoy toca subir el siguiente capítulo del pacto. Muchas gracias por los comentarios recibidos en cuanto a los fics que se publican en el blog. La redacción y la ortografía es una de las cosas esenciales que se solicitan entre los requerimientos para su publicación en el Baúl. Somos partícipes de que nuestros lectores merecen buenas lecturas y no negarán la calidad de nuestras autoras.
Bueno, el capítulo de hoy despeja algunas dudas, y comienza otras supongo, pero vamos por partes, les dejo hoy el capítulo 6 e imagino que algunas personas ya deben saber de donde vienen ciertas cosas de esta historia. Y si no, ya se enterarán, besos para todas....y todos también y nos leemos en los siguientes caps.
Qué lo disfruten!
“El
hombre oculta sus pensamientos y sentimientos por dos cosas, para
evitar ser dañado o para dañar a otro ser humano. Es la única especie
que miente, mata destruye a su propia raza por egoísmo puro. Ciertamente
da miedo estar frente a un depredador de ese tipo todos los días de
nuestra vida”
Cap. 6 - Momos
Durante esa semana, Jamie desaparecía de la casa y reaparecía muy
entrada la noche, su semblante se veía agotado y desgastado, parecía que
cada día le pasaba un auto encima. Su humor por el contrario se notaba
bastante animado. Aunque a veces dormitaba mientras charlaban y lo que
ella no comprendía era cómo podía recordar cada cosa que ella le decía
mientras eso pasaba. Jaime Andreakis era una persona bastante extraña y
eso le intrigaba aún más.
Para contrarrestar la situación Jessie salía regularmente de la casa.
Un día después de la reunión en la cuál había visto a Julieta
nuevamente, firmó un documento en el cuál Andreakis se comprometía a una
construcción o compra de un edificio el cuál cumpliese con algunas
exigencias detalladas seriamente por Jessie así como el capital de
inversión financiera para lo que en dos años sería una empresa propia
donde ella sería la CEO. Aún creía vivir un cuento de hadas. Lo único
que tenía que hacer era trabajar esos dos años para Jamie y desarrollar
un gran trabajo para promocionar las empresas de la cuál se enteraría en
dos semanas, cuando Jamie por fin le entregara toda la información que
Jessie requirió. Tenía que revisar rápidamente eso para armar un pequeño
equipo que supervisara cada detalle de la operación.
Era miércoles. Así que ese día salió bastante temprano de la casa.
Había recuperado su auto el día anterior, por lo que se dedicó a
recorrer las calles de la ciudad. Le encantaba hacerlo. Recorrió Jeffrey
Street hasta llegar al puerto, donde halló un pequeño lugar para
sentarse y admirar la Opera House. Fue en uno de esos recorridos donde
encontró a Julieta por primera vez. Ese día había tenido una noche
realmente incómoda y en plena madrugada se le ocurrió ir a admirar el
paisaje desde amanecer. Resultó no ser la única persona en ese lugar,
habían algunas personas que también habían cargado una cámara
fotográfica para capturar esos momentos realmente mágicos en los cuáles
la sombra de la Opera House y su iluminación contrastaba en una forma
tan impresionante que quitaba el aliento. Julieta Nelson llegaba en ese
momento al muelle mientras dos asistentes caminaban presurosos a su lado
y se disponían a ayudarle a subir a un elegante yate que se encontraba
atracado allí.
Fue la primera vez que su mirada se detenía descaradamente en alguien
tan hermoso. La suave imagen de Julieta llamó aún más su atención y se
olvidó de la hermosa vista la Opera Hopuse, del Sydney Harbour Bridge y
de qué demonios hacía allí. Notaba su claro cabello bajo ese gorrito
que traía, ya que el clima en esa fecha era bastante fresco y su voz era
de un tono bastante delicado pero fuerte. Jessie no resistió más el
momento y enfocó directamente el lente de su cámara fotográfica en la
persona de Julieta. Uno de los encargados que no había subido al yate se
acercó a ella y colocó su mano en la cámara mientras le decía algo que
ella no alcanzaba a comprender. Supo en ese instante que aquel sujeto no
hablaba inglés y no era un idioma que ella conociera. La voz de
Julieta se dirigió hacia el hombre que impedía la foto de Jessie y éste
se retiró al instante.
- ¿Por qué quieres fotografiarme? - preguntó la chica a una sorprendida Jessie en ese momento.
- No lo sé - contestó ella con sinceridad mientras se daba cuenta que aquella rubia hablaba en un perfecto inglés.
-
Bien - le contestó mientras una divertida sonrisa aparecía en su rostro
- entonces asegúrate de enfocar correctamente esa cámara - le dijo a
Jessie antes de darle una indicación a los dos hombres que le
acompañaban. Estos asintieron.
La rubia se acercó a Jessie, colocó sus manos dentro de su abrigo y
le dedicó una sonrisa mientras Jessie balbuceaba algo que ni ella sabía
que era. Alzó decididamente la cámara y capturó ésa imagen de la chica
junto al yate. Jessie le dió las gracias mientras sonreía débilmente.
La otra chica se acercó a ella y le pidió la cámara.
Jessie dudó, pero algo le decía que no pasaría nada malo. Le tendió
suavemente su cámara fotográfica. Las manos se rozaron levemente durante
el intercambio.
-
Es una foto bastante buena, pero esta será mejor - dijo mientras tomaba
a Jessie de los hombros, la acercaba a ella y se fotografiaban bastante
juntas. Jessie se mostró bastante sorprendida por ello y sonrió más
estúpidamente que antes. Sabía que tenía un caracter bastante pasivo.
- Gracias - contestó.
-
Por nada - fue la respuesta de Julieta en ese momento, asegúrate de
mostrármelas luego - le dijo a una confundida Jessie que lo dejó
entrever en su rostro, sólo para mostrarse aún más confusa cuando la
chica le devolvió la cámara y le daba un suave beso en los labios - las
estaré esperando - fue lo último que le dijo antes de sonreírle de nueva
cuenta y subir al yate.
Jessie miró su cámara fotográfica, algo había rozado entre ella y su mano. Era una tarjeta.
Su mente volvió al presente, mientras miraba nuevamente el paisaje
desde el muelle. Ese primer encuentro marcó el inicio de muchos más.
Llegó a Sidney precisamente por una postal enviada desde allí, con el
paisaje que sus ojos miraban en ese momento. Sara le había escrito por
última vez desde ese lugar y luego desapareció totalmente. Parecía que
se la hubiera tragado la tierra.
“Es un lugar realmente maravilloso, no tengas dudas, tienes que venir”
Ella nunca olvidó esas palabras. Había salido de su natal Melbourne y
llegado hasta esa ciudad para conocer el lugar donde Sara vivía, le
escribió varias veces desde la última postal, pero Sara ya no respondió
ninguna carta más. Realmente se había esfumado.
También había empezado a aceptar lo que era mucho tiempo atrás, quizá
Sara se dió cuenta de ello, quizá ella tenía tanto miedo entonces que
rechazó cada acercamiento que notaba peligroso y sin embargo su
comunidad en Melbourne no tenía problemas con ello, bastaba mirar las
discotecas rodeando el Commercial Road.
Decidió regresar a la casa, tomaría un descanso en esa piscina que
siempre le resultaba tentadora. No entendía porqué siempre estaba
impecable si nadie la utilizaba. Jamie siempre se sentaba frente a ella y
se quedaba largo rato contemplando el agua. En realidad a veces no
sabía qué pensar.
Una suave música de piano se escuchaba en la casa. Y se sorprendió de
notar que de pronto sonaba un violín en acompañamiento. Conocía esas
notas y conocía la canción.
- Spring - murmuró. Era una sonata bastante conocida, pero ignoraba quién podría estar interpretando ello.
Entró sólo para quedarse completamente atónita. No era una
interpretación por dos personas, sino el reproductor que Jamie tenía
escuchando mientras se encontraba durmiendo en un sofá. Su cuerpo
relajado y cansado se encontraba tendido boca arriba, con un pequeño
almohadón. Se acercó para mirarle más de cerca. En realidad, Jamie lo
negaba, pero su rostro era exactamente igual a Sara. Conocía a Julieta,
incluso compartían el mismo abogado y los mismos lugares. Si no eran
parientes cercanos que se odiaban a muerte entonces se estaba volviendo
loca. Las largas pestañas de Jamie eran oscuras, al igual que sus cejas,
su cabello y esos ojos. Las cejas de Sara eran rubias, así como su
cabello y pestañas. Los ojos eran de un verde esmeralda.
Jamie dio un largo suspiro en ese momento y pareció decir algo en un
suave murmullo. Jessie se acercó un poco más. Miraba la suave piel de su
cuello y los botones superiores de la camisa desabrochados bajo ese
chaleco que tenía, una cadena pendía de su cuello. Acercó un poco más su
rostro para escuchar mejor. Si, estaba diciendo algo en voz baja
mientras dormía.
- No... No por favor...
- ¿Jamie? - le llamó Jessie en ese momento.
-
Noooooo! - Jamie se incorporó bruscamente mientras gritaba y se
golpeaba la frente con la de Jessie - ¡Argh! - fue lo siguiente que
gritó mientras caía completamente inmóvil sobre el sofá nuevamente.
Jessie se frotaba la frente con un gesto dolido mientras se disponía a
reclamarle cuando notó que Jamie permanecía sin moverse.
-
¡Oh Dios! ¡le he matado! soltó Jessie mientras le palmeaba la cara -
¡Jamie, despierta! ¡Despierta maldita sea! - continuaba mientras le
continuaba dando palmadas en las mejillas.
- Como me continues golpeando me dejarás sin molares - contestó Jamie después de unos minutos.
- ¡Estás bien! ¡Por dios! no me asustes de esa manera.
-
Jamás imaginé que tuvieras un vocabulario tan diverso querida.
Ciertamente me has sorprendido - continuó mientras se sobaba las
mejillas con los ojos entrecerrados - y las manos como patadas de mula
¡Cielo santo! ¡No pudiste pegarme más fuerte?
- ¿Quién crees que tiene la culpa?
- Pues tú me has golpeado, así que no creo que sea necesario decírtelo.
- ¡No me refería a eso!
- ¿Entonces a qué te referías?
- ¡Olvídalo! - le gritó al darse cuenta que Jamie siempre escapaba por la tangente.
- Como si pudiera...- balbuceaba Jamie mientras dejaba de frotarse el rostro.
Jessie le miraba en ese momento mientras notaba que las mejillas de
Jamie estaban completamente rojas. No pudo evitar reírse mientras la mirada oscura estaba totalmente estupefacta.
- Ahora resulta...
Pero ese comentario no hizo más que provocar mayores carcajadas de
parte de Jessie. Un destello le llamó la atención, era un pequeño
colgante que resbaló de la cadena de Jamie para detenerse sobre su
pecho. Era un mascarón, bastante grotesco si se le miraba de cerca, pero
muy extraño debía reconocer.
- Esto... - le dijo Jessie mientras lo señalaba - es un colgante bastante extraño.
Jamie lo ocultó rápidamente entre sus ropas mientras le miraba secamente.
- Cierto, pero es una joya familiar, así que lo cuido mucho.
- Ya veo - le sonrió Jessie - quería comentarte, que me apetece mucho probar esa piscina tan espléndida que tienes.
- Es toda tuya, querida Jess - le contestó en ese tono que empleaba cuando estaba maquinando algo.
- Bien, entonces, nos vemos luego - respondió Jessie mientras se levantaba y se dirigía a su habitación.
“Oh, un poco de carne, nada mal”.
“Silencio. No es que estuviese pensando específicamente en ello”
“Pero esa humana te gusta ¿no es así Andreakis? Has esperado tanto”
“Y esperaré toda una vida si es necesario para no caer ante esas tentaciones”
“Entonces has perdido la razón, esta raza ciertamente está hecha para ello”
“¿A qué te refieres?”
“Los
humanos. Una raza verdaderamente difícil de entender. Siempre he dicho
que bajo ese rostro, siempre esconden los sentimientos de sus mentes y
sus corazones”
“Siempre te has quejado mucho de ello ¿no?”
“Jajajajaja, siempre me he quejado de todo. Es tan divertido hacer enfadar a esos estirados. Bueno, lo era, ya no existen”
“Tú sigues vivo”
“No
tanto como deseo, incluso en estos momentos soy más una parte de tus
pensamientos, no puedo estar en el mundo tanto tiempo fuera de tu cuerpo
y si no me despegara de tí, acabarías absorbiendo mi esencia y
desaparecerías”
“Y entonces serías yo, serías mortal”
Jamie pensó lo último mientras llegaba a su puerta, había hecho el recorrido mientras hablaba con su mente.
“Y sinceramente no quiero ser parte de ello. Pequeños monos, son tan divertidos”
“Eres tan cruel con esas cosas”
“Jajajajajaja. No, tan sólo te digo las cosas como son. Es tiempo de dormir Andreakis”
“Lo sé”
La puerta de su cuarto se cerró mientras se activaba un código de
seguridad interna. Los cristales de sus ventanas se oscurecieron y
aseguraron también, mientras se sentaba frente a la ventana.
“Tu cuerpo necesita seguir recuperándose, me iré por lo menos una hora”
“Está bien Mo, tómate tu tiempo, ambos lo necesitamos”
“Qué
disfrutes la vista, dejaré que tus pensamientos perversos tengan
libertad de acción, yo miraré también desde aquí el panorama, no tiene
nada de malo mirar de vez en cuando”
Jamie sonrió ligeramente mientras miraba a Jessie caminando hacia la piscina.
-
Momos - susurró. Tras decir esa palabra, una suave brisa se sintió
salir de su cuerpo mientras una pequeña luz le acompañaba. El colgante
que tenía en el cuello, osciló lentamente mientras absorbía la brisa y
el resplandor. Su color dorado se fue convirtiendo lentamente en un rojo
vino y tras terminar de absorber se quedó colgando de manera inerte.
El corto cabello de Jamie se fue alargando de manera progresiva y
rápida mientras las raíces en su nuca empezaban aclararse más y más,
los oscuros ojos que tenía antes habían desaparecido por completo para
ser sustituidos por un hermoso destello verde.
- Ha pasado tanto querida Jess, ha pasado tanto tiempo que realmente me duele estar en las condiciones en las que estoy ahora...
Su mirada se detenía en la suave silueta de Jessie, que se encontraba
nadando en aquella piscina y luego la levantó para detenerse sobre la
figura que en ese momento se encontraba frente a sí.
Una chica de cabello rubio y ojos verdes se miraba reflejada en el
cristal. El cabello ondulado y largo era sedoso y espeso, todo parecía
normal, hasta que se miraba totalmente. Aquella hermosa chica de ojos
verdes se encontraba postrada en una silla de silla de ruedas. Incapaz
de moverse, incapaz de caminar y tomar aquello que miraban sus ojos
avídamente en aquella piscina. Sara Nelson, se encontraba presa tras ese
cristal en la habitación de Jamie, después de todo, ella también era
Jamie.
- Después de todo, los dos nos encontramos enjaulados ¿no es así Momo?- Preguntó al colgante que sostenía en ese momento entre su mano. Un suave brillo en ese colgante le hizo sonreír. Momo le había dado totalmente la razón tras cambiar la cara grotesca por una cara sonriente - Uno en una prisión de oro. Otra en concreto y cristal. Pero yo tomaré lo que es mío y saldré de esta prisión, sólo debo esperar un poco más....
te juro que desde el tercer cap mas o menos pensaba que eran la misma persona. ahhahah me encanta tu fic no demores mucho la conti porfa.
ResponderEliminarcuidate.
Que increiblee. Me encantaa, todas las semanas estoy pendiente esperando las continuaciones.No tardes en la siguiente porfaaa.
ResponderEliminarCada vez se pone mejor, me gusta ese toque de fantasía q tiene
ResponderEliminarApenas reponiendo todos los capitulos qe no habia tenido la oportunidad de leer. Simplemente me encantaa!!!' Recorde uno que lei hace tiempo, llamada "Encuentro accidental" Este es el segundo fic de tantos, qe me encantaaa!' :) Saludos kat *-*
ResponderEliminarAaah!!! Me sentí tan emocionada como la primera vez que leí esto! Querida escritora espero que este fic tenga un desenlace tan fantástico como el nudo.
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